Hace tiempo que perdí la cuenta de las películas que conforman la saga dedicada a Rocky Balboa. Cada una de las entregas cuenta la historia de un boxeador interpretado por Sylvester Stallone, pero, independientemente de que apostemos por unas u otras, el final siempre acaba siendo el mismo. A estas alturas no es ningún spoilers decir que da igual los golpes que reciba el deportista estadounidense, que da igual los moratones que aparezcan en su cara o la sangre que salga de su boca, porque, cuando la campana suena, el brazo que levanta el árbitro de la contienda es el del protagonista de la saga.

Algo similar le ocurre al Real Murcia. No hace falta mirar el escudo que viste el rival, ni las estadísticas del oponente, tampoco es necesario repetir que su campo es un fortín, o que llega el líder, o que el Extremadura tiene jugadores de gran caché, porque, cuando el colegiado señala el final del encuentro, las sonrisas solo quedan reflejadas en las caras de los jugadores del Real Murcia. Sucedió en Nueva Condomina frente al FC Cartagena, se repitió en el estadio grana ante el Extremadura, y se consolidó ayer en el Nuevo Vivero, un campo en el que, como hemos escuchado hasta la saciedad esta semana, solo había sido capaz de ganar el Melilla. Y eso ocurrió en septiembre.

Pues, como esa frase que dice 'y como sabía que era imposible, lo hizo', los murcianistas llegaron a Badajoz, resistieron los golpes de los locales y regresaron a casa con tres puntos que les hacen soñar con otro imposible, el alcanzar un liderato que a falta de tres jornadas para el final de la liga regular sigue estando a cuatro puntos. Más cerca está la segunda plaza. Después del pinchazo del Marbella, los granas ya ven a los andaluces a solo dos puntos.

Al igual que sucedía en las películas de Rocky, o que ocurre en esas novelas de Federico Moccia en las que siempre triunfa el amor, el Real Murcia vive en un estado de gracia tan importante que no hay problema que se cruce en su camino.

Da igual que su fútbol sea gris, por no decir que durante muchos minutos fue completamente negro; da igual que entre el minuto 4 y el 75 no tirase a puerta; no importa que ni Armando ni Juanma fueran capaces de lanzar un cable a un Santi Jara que se fue diluyendo en medio de la soledad; tampoco que los atacantes se muriesen del aburrimiento mientras se relamían los dientes por la fragilidad defensiva de los locales... Lo único que importa es que en estos momentos de la temporada, la suerte, los astros o los dioses, califíquenlo como prefieran, visten de grana. Por eso, cuando todavía no había dado tiempo ni a quejarse por el césped del Nuevo Vivero -qué pena que Salmerón solo se parezca a Guardiola en eso-, Elady Zorrilla, una de las novedades del once titular, ya había logrado el gol que le permite reivindicarse después de muchas semanas relegado al banquillo.

No podían ser más fáciles las cosas. El campo inexpugnable, el estadio donde ningún visitante había sumado tres puntos desde septiembre, solo se le había resistido al Real Murcia cuatro minutos. Tiempo en el que Santi Jara sacó a pasear su pie para, desde prácticamente su casa, sin necesidad de levantarse del sofá, con el mando de la play en la mano, meter un centro al área que, además de destapar la fragilidad defensiva local, despertó la voracidad ofensiva murcianista. Chrisantus sacó la navaja, pero fue Elady el que se llevó el premio.

'Un poco de épica, por favor', pensaría cualquier guionista que desde su casa disfrutase del partido. Y el Real Murcia, al que le ponen demasiado las cosas difíciles, se dio el privilegio de dar vida a su rival. Fue seis minutos después. El colegiado señalaba penalti por unas manos de Forniés dentro del área -vaya unas semanas que lleva el lateral de desaciertos en defensa- y Ruano metía al Badajoz de nuevo en la batalla. No solo eso, impulsaba a los pacenses, que a partir de ese momento fueron los únicos que lo intentaron. Con golpes débiles, como en esas peleas de cojines entre un padre y un hijo, o entre dos enamorados, los locales fueron ganando metros en el terreno de juego. Aunque su valentía siempre acababa en los pies de un Charlie Dean brillante y de un Molo que se ha convertido en su fiel escudero. Más sufría Juanra para mantener el pestillo por la derecha.

Álex Rubio, Jesús y Ruano se empeñaban en mantener el cartel de 'inexpugnable' en la puerta del Nuevo Vivero, pero el Real Murcia no dejaba que se le notasen los nervios, y eso que Armando y Juanma ofrecieron una de sus peores versiones, y que Mateos era un central más en medio de una guerra en la que pronto los jugadores ofensivos de Salmerón quedaron descartados.

Como el que se sabe ganador, como el que tiene claro que el chico o la chica más guapa del baile acabará a su lado al final de la noche, el Murcia se limitaba a resistir. Su papel estaba tan bien interpretado que incluso Biel Ribas empezaba a perder el tiempo cuando apenas habían transcurrido unos minutos de la segunda parte. Imitando el combate final de cualquier película de Rocky, los de Salmerón iban encajando golpes. Unas veces ajenos, otras propios, como la lesión de Molo o la marcha por problemas físicos de Juanra, pero cuantos más inconvenientes, más posibilidades de victoria.

Quedó confirmado en una acción aislada. Carlos Martínez no había ni calentado cuando, como ocurriese ante el Extremadura, ya se sentía protagonista. El exlorquinista metía el balón al área y un defensa local golpeaba entre la cara y el pecho a Elady. Si el colegiado no dudó en señalar penalti, menos dudó el andaluz en tirarlo. Con sangre fría, apretando el botón de cámara lenta del mando a distancia, el pichichi grana lograba el segundo gol de la tarde. Para dar mayor valor a la victoria, solo once minutos después Carlos Martínez y Fran Carnicer rememoraban viejos tiempos en una jugada que acabó con un gol que el Badajoz sintió como ese golpe con el que Rocky Balboa decidía que había acabado el combate. Y es que ya lo decía el personaje interpretado por Stallone, «el verdadero luchador no es el que pelea con sus puños por un trofeo, sino el que lucha con el corazón para alcanzar sus sueños».