¿Cómo entró el deporte en su vida?

Fue a través de mi padre, que se hizo socio del Club de Tenis Cartagena, y así nos iniciamos mi hermano y yo, cuando tenía seis años.

¿Y empezó a destacar pronto en el tenis?

Bueno, siempre estuve desde pequeño entre los mejores jugadores de la Región de mi categoría. En juveniles gané algún torneo regional y a nivel nacional lo intenté, pero se complicó porque no había muchas oportunidades, había que irse fuera y tampoco había muchos entrenadores.

Es que en los 70 no había tantas oportunidades.

Recuerdo que solo tuvimos en una época un buen entrenador de Valencia que vino a Cartagena. Además, como dices, en aquella época no era lógico dedicarse al deporte, había que estudiar. Intentábamos estudiar, jugar y luego enseñar. De hecho, a los 19 años me saqué el título de motinor nacional y a los 22 dejé de competir para dedicarme a la enseñanza.

¿Ha cambiado mucho la enseñanza en el tenis?

Ahora mismo hay mucha más profesionalidad y formación, hay muchos cursos y simposios, aunque en aquella época yo ya me recorría España haciéndolos para reciclarme.

¿Cómo llegó a La Manga Club?

Llegué en julio de 1987. Fue de las formas más casuales de la vida. Yo era el director del CT Cartagena y llamaron allí preguntando si había alguien que les pudiese echar una mano en Semana Santa porque estaban a tope. En aquella época también tenía mi propio club y llevaba varias escuelas por Cartagena, pero me hicieron una buena oferta y cambié todo lo que tenía.

Pues mantenerse tanto tiempo es difícil.

Así es, llegué para un par de semanas y llevo ya más de treinta años aquí.

¿Cuántos tenistas famosos ha visto pasar por allí?

Madre mía, yo diría quién no ha pasado. Desde los Sánchez Vicario, Corretja, Costa, Moyá, Agassi... Recientemente hemos tenido a Kevin Anderson y, por supuesto, a Nico Almagro y David Ferrer. Y a nivel femenino, Martina Hingis, Kournikova, Patty Schnyder...

Y esta semana a Garbiñe Muguruza.

Ha sido el gran regalo que hemos recibido por traer esta eliminatoria de Copa Federación a La Manga Club. Por ranking, caché y personalidad, Garbiñe es la mayor embajadoras del tenis femenino ahora mismo. Es una bendición que venga, pero no solo ella, porque con el equipo que trae España, debería estar peleando por ganar el Grupo Mundial.

También viene María José Martínez, que después de ser madre ahí sigue, todo un ejemplo.

Lo suyo es pasión por el deporte, no influye el dinero. Después de ser madre si sigues en este mundo es porque te gusta el tenis. Cuando uno decide tener familia y adquirir otra serie de condicionantes que hacen que todo sea más complicado, ya no solo te debe compensar a nivel económico. Y encima sigue defendiendo a su país.

¿Son Nadal y Federer los mejores de la historia?

Son dos modelos distintos. Federer es arte puro y lo de Rafa son todos los factores unidos para llegar a triunfar en algo en la vida.

Pues la generación de su juventud no fue mala.

Hombre, estaban McEnroe, Yannick Noah, Borg, Lendl, Matts Wilander, Becker y Sampras. Pero de todo lo que yo he visto, la perfección absoluta es Federer.

¿A quién se quería parecer de niño?

A McEnroe seguro que no porque en aquellos tiempos era el personaje más impopular aunque jugaba mucho, pero Yannick Noah y Guillermo Vilas eran referentes. En España, tras Manolo Santana y Orantes, llegó Emilio Sánchez Vicario, aunque su caso es más reciente.

¿Llegan muchos tenistas a La Manga Club buscando anonimato para trabajar?

La ventaja que tenemos es que un sitio superreservado. Además, la clientela es muy internacional y no interfiere en nada. Por no molestar ni piden autógrafos y la verdad, lo que más le gusta a la gente es la privacidad. Ellos vienen buscando un sitio donde poder entrenar sin preocuparse de factores externos.

El problema que tienen es que no pueden tener escuelas para niños.

Esa es la otra parte de la moneda. No tenemos escuela de todo el año, sino semanales porque la gente va variando mucho. No podemos hacer como el Murcia Club de Tenis o la academia de Juan Carlos Ferrero.

¿Y no hay ahora excesiva oferta de escuelas?

La gran diferencia es que en mi juventud el tenis era el deporte que habíamos elegido porque nos gustaba, pero hoy en día los niños tienen que ser profesionales a los doce años, el deporte se ha convertido en una profesión a elegir. Los propios padres creen que sacar campeones es como hacer churros, pero eso no funciona así. Se ha profesionalizado todo demasiado pronto.

El problema es dar el salto.

El salto de los 16 a los 18 años es muy duro porque los chicos reciben presión y encima está el tema económico, porque con 50.000 euros no haces la campaña de un jugador que intenta a llegar a ser profesional.

¿Y quién puede sobrevivir a eso?

Solo los que tienen el apoyo de patrocinadores o de la Federación. Hay muchos jugadores que se caen porque no tienen ayudas y es inviable. Y ya sabes que hasta que no estás entre los cien primeros del mundo no haces dinero, y para eso hay que correr mucho. Un 200 o 300 del mundo, aunque gane dinero, también pierde mucho.

En 1991 organizaron en La Manga Club una eliminatoria de Copa Davis. ¿Cómo fue aquello?

La Copa Davis es un monstruo, son palabras mayores. Ahora se ha profesionalizado todo al máximo pero ya en 1991 la organización de aquello fue tela. Yo le llamaba el torneo de los no derechos, porque te obligaban a todo y no te daban dercho a nada.

Por último, ¿hay ahora futuro en la Región?

Sí, ahí tenemos a Carlos Alcaraz, que va a ser un gran tenista como ya ha demostrado, y también está Jaime Caldés, que le está pegando muy fuerte ahora mismo.