El pasado verano, cuando Ibon Navarro Pérez de Albéniz (Vitoria, 30 de abril de 1976) recibió la llamada de Alejandro Gómez, director general del UCAM Murcia CB, acababa de vivir el momento más traumático de su carrera deportiva, con un descenso después de salvar milagrosamente un curso antes al Manresa. Encima, el club murciano había recibido la negativa, segunda consecutiva, de Fotis Katsikaris, después de clasificar al equipo para los play off por primera vez en su historia en la 2015-2016 y de llegar al rescate en la 2016-2017 para sacar a los universitarios de los últimos puestos y llevarlos hasta la novena plaza de la clasificación. El griego, idolatrado por la afición del Palacio de los Deportes, había puesto el listón tan alto, que cualquiera que fuera su sustituto, tendría que convivir con su alargada sombra. «Cualquiera que venga a Murcia se le va a comprar con Fotis. No estamos hablando de un entrenador normal. Ha firmado las dos mejores temporadas de la historia del club y que se me compare con Katsikaris es un orgullo. Que el club haya pensado en mí para sustituirle, más que miedo me supone un halago. Ahora lo que hay que hacer es responder a esa confianza que han depositado en mí, pero no me supone una presión», decía Navarro, licenciado en Química y que solo tiene contrato hasta el final de la presente campaña, amante de los grandes retos, el pasado verano en una entrevista a LA OPINIÓN. Ocho meses después, ya casi nadie se acuerda de Katsikaris en las gradas del Palacio porque Ibon Navarro ha logrado acabar con las odiosas comparaciones gracias a que el UCAM, bajo su dirección, firmó la mejor primera vuelta de su historia, en la que se ganó en la pista jugar la Copa del Rey donde no estuvo presente por la norma de la clasificación automática del anfitrión; se ha clasificado para la 'Final Four' de la Champions League eliminando en octavos de final al equipo dirigido por su antecesor en el cargo; y a seis jornadas para el final de la liga, es octavo y está vivo en la lucha por entrar en el play off con una plantilla que ha vivido muchas contrariedades. Comenzó definiendo bien un estilo de juego; se adaptó a las circunstancias por las lesiones; cambió la dinámica perdedora en finales igualados; definió bien los roles, primando el grupo sobre las individualidades; y cambió posiciones de jugadores sobre la marcha con éxito.

Implantar la filosofía del esfuerzo.

«El esfuerzo es innegociable». Esta frase la ha pronunciado Ibon Navarro en multitud de ruedas de prensa. De hecho, no ha permitido que ningún jugador se salga del guión establecido. Hasta jugadores que en otros equipos no habían practicado la cultura del esfuerzo y que siempre habían vivido de su talento, como Clevin Hannah, entendieron el mensaje. Lo tuvo más fácil con Brad Oleson, Sadiel Rojas, Kevin Tumba o Charlon Kloof, un gran descubrimiento, que en muchas ocasiones han tirado de sus compañeros en defensa. La plantilla estaba diseñada por Alejandro Gómez con una identidad muy definida y el entrenador ha logrado lo más difícil en el deporte, llevar a la práctica la teoría.

Compensar una plantilla descompensada por las lesiones. Desde el primer día, Ibon Navarro tuvo compensar una plantilla que en el primer partido de pretemporada ya se descompensó por la lesión de José Ángel Antelo. Tuvo que convencer a Ovie Soko, renovado para jugar de '3', que tendría hacerlo exclusivamente de '4' por las circunstancias, además de tratar de sacar rendimiento a un Marko Lukovic al que él mismo recomendó pero que nunca se llegó a adaptar al equipo ni a la filosofía de juego, siendo despedido tras la reincorporación del capitán. Además, el concurso de Vítor Faverani ha sido hasta el momento testimonial cuando se trataba del pívot con más puntos en sus manos. Pese al déficit intimidador en ataque de los hombres grandes, el equipo desarrolló otras cualidades que taparon los defectos de una plantilla elaborada con un presupuesto muy limitado.

Madurar tras perder partidos con finales apretados. No se le dieron bien al UCAM Murcia los finales apretados en la primera vuelta. En el recuerdo aún está fresca la oportunidad perdida ante el Real Madrid con los tiros libres fallados por Sadiel Rojas, o las canastas de Bojan Dubljevic (Valencia Basket), Matt Thomas (Obradoiro) y Marko Popovic (Fuenlabrada) que provocaron tres derrotas en los últimos segundos. La apuesta del preparador por optar siempre por defender y no hacer falta personal al rival fue criticada, pero Ibon Navarro ha logrado dar la vuelta a la situación. Su gestión en el polémico partido en Turquía ante el Pinar Karsiyaka, no perdiendo nunca los nervios y manteniendo la templanza de sus jugadores, fue muy aplaudida.

Gestión del grupo y reparto de roles. El grupo está por encima de las individualidades. Aunque Clevin Hannah y Ovie Soko han tenido un papel más protagonista ofensivamente, ningún jugador ha firmado espectaculares actuaciones que le han hecho brillar sobre los demás. Ha logrado que la pareja de bases dejara en el 'olvido' a Facundo Campazzo, quien parecía insustituible, además de definir los roles y que todo la plantilla los acepte, sabiendo que cada uno tiene su espacio y su momento en los partidos. De hecho, el ingreso de Augusto César Lima en el vestuario no fue traumático, sino todo lo contrario. Aunque en varias ocasiones el técnico deslizó que el hispanobrasileño llegaba para ocupar un puesto que estaba bien definido por Kevin Tumba y Marcos Delía, ha logrado que todos tengan su espacio, manteniendo el protagonismo de los tres. También tuvo que hacer encaje de bolillos con los cupos de la Champions, teniendo que descartar siempre en la primera fase a dos jugadores. Pese a ello, el equipo logró la clasificación para las eliminatorias por el título.

Además, la evolución ha sido hacia un equipo más solidario, siempre buscando el pase extra y aumentando el número de asistencias por choque.

Cambios de posiciones con éxito. No solo Ovie Soko tuvo que cambiar de posición, pasando del '3' al '4'. También Marcos Delía, acostumbrado toda su vida a jugar de '5', se ha adaptado a actuar como ala pívot para dar descanso al británico durante el último mes, en el que tampoco ha podido jugar Antelo. Además, después de la lesión de Alberto Martín, se encontró con una de Hannah que dejó la plantilla, confeccionada con tres directores de juego, con solo uno -Kloof-. En dos partidos tuvo que echar mano de Álex Urtasun como base, un papel que el navarro saldó con éxito.