Desde hace dos semanas, Miguel Martínez y Deseado Flores deciden quién accede a las oficinas de Nueva Condomina. Para cruzar la puerta del estadio hace falta un DNI y que el guardia de seguridad colocado por el consejo de administración dé el visto bueno.

El primero que vio vetada su entrada fue Mauricio García de la Vega, que tras el golpe de estado ejecutado por los socios de Raúl Moro para secuestrar el club no ha podido entrar a su despacho. No solo eso, el mexicano tampoco puede tener contacto alguno con el cuerpo técnico y los jugadores, y su hombre de confianza, Pedro Gómez Carmona, fue despedido como director de fútbol solo dos meses después de ser contratado.

Pese a quedar en fuera de juego, el representante ha preferido guardar silencio, aunque el domingo 25 de marzo aparecía por sorpresa en la explanada de Nueva Condomina para hablar con los aficionados que se manifestaban en contra del lío institucional que ha convertido al Real Murcia en un circo. De la Vega no dudó en contestar a todas las preguntas de los presentes, asegurándoles que es el dueño del club e intentándoles hacer ver que en seis semanas no se pueden solucionar todos los problemas del club.

Los seguidores que vivieron en directo el acercamiento del norteamericano no dudaron en aplaudir el gesto, agradeciéndole que por lo menos hubiera dado la cara, todo lo contrario que un consejo de administración que se está moviendo en la sombra. Donde no sentó nada bien la aparición de De la Vega fue en los despachos de Nueva Condomina.

De hecho, en los días posteriores, Miguel Martínez, al que los aficionados ya señalan como el gran culpable de todo lo que está ocurriendo junto a Deseado Flores, se mostró enfurecido por el acercamiento del mexicano a los aficionados, de hecho, según personas cercanas al murciano, no dudó en llamar a De la Vega para reprocharle su actuación, insistiéndole en que se mantuviera al margen.