Viajar puede tener efectos beneficiosos para la salud. Es una de esas recetas que suelen salir de las consultas psicológicas. Qué mejor que abandonar la rutina para dejar de lado la ansiedad y el estrés. Qué mejor que vivir nuevas experiencias para alejar de tu cabeza los problemas. Un camino así es el que han tomado los jugadores del Real Murcia en las últimas semanas.

Cuantos más problemas se acumulan a su alrededor, más lejos vuelan sus cabezas, tan lejos que cuando saltan al terreno de juego su mente está completamente despejada. Ocurrió ayer en Nueva Condomina frente a Las Palmas, sucedía hace una semana en Granada y pasaba quince días antes contra el San Fernando en casa. En plena lucha de poder por la gestión del club, la plantilla insiste en transmitir un mensaje claro, 'aquí mandamos nosotros'. Y, si los de arriba no encuentran soluciones, los de Salmerón se han empeñado en matar crisis con victorias.

Fue un partido extraño, un encuentro en el que el Real Murcia se vio a favor sin incluso levantarse de la cama, y mira que ayer tocó madrugar por el cambio de hora, un choque en el que los murcianistas perdieron una nueva ocasión para hacer que sus aficionados, además de al marcador, también miren al césped. Porque el Murcia ganó, pero no dominó a un rival de la parte baja, no generó peligro hasta los últimos minutos e incluso se permitió poner en riesgo lo que había logrado prácticamente sin merecerlo.

Mientras que Las Palmas Atlético empezó dominando, intentando encontrar alguna grieta en una muralla construida a base de roca, el Real Murcia apenas pasaba del centro del campo. Biel Ribas salvaba un remate de Artiles y Molo se vestía de Superman para frenar a un Gopar que ya dibujaba en su cabeza cómo definir un uno contra uno. Un disparo de Juanma a las manos de Josep fue lo único destacable de los murcianistas en los primeros veinte minutos.

Sin embargo, al contrario de otras ocasiones, demostrando ese topicazo que dice que el fútbol unas veces te da y otras te quita, los granas no tuvieron ni que acelerar para coger la primera curva en la pole position. Si en el 20 Chrisantus se empeñaba en dejar claro que ha llegado a Murcia con un hambre voraz, en el 21 un centro de Santi Jara era peinado hacia atrás por un Erik que ni en sus mejores sueños hubiera imaginado meter un gol así. Lo único malo es que lo hizo en su propia portería.

El escenario que se abría era inmejorable. Los de Salmerón tenían la oportunidad de dar una alegría a sus aficionados, de regalarles un triunfo que fuera más allá de mirar al marcador y sonreír. Y es que desde que el almeriense llegó al banquillo, lo de enamorar quedó arrumbado en un rincón. Pero, posiblemente pensando que lo peor que se puede hacer es malacostumbrar a la gente, el Real Murcia se limitó a cumplir, como esos estudiantes para los que sacar un 5 es más que suficiente.

Tampoco les hizo falta más, porque el filial de Las Palmas apenas encontró recursos para poner en aprietos a los murcianistas, muy cómodos con un centro del campo en el que Armando y Juanma siguieron afianzándose como una pareja ideal. Era tal la preocupación del Real Murcia por no perder la compostura, que a Fornies prácticamente no se le vio en todo el partido en acciones de ataque y Orfila solo asomó la cabeza en un par de ocasiones. Tampoco ayudaba a dar brío al ataque la lentitud de un Pedro Martín cuya cara buena hace tanto tiempo que no aparece que ya está completamente olvidada. Solo Chrisantus genera peligro de la nada, aunque sin compañeros que le apoyen, sin amigos que le lancen un flotador en medio de un mar lleno de tiburones, es prácticamente imposible.

La película iba avanzando y, pese a que ninguno de los dos equipos conseguían bailar una melodía rítmica, nadie descartaba que llegase el empate. No por el hambre de Las Palmas Atlético. Solo por la lógica. Cuando un equipo en su estadio es conformista, cuando un equipo ante su afición juega con el corsé puesto, a no dejar escapar el 1-0, lo normal es que al final cualquier rival te ponga un sello en la frente.

Y si no hubo susto fue gracias a David Sánchez. En apenas unos segundos los acontecimientos se amontonaron. Edu caía dentro del área, pero el árbitro, que dio la sensación de llevarse el silbato a la boca para señalar penalti, pensó que Artiles estaba en una situación propicia para el disparo y ordenó continuar. El delantero canario, en vez de distraerse con las protestas de sus compañeros, miró a puerta aunque se estrelló con el palo.

La madera salvaba al Murcia, sin embargo el balón salía hacia dentro y cuando muchos ya veían como la amenaza del empate se convertía en realidad, David Sánchez apareció para despejar los fantasmas y avisar a sus compañeros de que si seguían haciendo caso a su entrenador, de que si preferían mirar atrás antes que al frente, al final Nueva Condomina vería escapar una nueva victoria.

La ocasión errada por Las Palmas supuso una doble condena para los visitantes. No solo no conseguían la igualada sino que además comprobaban que el Real Murcia despertaba de una siesta que no falla en cualquier encuentro que disputen los murcianistas.

Armando, que en los últimos tiempos ha descubierto su capacidad de asistente, sirvió un balón inmejorable que Chrisantus, siempre bien colocado, siempre peligroso, envió fuera. Orfila, en la salida de un córner, también siguió demostrando que los granas habían cambiado el guión, que ahora la portería que importaba era la defendida por Josep. A ello ayudaron los dos últimos movimientos de Salmerón. Si en el primero se le vieron las preferencias -o preocupaciones- del técnico almeriense (Pallardó sustituía a Juanma), en los dos siguientes apostó por agitar el partido.

Titulares hasta hace poco, Fran Carnicer y Elady se tuvieron que conformar con unos minutos sobre el terreno de juego. Le sentó al Murcia bien la salida de ambos. De hecho, el sprint final del encuentro fue de color grana. El andaluz se permitió fallar hasta en dos ocasiones en una situación inmejorable, confirmando que su renovación no ha sido tan positiva como pensaban en el club. Pero si lo hizo en el minuto 88 cuando el colegiado señaló un penalti que Elady no dio la oportunidad a nadie de disparar. Fue el gol que confirmaba el triunfo, un tanto que debería haber llegado antes dada la superioridad sobre el papel de los granas frente a los canarios, pero que todos dieron por válido. Los jugadores porque demuestran que las crisis institucionales no van con ellos y los aficionados porque, después de tantas penurias, se conforman con encontrar una alegría aunque solo sea mirando al marcador.