Con los triunfos ante el Linense, El Ejido y UCAM Murcia, muchos creían que los problemas del Cartagena con su propio estadio estaban completamente olvidados. Y otra vez vuelta a las andadas: empate a cero con el Mérida, derrota ante el Marbella y dos puntos regalados al Granada B. Como al principio de temporada, y al igual que el curso pasado durante demasiadas jornadas, el conjunto que dirige Alberto Monteagudo tiene un problema muy serio como local. De hecho, es de los pocos equipos de la categoría que ha sumado más puntos como visitante (27) que en casa (26). Los datos son muy flojos para un equipo que aspira al liderato del grupo. Sus rivales más directos (Extremadura y Marbella), son bastante más solventes en casa.

En el balance general, el Cartagena ha ganado solo la mitad de sus partidos como local (7 de 14). El año pasado acabó con 33 puntos en casa, tras otra lamentable segunda vuelta, donde los problemas fueron a más y acabaron cuartos en la clasificación.

La situación es especialmente preocupante cuando la película se repite una y otra vez: el Cartagena sale enchufado al partido, se adelanta en la primera parte, y luego se deja llevar. Tiene ocasiones para rubricar el encuentro y marcharse a casa con los tres puntos en el zurrón, pero las desperdicia. Y entonces, cuando más controlada está la situación, un zarpazo del equipo rival les coge desprevenidos y se marchan a casa con la sensación de que han volado dos o tres puntos que no se tenían que haber escapado.

En el balance general de la temporada, hay victorias muy convincentes con sustos al final (especialmente ante el UCAM Murcia o contra el Recreativo en la primera jornada), empates a cero en los que el equipo no da la talla (con el Villanovense, el Córdoba B o el Mérida) y derrotas muy dolorosas. Ante el Marbella, por ser un rival poderoso y por la polémica que rodeó al encuentro, el descontento se dirigió más hacia el colegiado que hacia el propio equipo. Sin embargo, contra el Betis B los de Monteagudo cayeron por 1-4, si bien es cierto que una expulsión en el tramo final provocó que el equipo se desvaneciera y se entregara a los brazos de un rival desatado en ataque (aunque a día de hoy está en puestos de descenso).

Sin embargo, la peor actuación que se recuerda del Cartagena en su estadio no acabó en derrota. Ocurrió una mañana de finales de octubre, con el filial de Las Palmas enfrente, un equipo que por entonces era colista. El Cartagena venía de jugar con el Sevilla en Copa del Rey, y salió al campo con la desidia de quien piensa que va a ganar el partido con el escudo. Nunca Alberto Monteagudo había acabado un partido tan enfadado. Al final se salvó un punto ante un equipo canario que mereció llevarse la victoria cómodamente.

Aunque nunca se ha jugado tan mal como aquel día, el patrón se repite en algunas ocasiones. Sobre todo, con el resultado a favor. Se echa en falta la agresividad en la presión y la contundencia de los partidos como visitantes. Ello provoca el enfado de la grada, a la que no le acaba de convencer el técnico manchego. De hecho, muchos abandonaron el feudo albinegro después del empate del Granada B cuestionando el cambio de Aketxe (el goleador del equipo) por Sergio Jiménez, para amarrar el centro del campo. Es de ese tipo de cambios que, cuando sale mal, se critican en masa, aunque teóricamente sea perfectamente comprensible.

Por delante, el Cartagena tiene cinco partidos en casa para arreglar el entuerto, la mayoría de ellos ante equipos de la zona baja de la clasificación: Jumilla, Extremadura, Badajoz, Lorca Deportiva y Écija. Son quince puntos en juego en el Cartagonova que determinarán en gran medida si por fin los albinegros se encaraman al primer puesto del grupo IV o acaban pidiendo la hora como la temporada pasada para entrar por la puerta de atrás en el play-off y enfrentarse a tres eliminatorias a vida o muerte para subir a Segunda División.