El CD Minerva se ha topado con la dura realidad de la Segunda División Femenina de fútbol el año de su debut. A seis partidos para que finalice la competición regular, el equipo dirigido por Tano Moltó y compuesto por dieciséis jugadoras no ha ganado ni un solo partido de liga de los veinte que ha disputado. Cero puntos, 92 goles en contra y solo dieciséis a favor. Los datos son demoledores y la realidad debería decir que el equipo ha perdido toda la alegría, la solidaridad y el compañerismo en una situación tan dura.

Sin embargo, las propias protagonistas de esta historia no lo ven así. Para ellas el fútbol es algo más que ganar, aunque saben que la victoria aporta un enorme subidón de moral. El año pasado, por ponernos en situación, no perdieron ni un encuentro de liga y ascendieron por la puerta grande a la segunda categoría nacional.

Esta temporada les ha tocado vivir la otra cara en un deporte que aman. «Desde el primer momento hemos sido conscientes de que iba a ser difícil competir en una categoría donde la diferencia entre clubes es abismal», explica Leticia Calvo, una de las capitanas del equipo. «Hay veces», añade la jugadora, «que las cosas no se pueden controlar. Esta temporada hemos tenido mil problemas que se han ido sumando uno tras otro (lesiones, trabajo, falta de patrocinadores), y ya sabes que a perro flaco todo son pulgas».

Sin embargo, asegura que han tratado en todo momento de evitar roces o malos rollos. «Aunque perdamos no hay discusiones», dice María González, otra de las jugadoras del equipo, quien desde pequeña ha sido una apasionada del fútbol. «Hemos aprendido que unas veces te toca ganar y otras perder, pero ahora lo que tratamos de hacer cada vez que salimos al campo es divertirnos jugando a lo que nos gusta», añade la joven futbolista.

Asumen el destino de esta temporada, pero no se arrepienten de lo que les ha deparado esta vez el camino y aseguran que volverán a intentar el año que viene de nuevo el ascenso. «Esto es un equipo y tratamos entre todos que no haya fisuras. Unas veces les toca a unas y otras veces a otras, pero sí que es verdad que hay mucho trabajo de psicología detrás, especialmente del entrenador», añade Leticia.

Aprovecha la capitana del CD Minerva para reivindicar el espacio que le corresponde al fútbol femenino en la Región. Dice que a pesar de la gran cantidad de chicas que lo practican, sigue faltando el apoyo de las empresas, instituciones y la federación. «Lo más importante es decirles a las niñas que les gusta el fútbol que no se repriman. En Cartagena la mentalidad sigue siendo un poco pueblerina y cuando una niña explica en casa que quiere jugar a este deporte le dicen que mejor otra cosa, como el ballet. No deben tener miedo al qué le dirán los demás si el fútbol les hace felices».

«Es un esfuerzo de todos. Una cosa es lo que nos tratan de vender y otra es la realidad del fútbol femenino que vemos cada día. Un deporte que debe seguir evolucionando», añade la jugadora del CD Minerva.