Antonio Fraguas 'Forges' fallecía el jueves. Pero antes de marcharse quiso regalar a sus seguidores una última viñeta a través de las páginas de El País, donde cada día desde hace más de veinte años nos animaba a ver el mundo desde otro ángulo. En esa viñeta póstuma aparece un hombre que mientras camina se acerca a una piedra y reflexiona: «La piedra es el único objeto inanimado capaz de tropezar dos veces con el mismo hombre». Junto a este mensaje hay un segundo 'bocadillo' más pequeño en el que se puede leer «...y si cuela, cuela». El dibujo lucido el viernes por El País en su portada, bien podría ser repetido hoy lunes en las páginas dedicadas al Real Murcia de cualquier diario murciano. Porque los granas, después de tropezar con un Córdoba B que ya les sacó los colores en la primera vuelta, no solo no ganaron sino que al final se agarraron a la mala suerte y a las ocasiones falladas para tapar un problema de gol más que evidente y en el que tropieza cada semana. 'Si cuela, cuela', deben pensar en las oficinas de NC.

No podía fallar ayer el conjunto grana. No debía hacerlo en su casa y ante un rival que en las últimas ocho jornadas solo había sumado cuatro puntos -una victoria ante Las Palmas y un empate frente al Mérida-. La clasificación tampoco dejaba dudas. Mientras que el Real Murcia, por mucho que Salmerón diga lo contrario, está obligado a mirar al primer puesto, el Córdoba B llegaba a Murcia en puestos de descenso y con el agua al cuello. Solo había un pero. Como esos avisos que te saltan en el ordenador cuando vas a abrir una página que el navegador considera como peligrosa, los granas afrontaban un partido fundamental con las imágenes de lo ocurrido en la primera vuelta en la cabeza. Y es que nadie ha olvidado aquel partido de octubre, con Víctor Basadre en el banquillo, en el que filial blanquiverde hizo protagonista de un chiste a la defensa murcianista.

Las posibilidades de tropezar en la misma piedra eran mínimas. El muro construido por Salmerón nada tiene que ver con la gelatina que cocinó Manolo Sanlúcar en el inicio liguero. Sin embargo, la victoria y, por tanto, los tres puntos acabaron en el mismo lado, en el de un filial que seguro que ya ha pedido amistad al Real Murcia a través de Facebook.

Con las espadas afiladas, la defensa murcianista se adaptó a la ausencia de Molo, e incluso intentó no echar de menos a Biel Ribas, que por primera vez en la liga se quedaba fuera de la convocatoria por lesión.

No sufrieron los locales en la primera parte. Con un Córdoba B alocado, que a veces corre más con las piernas que con la mente, la presencia de Fran Carnicer en el centro del campo se notó más de lo habitual. Tampoco desentonó Juanma, que, presionando una y otra vez la salida de balón de los visitantes, hizo ver a sus compañeros que los 36 goles que aparecen en el casillero de tantos encajados de los blanquiverdes no era ninguna mentira.

Sin meter la quinta, el motor del Real Murcia se autobastaba. También gustaba a la afición ver a Chrisantus, el nuevo ídolo de Nueva Condomina, en el once titular. Era el 'As' utilizado por Salmerón para acabar con una sequía goleadora que se viene alargando ya demasiadas jornadas.

Con un césped inmejorable y con un solecito que invitaba a tumbarse en la hierba y coger un poco de color, el Real Murcia se sintió muy cómodo desde el principio. Tan cómodo que optó por jugar al trantrán. Como esos jóvenes que se creen que con estudiar la noche antes será suficiente para aprobar el examen, los futbolistas granas fueron avanzando más por los espacios cedidos por los visitantes, a los que el centro del campo les preocupaba más bien poco, que por sus propias combinaciones.

Antes del minuto cinco Chrisantus ya había dejado claro que su objetivo no es otro que dejar en el banquillo a Pedro Martín, algo que, viendo los números del malagueño, no parece complicado. Y en el 17, en una de las mejores jugadas de los locales, la pierna de Alberto dejaba sin gol a Fran Carnicer. No hizo falta una segunda intervención del meta del Córdoba B, porque en el minuto 41 fue el larguero el que se cruzó en el camino de Chrisantus.

No manejaba Salmerón un bólido. De hecho, Elady, que volvía al once, ni apareció en la primera parte. Tampoco encontró facilidades para entrar por banda Carlos Martínez, y los laterales, a diferencia de hace dos semanas ante el Villanovense, dedicaron sus esfuerzos a evitar que el Córdoba B se lanzase a la contra. El Real Murcia viajaba en un utilitario, pero, viendo lo que ocurría sobre el césped, nadie imaginaba que los de José María García acabarían adelantando por la izquierda y saludando por el retrovisor.

Pero en el minuto 43 los aficionados granas volvieron a comprobar que la palabra 'calma' no existe en Nueva Condomina. Una falta al borde del área sería la que condenaría al Real Murcia. Cuando las miradas estaban puestas más en acercarse a la cantina a pillar un refresco y unas patatas fritas, Waldo dejó claro a los locales que por mucho que vayan de lobo siempre acaban balando como corderitos. Su lanzamiento, más potente que colocado, ni encontró oposición en la barrera ni lo hizo ante un Santomé que vio como el balón entraba directamente por su palo.

Ni el 0-1 hacía modificar las apuestas. El gol de Waldo solo significaría el despertar de la bestia, pensaban los optimistas y los pesimistas. Sobre el campo continuaba Chrisantus, el '9' llegado en el mercado invernal para olvidar a Víctor Curto. También estaba por aparecer Elady, el pichichi murcianista. Y, si la complicación se alargaba, Santi Jara, Jordan y Pedro Martín esperaban su turno en el banquillo.

No hubo una alternativa que dejase sin utilizar José María Salmerón. Pero cada carta que ponía sobre la mesa el técnico grana era rebatida y con éxito por el preparador cordobesista, que en el minuto 64 fortificaba su defensa con la entrada de Javi Soler. Instalado entre Esteve y Copete, el valenciano actuó como un golpe de efecto, como un puñetazo en la cara de un Real Murcia que ha pasado de tener una defensa carnavalera a contar con un ataque que da menos miedo que un personaje de Disney. Quedó demostrado en el 68. Con todo a favor, cuando solo había que lanzar una mirada asesina al portero contrario, Chrisantus se solidarizó con Pedro Martín y con Salva Chamorro, éste último ya fuera de la plantilla murcianista, al estrellar en el cuerpo de Alberto un mano a mano. «Ni a propósito lo hace peor», dirían nuestras madres en una de esas frases que solo pueden salir de sus bocas.

Era tal la ansiedad del Real Murcia que el Córdoba B se dio cuenta demasiado pronto que la victoria estaba en sus manos. Mientras que Elady, al que le sobran dos regates y medio cada vez que entra en contacto con el esférico, y Santi Jara competían por ver quién tenía el balón más minutos en sus pies, Salmerón apostó a la desesperada por la estrategia que menos interesaba. Rompió el partido, olvidó el centro del campo y miró al cielo reclamando un poco de suerte para sus delanteros, pero el único que sacó el balón de la red fue Santomé, que en el tiempo extra vio como Sillero se llevaba el premio que había buscado sin éxito en dos ocasiones anteriores.