Alumbres, diputación cartagenera a medio camino entre el casco urbano y La Unión, fue un referente deportivo en la zona en las décadas de los sesenta y setenta gracias al poblado de Repsol en el Valle de Escombreras. En los ochenta llegó a tener un equipo de fútbol en División de Honor juvenil, pasando por el campo de El Secante, entonces de tierra, los grandes del balompié español. Después de una larga travesía del desierto, sin conjuntos en las categorías nacionales, en 2012 nació la Sociedad Fomento y Cultura Minerva, impulsado por un grupo de vecinos de esta localidad de apenas tres mil habitantes que ya habían estado vinculados a Lasalle. Desde Segunda Regional ha escalado hasta la Tercera División, categoría en la que desde hace una semana está en puestos de play off de ascenso, por delante de equipos con mucho mayor respaldo social como Pulpileño, Pinatar y Águilas, por ejemplo. Junto al Gesa Churra, el equipo cartagenero es, sin duda, la revelación de la temporada en el grupo XIII, ganándose el derecho a soñar en el tramo final de la temporada.

El verano pasado, cuando Pedro Villada, coordinador del club, y Luis Franco, quien lleva desde hace 27 temporadas entrenando de forma ininterrumpida, se pusieron a armar la plantilla, se encontraron con un gran hándicap. La mayoría de los futbolistas que habían logrado el ascenso con el Minerva habían hecho las maletas. «En varias ocasiones estuve a punto de tirar la toalla porque nos costó mucho hacer fichajes», admite el entrenador, que está a punto de cumplir 60 años de edad. «Fue un acierto del coordinador, de los futbolistas de mucha confianza y del entrenador. Se nos fue el equipo entero, nos dejaron tirados. A ver qué hacíamos en Tercera División el primer año, sin presupuesto ni nada», recuerda el presidente, Ramón Doménech Medina, quien también fue uno de los fundadores de la entidad. Después empezó a ser todo más sencillo. «Firmamos a Savu, Fran Cortés y Carlos Saura, jugadores conocidos en la zona, y eso hizo que otros se fuesen animando. De hecho, nos han venido posteriormente otros futbolistas gracias a la buena marcha del equipo y porque la directiva es espectacular, cumple lo que dice a rajatabla, muy humilde y familiar. Por eso hemos podido incorporar a gente como Pelusa o Dani Gómez, que eran impensables para nosotros y que nos han ayudado mucho a estar donde estamos», añade Franco. Ahora, gracias a la espectacular trayectoria de este debutante, «hay futbolistas que se fueron y que nos han llamado queriendo volver», reconoce el presidente, quien no piensa en entrar en el play off y ni mucho menos en ascender a Segunda B, pero si finalmente es una situación que llega «habrá que remar con el Cartagena y el Murcia, aunque espero que el Cartagena suba. Nosotros solo pensamos en la salvación, que la tenemos a tres puntos, y nada más. Jugamos sin presión y todo lo que venga ya es una ilusión y un regalo», dice Doménech.

«Llevo un par de años diciendo que ya está bien, pero aquí sigo», dice Franco, quien mantiene la ilusión de hace casi tres décadas, cuando colgó las botas y se convirtió en el técnico del Cotillas. En todo este tiempo piensa que el fútbol ha evolucionado, pero no tanto como muchos quieren hacer ver: «El entrenador en estas categorías tiene que ser más psicólogo que técnico y no hacer cosas raras. Muchas veces los entrenadores complicamos el fútbol, pero lo importante es saber dónde estás y qué llevas entre manos, que los jugadores con los que tratas no son profesionales, no viven del fútbol, y que tienes que cuidarlos, porque si no se sienten queridos y encima no juegan, lo lógico es que se vayan a otro sitio», afirma. «Aquí se dan gratificaciones, nadie vive del fútbol. A algunos chicos les hemos buscado trabajo y se les ayuda en gasolina, no hay nada más. No hay sueldo fijo, pero cumplimos al día», apunta el presidente, quien afirma que «no tenemos otra cosas que portanos bien con los chicos».

Sin embargo, no corren buenos tiempos para el fútbol modesto, ya que el Minerva no encuentra entre sus vecinos el apoyo que esperaba: «Antes, cuando jugaba Lasalle, el pueblo era una fiesta. Ahora la gente tiene muchos entretenimientos y no viene en el número que nos gustaría», afirma Doménech quien confía en que la buena marcha del equipo atraiga más público a las gradas de El Secante.