Quizá la suerte del deporte rey devolvió al UCAM oportunidades pasadas que se escaparon por la falta de puntería, aunque en el caso de ayer no mereciera ganar. Tampoco fue justo el resultado para un Betis B muy vertical y vertiginoso en sus jugadas de ataque, y que se topó con Javi Jiménez en varias ocasiones. Pero lo que quedó claro una vez más, sin echar un ojo al resultado, es que este UCAM, a tenor de los jugadores de los que ha dispuesto tras seis meses de competición, practica un juego excesivamente mediocre que queda exacerbado cuando su nivel defensivo carece de contundencia y seguridad. José Miguel Campos insiste en la poca 'tranquilidad' que ha tenido un vestuario por el que ya han pasado este curso dos entrenadores y veintiocho futbolistas, un dato que clarifica la inestabilidad vivida por el proyecto de esta temporada y que, casualmente, no tiene tiempo para pararse a respirar.

Entre tanto, el UCAM consiguió sumar ayer tres nuevos puntos especialmente necesarios y que sirven para aportar ese sosiego mencionado. Una paz que los universitarios no encontraron durante los noventa minutos que duró el choque y que solo saborearon tras el pitido final del encuentro. El caso es que el UCAM tuvo claro que debía controlar el partido desde el inicio, ya que los ánimos necesitaban de una buena tila doble bien cargada con posesión, dominio y presión. Pero el filial verdiblanco, una de las mejores canteras de nuestro país, mostró todo su potencial ofensivo y complicó la vida sobremanera al conjunto universitario y apretó la soga de José Miguel Campos hasta la aparición providencial de Marc Fernández.

Insistió por banda derecha en los primeros minutos el UCAM, y se mostró bien ordenado sobre el césped, como suele hacer durante sus mejores actuaciones, e intentando infligir inseguridad en los jóvenes futbolistas verdiblancos. Pero el plan de José Juan Romero, técnico visitante, rompió los esquemas tras un cuarto de hora apacible para el UCAM. El Betis B alternó el juego por dentro y por los extremos del campo y desdibujó a un UCAM que representó, sorprendentemente, la imagen del equipo inexperto. Fue entonces cuando en apenas minuto y medio, Javi Jiménez justificó su cartel de gran portero con dos intervenciones prodigiosas. Necesitaba el riojano una actuación de ese calibre para ganar confianza, y lo hizo con una estirada soberbia tras una bella jugada de Liberto y salvando en boca de gol un testarazo tras saque de esquina de Carlos.

Buscó el UCAM dotar de profundidad a su juego, lo que estiró a los dos equipos en el campo y propició un intercambio de golpes en el que los locales asestaron la primera puñalada. Tras dos buenas intervenciones de los porteros Tienza y Javi Jiménez, en sendos mano a mano ante Víctor García y Aitor respectivamente. Fue en el minuto 22 cuando Marc Fernández sacó su híbrido, un pie derecho que combina potencia y precisión a partes iguales. Bajó y resguardó un globo de Abel Gómez en el vértice del área, recortó para colocar el esférico para su pierna buena, y conectó un lanzamiento preciso a media altura teledirigido hacia la escuadra.

Pero el UCAM, complacido tras ese gol, bajó varios puntos el nivel de interés en el partido y el Betis B lo aprovechó para imponer su ley. Julio Alonso, Liberto y Abreu lo intentaron sin fortuna, pero la más clara antes del descanso la desbarató Javi Jiménez con una 'palomita' a mano cambiada tras un gran remate de cabeza de Liberto. Sin duda, era un presagio que ni el descanso consiguió apaciguar, ya que justo tras la reanudación, en el 48', Aitor Ruibal condecoró una rápida triangulación en la que Redru sirvió perfecto al espacio tras adentrarse desde el lateral del campo y el nueve verdiblanco aprovechó para batir por bajo y cruzado a Javi Jiménez.

El filial bético, no obstante, se relajó tras conseguir el empate, intentando suavizar los ánimos en el partido y confiado en que conforme avanzasen los minutos, dispondría de nuevas ocasiones de gol. En todo caso, los dos equipos perdieron control y precisión en el pase claramente marcados por la fatiga y la ansiedad por ganar, pero especialmente por no perder. El UCAM se sintió más seguro, aunque cada vez más presionado, en el segundo tiempo. Pero Marc Fernández, de nuevo en una de sus apariciones supersónicas, volvió a hacer ordinario lo extraordinario con un tanto sensacional. Peló el poste en el 59' con un disparo con rosca marca de la casa, y espoleado por la frescura que le otorgaron los cambios a su equipo, consiguió la victoria con un tanto de otra categoría. Recibió de Urko Arroyo entre líneas, y con un toque con la izquierda, dejó el balón muerto para girarse y golpear con la derecha un obús imparable que impactó en la parte inferior del larguero y se adentró en la portería sin concesiones. Un doblete sensacional que no apaga el incendio, pero que al menos permite a Campos controlar una semana más la situación.