El vestuario del Real Murcia ha confiado demasiado en sus últimos dirigentes y ahora, cuando el equipo está a cuarenta y ocho horas de cumplir tres meses sin cobrar, la mayoría de jugadores se han quedado 'atados' de pies y manos al no poder contar con la fuerza del sindicato de futbolistas, puesto que el plazo que ofrece la AFE para denuncias por impagos finalizó el 28 de noviembre, una fecha en la que ningún miembro de la disciplina grana se atrevió a denunciar. De hecho, el sindicato ofrece la posibilidad de incluir las cantidades del mismo mes de noviembre, al mismo tiempo que se establece otro periodo en diciembre, concretamente hasta el día 29, en el que se puede añadir el último mes del año en caso de no haber sido abonado.

La confianza de la actual plantilla en la figura del todavía presidente, el extremeño Raúl Moro, junto con Deseado Flores, director deportivo de la entidad hasta la llegada de Pedro Gómez Carmona, llevó a que ningún jugador de la plantilla se cubriera las espaldas con una medida que, de haberse llevado a cabo antes de final de año, ahora sí sería una verdadera medida de presión, ya que en caso de haber denunciado ante la AFE en su momento, la Comisión Mixta de la Federación Española de Fútbol explica, en su circular 5/2017, que una situación así «conllevaría la suspensión de los servicios federativos al club, no pudiendo, entre otras cosas, tramitar el club deudor licencias de jugadores desde el inicio del segundo periodo de tramitación de las mismas de la temporada 2017-2018 hasta el pago de las cantidades aprobadas».

El hecho de que nadie de la plantilla estuviera más atento en este sentido a los constantes impagos deja ahora al vestuario del Murcia en una situación comprometida en la que, más o menos, cada uno tiene ahora que hacer la guerra por su cuenta.

El hecho de que Biel Ribas haya sido el primero en quejarse públicamente de las tres nóminas pendientes ha sacado a la luz que el portero balear tiene una cláusula en su contrato privado con el club que le permite romper el vínculo contractual en el momento que haya un retraso de un mes y diez días en los cobros, algo que se cumple desde hace más tiempo que el que le gustaría a toda la plantilla. El problema con el que tienen que lidiar los dirigentes murcianistas es que, casi con toda seguridad, el cancerbero no es el único que tiene recogido este punto en su contrato, por lo que de tensarse mucho la situación, más de un jugador puede anular su contrato de forma unilateral, por lo que pasaría a estar en el paro y encima podría incorporarse a cualquier otro club, incluso de Segunda B, siempre que la entidad en cuestión tuviera libre una ficha sénior en su primera plantilla.

Mucho más complicado lo tienen aquellos componentes del primer equipo que no tienen la posibilidad de romper su relación con el club porque sus representantes no andaron 'listos' y que por ahora siguen recibiendo promesas sin cumplir que no se traducen en el ingreso bancario que esperan tanto los jugadores como los trabajadores del club.

Antecedentes que funcionaron

En los últimos años del Real Murcia ha sido más o menos frecuente que algún jugador de la primera plantilla haya acudido al sindicato antes de acabar el año en el momento que se le debía alguna cantidad y el desenlace nunca ha sido perjudicial para el club, ya que al existir una denuncia, al menos el futbolista puede negociar un aplazamiento, firmar una prolongación de contrato o bien acordar un periodo de pago con el club, ya que si no retira la denuncia, entonces el club en cuestión si se encuentra con un problema de mucha envergadura. El principal problema es que la plantilla actual, al no haberse cubierto las espaldas con una denuncia ante la AFE, es que ahora solo puede mantener reuniones y exigir lo que le corresponde ante unos dirigentes que están jugando con fuego por cómo puede influir tanta inestabilidad en el capítulo deportivo. El mexicano Mauricio García de la Vega, nuevo gestor del Murcia desde hace poco más de un mes, avisó en su presentación que «no he venido a Murcia a perder dinero», aunque ahora tiene por delante apenas dos días en los que, si cumple su palabra, debería hacer frente a los tres meses que van a cumplirse pasado mañana con tres nóminas pendientes en el primer equipo y cuatro en el filial de Tercera División.