El 1 de julio de 2017 el mundo del deporte quedó conmocionado con la grave caída que sufrió uno de los ciclistas más queridos del pelotón mundial. En una curva a izquierdas de una jornada lluviosa del Tour de Francia, en la contrarreloj inaugural de la carrera gala, se iba al suelo el murciano Alejandro Valverde Belmonte. El ciclista de Las Lumbreras se fracturó en Düsseldorf (Alemania) la rótula de su pierna derecha y no solo dijo adiós a la temporada, sino que también se puso en duda que pudiera volver a competir. Hoy, 208 días después, el ´bala´ tiene la misma ilusión de un juvenil. En la primera jornada de la Challenge de Mallorca se volverá a colocar en su maillot del equipo Movistar Team, con el que tiene contrato hasta 2019. Será el dorsal número 1, porque así han querido los organizadores de la prueba: «Ya puedo contar que debuto mañana -hoy para el lector- en el Trofeo Campos de la Challenge Mallorca. Ahora sí, todo listo», anunciaba ayer a través de su cuenta personal en la red social Twitter el propio deportista en torno a las tres de la tarde.

El corredor lleva concentrado desde el pasado sábado en la isla, antes de que llegara el grueso de sus compañeros. El sábado viajó hasta Mallorca para tenerlo todo listo, a punto. Atrás han quedado seis meses y medio de trabajo duro, de horas y horas de rehabilitación y de gimnasio: «Pensé nada más caerme que se había acabado mi rodilla, que no había manera de solucionarlo», desvelaba recientemente en una entrevista en Movistar Plus el murciano, quien consideraba que la clave de su veloz recuperación estuvo «en lo rápido que se hizo todo», ya que horas después del accidente ya estaba intervenido gracias también a la mediación de «una doctora española, llamada Rita, que nada más caerme estaba allí, junto a la valla. Los médicos me hablaban en inglés y alemán y no entendía nada, pero ella me ayudó muchísimo».

De regreso a Murcia se puso en las manos del doctor Paco Esparza y su equipo. Recuerda esas primeras semanas de trabajo intenso: «A las nueve empezaba con la rehabilitación y así estaba hasta las doce y media. Y por la tarde otra vez, desde las cinco hasta las ocho y media. Después también hacía gimnasio», expresaba en el mismo documental un ciclista que hoy inicia la decimosexta temporada en el pelotón profesional.

Los médicos alemanes que intervinieron al murciano le dieron un plazo de tres meses para volver a pedalear. Pero Valverde acortó de forma espectacular los plazos gracias al trabajo que realizó con una bicicleta en la piscina de su casa. Solo tres semanas después de la operación ya estaba dándole a los pedales: «Me ayudó muchísimo la bici en la piscina porque fuera no podía hacer el pedaleo completo y dentro del agua sí al no haber gravedad. Empecé tan pronto a pedalear dentro del agua para que mi cuerpo no perdiera el hábito, ya que después de la caída se pierde pese a ser una cosa que haces tan normal siempre. Me ayudó muchísimo a la hora de montarme después en el rodillo, porque cuando lo hice, ya estaba habituado de nuevo a pedalear», manifestaba sobre las primeras semanas de entrenamientos, que fueron clave para culminar su meteórica recuperación. «A los tres meses yo llevaba ya dos montando en bicicleta y unos 2.500 kilómetros hechos. Me hablaban de cinco meses para volver acelerando mucho. De hecho, mandamos un vídeo a los médicos que me operaron cuando empecé a pedalear y me respondieron que era imposible que fuera yo», decía el murciano, quien el 1 de agosto ya estaba montado en el rodillo y el 22 del mismo mes subía a las redes sociales un vídeo en la carretera rodando con un botín especial en su pierna derecha, ya que aún no podía apoyarla en el suelo con total normalidad. «La primera vez que salí a la carretera supe que me iba a recuperar casi al 100 por cien y que iba a poder volver a correr», decía.

La velocidad con la que transcurrieron los acontecimientos provocó que incluso se planteara reaparecer antes de finalizar la pasada temporada: «Quería correr en China, pero me lo quitaron de la cabeza, pero es que también dije que quería ir a Italia, que era antes. Al final desistí, fue un acierto, pero es que quería correr por la cabeza, porque entrenando me sentía muy bien», afirmó.

Ahora llega 2018, un año donde volverá a realizar una primera parte de la temporada intensa, que comienza hoy en Mallorca y tendrá su continuidad en Andalucía y Murcia. El siguiente reto serán las clásicas de abril, para volver a descansar en mayo y volver de cara al Tour de Francia, donde acudirá como gregario de lujo de Nairo Quintana y Mikel Landa. Después, la Vuelta a España y el Mundial, donde tiene fijada la mirada.

«El recorrido del Mundial es durísimo. Había desistido un poco, creía que era una prueba donde ya no tendría oportunidades, pero viendo el recorrido, creo que voy a estar bien para poder optar a disputar el Mundial. Tengo seis medallas en mundiales pero me falta el oro, tengo esa espinita clavada, incluso había perdido la ambición, pero con este Mundial que me han puesto, he vuelto a recuperar la ilusión», afirma sobre el reto más importante que se ha marcado este año. Porque Valverde, desde que subió al podio del Tour en 2015, es otro. «Llegar al podio con Froome y Nairo me liberó totalmente. Cuando volví al Tour al año siguiente fue totalmente diferente, andaba mejor, más liberado, iba muchísimo mejor que en años anteriores sin la idea de querer ganar», decía, para reiterar que «hasta hace dos o tres años, aunque ganaba carreras, siempre me sentía inferior a otros rivales pese a que casi siempre les ganaba. Desde fuera me decían que me tenía que creer que podía. Pero desde hace dos o tres años para acá, voy a las carreras pensando que voy a ganar», afirmó.

«El chip lo he cambiado porque me he quitado la presión. Ahora, si fallo, me da casi igual, voy sin miedo. El pasado año hice cosas que antiguamente no me atrevía por miedo a fallar. La cabeza es el 80%. Antes me sentía inferior aunque la fortaleza estaba en el cuerpo y ganaba, pero no me lo creía», decía el corredor sobre su nueva filosofía deportiva.

Ahora sabe que el final de su carrera está próximo y que un día los triunfos no llegarán, «pero a día de hoy aún no lo tengo asumido. Debo prepararme porque antes o después va a llegar ese momento. Voy a cumplir 38 años y no creo que mi carrera se alargue mucho más. Mi retirada me gustaría que fuera ganando, no tanto como ahora, pero ganando algo. En el momento que vea que no soy capaz de ganar, diré adiós», afirmaba un corredor que desde hoy quiere demostrar que sigue siendo el mismo.