Una vez más y ya es tradición, el Cartagena se marchó de Melilla con las manos vacías. El enésimo intento por ganar en el estadio Álvarez Claro acabó, de nuevo, en fracaso, y los albinegros ven como acaba su racha de cinco victorias consecutivas, la mejor en mucho tiempo. Un inicio para olvidar condicionó todo el transcurso del partido y obligó a los pupilos de Alberto Monteagudo a remar siempre a contracorriente. El árbitro pitó el comienzo del choque y el Cartagena seguía con la mente lejos del terreno de juego. El Melilla aprovechó esa desconexión para alcanzar una cómoda ventaja que le permitiría llevarse los tres puntos y maniatar al líder del grupo IV. A partir de entonces, todo el partido consistió en esperar una reacción heroica de un Cartagena herido en su territorio más inhóspito. Una reacción que nunca llegó.

Los albinegros salían con un once de circunstancias, marcado por las ausencias de tres pilares fundamentales: Pau Torres, Hugo Rodríguez e Isaac Aketxe. Además, Monteagudo tomó una decisión controvertida al dejar en el banco a Míchel Zabaco, probablemente su central más consistente, para dar continuidad a la pareja Moisés-Alberto Aguilar. mientras que las circunstancias obligaban a un prematuro debut de Rubén Cruz en la punta del ataque. El ex del Cádiz apenas había entrenado con el equipo y llegaba sin ritmo de competición (solo había jugado siete partidos en toda la temporada), y se le notó lejos de su mejor nivel en Melilla.

La sociedad formada por Boateng y Pedro Vázquez se encargó de asestar los golpes definitivos al Cartagena. En cuestión de cinco minutos, esos dos jugadores dejaron el partido visto para sentencia. El primer tanto llegó tras una inoportuna pérdida de los cartageneristas en el mediocampo. Boateng arrancó con una potencia desmedida, cruzó el campo hasta llegar al área rival y filtró un pase maravilloso para que Pedro Vázquez batiese por abajo a un Marcos Morales indefenso.

Cuando el Cartagena aún no había digerido el tanto, el Melilla le zarandeó de nuevo. Pedro Vázquez recibió el esférico en el área, de espaldas, y cómodamente la dejó de cara para que Boateng, desde la frontal, ejecutara un tiro suave que entró pegado a la cepa del poste. Era el minuto cinco de partido y el Cartagena estaba prácticamente KO. A su favor solo tenía un largo período de tiempo por delante para equilibrar la balanza.

Sin embargo, en la ciudad autónoma no se vio ni la sombra del equipo que había ganado cinco partidos seguidos y que sometía a la mayoría de sus rivales. Ni Cristo ni Kuki Zalazar, los jugadores que pueden marcar la diferencia, aparecieron durante todo el partido. Tan solo hubo una buena jugada colectiva en todo el partido. En el minuto 25, tras una acción por la banda izquierda, Kuki se aproximó a la línea de fondo y metió un balón que se paseó por delante de la línea de gol buscando a Dani Abalo. El ex del Celta, que llegaba en el segundo palo, no alcanzó la pelota, y la única oportunidad del Cartagena se esfumó.

Desde entonces, el único recurso de los visitantes fueron los balones largos hacia Rubén Cruz. El ex del Cádiz (y del Melilla) se movía con agilidad cuando iba a recibir el balón en campo propio, pero estaba demasiado lejos de la portería. En los lanzamientos largos, la zaga melillense le ganaba siempre la partida.

Por su parte, el Melilla hacía gala de su maestría para controlar el resultado. Los blanquiazules movían el esférico con criterio, y el delantero Yacine era un soplo de aire fresco cada vez que recibía y aguantaba el balón. En una de esas acciones le dio un pase de oro a Espinosa, cuyo disparo con la diestra hacia el palo corto se marchó por pocos centímetros.

En el segundo tiempo, el partido siguió por los mismos derroteros. La lesión de Moisés tras recibir un golpe en el muslo trastocó los planes de Monteagudo, al que solo le quedaban dos sustituciones. El central sevillano fue relevado por Míchel Zabaco.

El choque era desesperante para los cartageneristas por las continuas interrupciones. De todos modos, cuando el balón se ponía en circulación, eran los locales quienes estaban más cerca de anotar el gol de la sentencia. De hecho, Marcos Morales evitó un marcador más abultado. Zelu, el más peligroso de su equipo en el segundo acto, ejecutó un disparo potente con la pierna diestra que se dirigía a la escuadra cuando el meta albinegro metió una mano providencial. La actuación de Marcos, que no pudo hacer nada en ninguno de los dos goles, es de las pocas buenas noticias que puede extraer el Cartagena de su visita a la ciudad autónoma.

A la desesperada con dos nueves

Con un resultado tan desfavorable, a Monteagudo no le quedó más remedio que arriesgar para lanzarse a por el empate. Ya había entrado al campo Owusu, que de nuevo jugó un mal partido. En el minuto 70, introdujo a Mario Solano, el delantero del filial, pero no por Rubén Cruz (que jugó los noventa minutos), sino por el canario Cristo Martín. El plan era colgar balones al área para que dos delanteros con envergadura cazaran alguno de ellos. Pero no funcionó.

Más bien, el Melilla amenazaba con matar el partido al contragolpe. Las galopadas de Zelu y la pugna de Yacine eran incordios constantes. El mediocentro Espinosa, tras una magnífica diagonal, ejecutó un tiro buscando la escuadra que se escapó por muy poco. En otro contraataque, Zelu se plantó en el área albinegra y disparó con la diestra, pero el balón salió muy centrado y Marcos no tuvo problemas para repelerlo.

Los últimos minutos fueron un suplicio para el Cartagena, que asumía su incapacidad para sacar rédito alguno del Álvarez Claro. A pesar de la derrota, sigue con tres puntos de ventaja en la clasificación sobre el segundo, pero el próximo domingo recibe al UCAM Murcia en otro duelo de gallitos. En cualquier caso, no pudo acabar con la maldición de sus visitas a Melilla. Y ya van once duelos sin victoria albinegra.