ecuerdo como si hubiese tenido lugar hace una semana la conversación que mantuve con un amigo en las fechas en las que Juanjo Díaz se anunciaba como nuevo técnico de aquel Cartagonova FC 2000-2001. Si la transcribiéramos, el comienzo sería más o menos así: «Juanjo Díaz, chaval, puntuación de equipo de ascenso con el Águilas, que era una banda», a lo que atrevidamente respondía servidor «ya ves, ahora sí que subimos». Bueno, quizá empleásemos otro lenguaje más propio de quinceañeros, pero la idea conceptual es totalmente fiel a lo escrito. El día exacto evidentemente no sé cuál fue, pero debió ser a finales de diciembre, posiblemente durante las vacaciones navideñas, porque estábamos jugando una pachanga en las pistas de fútbol sala dentro del colegio de mi pueblo.

Contextualizando, el Cartago, aún dirigido por Paco Sánchez tras la dimisión de Aranguren, venía encadenando cinco derrotas consecutivas en liga y se situaba en mitad de la tabla, a 4 puntos del cuarto clasificado, por lo que era más que previsible un inminente relevo en el banquillo. Y lo cierto es que para mí la situación era un tanto inexplicable. Porque si, con Aranguren, durante las primeras diez jornadas se había estado en puestos de play off, el debut en casa de Paco Sánchez no me pudo parecer más alucinante. Un 3-0 apabullante y espectacular, como pocos se han visto en Cartagena, a todo un Sabadell en el que estaban conocidos nuestros como Juan Carlos, Molist o Txiki. «Jugando así los rivales no van a poder aspirar ni siquiera a empatarnos cuando vengan» calculaba para mis adentros. Mero espejismo. Tras dicha victoria, se decía, la mano blanda de Paco en el vestuario fue un problema y correspondía actuar. El elegido entonces era Juanjo Díaz, con fama de duro y que, en aquellos tiempos en los que no se podía comprobar la biografía de nadie en Wikipedia, contaba con el aval de haber salvado al Águilas dos años atrás sumando 24 puntos en los últimos 13 partidos de liga. Perfecto, a priori.

El técnico 'catalán', al menos algunos creíamos que ese era su origen en la época ya que venía del Cornellá en Tercera y había estado muy ligado a la disciplina del Espanyol, con aquel semblante similar al de Chicho Ibáñez Serrador y su característica arenosa voz grave al estilo Manolo Preciado, era presentado el 19 de diciembre como nuevo entrenador albinegro. Su estreno se producía el 4 de enero, en la vuelta de las semifinales de la Copa Federación a nivel regional, en un encuentro en el que también debutaba el mediocentro Sanromán, refuerzo procedente de Ferrol. En liga, su primer partido fue un empate en casa ante el Nástic y la siguiente salida a Hospitalet sería su primera derrota por 2-0. Un mal arranque, indudablemente, que pronto se corregiría ganando a los modestos Premiá y Gandía y empatando en el campo del siempre complicado Mallorca B, volviéndose a quedar el equipo a 4 puntos de la promoción de ascenso.

Viviendo un entorno aparentemente estable, llegaba entonces la jornada 25, debiéndose visitar al sorprendente Novelda que marchaba en quinto lugar. Y fue allí, en La Magdalena, donde se iniciaría el fin de Juanjo Díaz en Cartagena. El encuentro terminaba con un bochornoso 5-1, recibiendo tres de los goles a los doce minutos, y ni siquiera haberse proclamado campeón de la Copa Federación a nivel regional entre semana, tras superar al Mazarrón, ocultó el malestar general. La herida se agrandaría el domingo siguiente, perdiendo 0-2 ante el Castellón, siendo el primer tanto nada más empezar el partido, con lo que eso suele crispar al aficionado, y, para más inri, dicho gol ocurría mientras los cartagonovistas jugaban con diez, ya que Marcos Estruch estaba siendo atendido por un golpe que luego se traduciría como fractura de peroné. Un desastre.

Pese a todo, aún se podía soñar con entrar en el play off. La cuarta plaza estaba a 8 puntos, faltaban 11 jornadas y había que visitar al Mataró, que pugnaba por no descender a Tercera. Pero qué va. Un nuevo gol tempranero, este en el minuto 2, encarrilaba lo que sería un patético 3-1 en tierras catalanas, consumando así tres derrotas consecutivas y una paupérrima imagen que sentenciaban la situación del técnico nacido Ciudad Real. Su salida, oficialmente como dimisión, era anunciada el 28 de febrero de 2001 y el sustituto sería el uruguayo Trasante, que lograba el objetivo ya de no descender de forma relativamente tranquila. Quizá, quién sabe, si Juanjo Díaz hubiese podido contar con un jugador tan esencial como Alberto García, lesionado por esas fechas y que tan solo pudo disputar un partido de liga a sus órdenes, su estancia hubiera sido muy distinta. Sea como fuere, un humilde recuerdo para el entrenador que consiguió el tercer título oficial del club. Descanse en paz una parte de nuestra historia.