La maldición de los ex persigue al UCAM Murcia esta temporada. James Augustine, Scott Bamforth, Nemanja Radovic, Moncho Fernández, Pedro Llompart, Scott Wood y Amara Sy marcaron el camino. Pero ayer se completó el colmo de los maleficios. Que el entrenador que solo once meses antes había abandonado el banquillo murcianista al grito de «Quintana vete ya» llegue con el colista de la clasificación, que solo había obtenido un triunfo esta temporada, y que gane en el Palacio, provocó un monumental disgusto entre la parroquia, que se fue a casa con un corte de digestión sin haber comido aún. Aunque durante la semana más de un seguidor me manifestó andar con la mosca detrás de la oreja, la realidad es que después de la imagen ofrecida por el equipo ante el Real Madrid y la buena trayectoria desde el último encuentro en casa frente al Bilbao, nadie esperaba un desenlace como el vivido, con un UCAM Murcia descompuesto, con muchos jugadores que habían sido determinantes en las últimas fechas desaparecidos en combate. Ovie Soko, pese a que las cheerleaders realizaron varios números con figurantes de las películas de la Guerra de las Galaxias, perdió la fuerza que había mostrado recientemente; Brad Oleson hasta cometió en el tramo final un error impropio de un jugador de su categoría, solo achacable al estado de desconfianza en el que estaba sumido el equipo; Charlon Kloof tampoco fue ni la sombra del jugador que maravilló en el WiZink Center de Madrid solo siete días antes; y Sadiel Rojas se quedó sin fuelle y con cara de muy pocos amigos.

Al final fue Quintana, recibido con pitos y aplausos, el que se llevó un partido feo, donde los dos entrenadores recibieron una técnica de un trío arbitral que encrespó a muchos en el tercer cuarto cuando un jugador del Betis se quedó colgado de la red y decidieron que no había pasado. Y después, con el Palacio casi vacio y el presidente, José Luis Mendoza, abandonando su lugar habitual, se despedía un equipo que se decepcionó a sí mismo cuando tenía la oportunidad de seguir enganchado a la lucha por la Copa del Rey de Las Palmas de Gran Canaria. Pero ahora se queda en tierra de nadie justo antes de la Navidad, fechas en las que los de Ibon Navarro recibirán al Enisey el próximo miércoles, visitarán el sábado al Tecnyconta Zaragoza y cerrarán el año el domingo 31 por la mañana -menudo día para jugar un partido- frente al Baskonia, donde se crió el técnico murcianista. En todos alberga la esperanza de que consiga darle la vuelta a la maldición y sea él y su equipo el triunfador en esa ocasión mientras en la nevera se enfría el cava para cerrar un 2017 que, como todos los años, es de contrastes.