Si los aficionados se llenaban de dudas y temores cuando ayer se supo que Raúl Moro iba a saltar del barco, alguno todavía le faltaba por saber que hace un mes y medio que el extremeño dejó de inyectar dinero en la entidad deportiva más importante de la Región. Es verdad que los jugadores y los empleados tienen cobrada hasta la nómina de octubre, pero ni a lo largo del mes de noviembre ni en lo que llevamos del último mes del año, nadie ha visto entrar un euro en su cuenta corriente, lo que lleva cierto tiempo también generando comentarios entre un vestuario que ahora tendrá que encerrarse con su entrenador y decidir qué postura toman ante una situación así.

Cuando se confirme la salida de Moro, los jugadores y los trabajadores son los primeros que saben que van a seguir sin cobrar, a pesar de que una de las primeras medidas que llevó a cabo Raúl Moro y Deseado Flores fue la de despedir a buena parte del personal que tenía la entidad alegando que había que aligerar las nóminas y la estructura tan profesionalizada que tenía el Murcia para convertir el club en viable.

Desde su llegada, Moro ha cumplido con los futbolistas en la mayoría de los casos, salvo un par de ellos y una serie de trabajadores que todavía tienen juicios pendientes con la entidad, pero lo más grave de la gestión de Moro tras un año es que, entre tanto trabajo, no ha existido ningún acercamiento con Hacienda, el gran problema que tiene al Murcia atado de pies y manos y por el que muy pocos muestran interés por entrar en una casa que, entre unos y otros, se han empeñado en dejar en ruinas en esta especie de transición que tiene que vivir ahora la entidad murcianista.