Solo queda hacer volar la imaginación y aventurarse en ofrecer opiniones personales de lo que podría haber sido, pero no fue. Sin apenas tiempo para que José Miguel Campos imprima su sello en el UCAM Murcia, la realidad es que el factor psicológico y emocional que implica la llegada de un nuevo técnico careció de efecto en la plantilla universitaria. Incluso, si apuramos, el equipo hasta ofreció una peor imagen que la mostrada en jornadas pasadas, aún con Lluís Planagumá al frente. Y fue peor por sensaciones, datos objetivos, y por la preocupante falta de ideas a la hora de jugar al fútbol de un equipo que evidencia muchas carencias desde hace varias semanas.

El partido de ayer frente al Villanovense se convirtió en una prueba más de las pocas ganas del equipo universitario por contentar a su público. Si bien el conjunto que visitó ayer La Condomina se mostró aguerrido e intimidante en la presión, no tuvo el Villanovense que alardear de grandes dotes para sentirse cómodo y fresco durante los noventa minutos que duró el choque. Quizá hasta pudo ganarlo de haber encontrado el ingenio y calidad necesarios, ya que, reiterando lo dicho, el UCAM solo puso en apuros al Villanovense desde los once metros. Y ni eso.

Y es que no hay mejores palabras para resumir el nuevo esperpento generalizado del UCAM Murcia, que vio como el desmotivado capitán Góngora marraba una pena máxima en la segunda mitad y contempló como el guardameta Germán Parreño salvaba un empate que, aún con todo, deja el amargo regusto a derrota. Con la presión justa y necesaria, el Villanovense reflejó de nuevo los graves problemas del UCAM a la hora de contener con pausa y tranquilidad el balón cuando el rival aprieta, y de dotar de ritmo y continuidad las posesiones de ataque cuando los jugadores visitantes se repliegan. Y todo ello, con el mejor pelotero acumulando minutos en el banquillo. Puede que el peor error hasta la fecha, tanto de Planagumá como ayer de Campos, es no ser capaces de incrustar a un cerebro como David López en la medular del equipo universitario. Un capricho que, por el momento, está saliendo muy caro, más aún viendo la poca inventiva de hombres como Vivi y Jony Ñíguez, jugadores que oxigenan el juego, pero no crean.

Todo sea dicho, el Villanovense, ya sea por falta de calidad o chispa en su línea de ataque, o porque simplemente no tuvo su día, no consiguió pisar área ante una zaga universitaria segura y expeditiva en el primer tiempo. Solo gracias a lanzamientos lejanos, tras rápida recuperación, intimidó el Villanovense a un UCAM Murcia que sí exprimió una de las máximas señas de identidad de su nuevo técnico, José Miguel Campos: sin encajar gol, hay más posibilidades de ganar.

Pero, por contra, tampoco podrás obtener triunfos si no consigues disparar entre los tres palos, a no ser que consigas aumentar tus rentas con goles en propia puerta. De tal modo, solo los leves atisbos del Villanovense se contabilizaron como ocasiones de gol en el partido. Allyson, desde unos 25 metros y con potencia, hizo trabajar a Germán Parreño, y el central Javi Sánchez marró una clamorosa ocasión de gol tras saque de esquina: totalmente solo en el punto de penalti, cabeceó mal y sin contactar apenas con el balón, lo que provocó que el balón se marchase por línea de fondo.

Entre tanto, solo Isi Ros, con su movilidad y desborde, y los buenos envíos en paralelo de Góngora en banda izquierda para Marc Fernández, conseguían agitar a la zaga del Villanovense. Urko Arroyo, algo más asociativo que de costumbre pero de forma insuficiente, y Alberto Quiles, que sorprendentemente ha pegado un bajón en sus prestaciones ofensivas, no completaban acciones de peligro universitario. Entre tanto, el doble pivote formado por Vivi y Jony se volvía invisible como un cuerpo etéreo a la hora de elaborar y dotar de ritmo el ataque del UCAM. Con ánimo de sorprender antes del descanso, el Villanovense tendría la última del primer tiempo por medio de Dieguito. Caracoléo el extremo del Villanovense por la frontal consiguiendo armar un disparo con la derecha, pero que se marchó directamente fuera sin apurar a Germán.

Tras el descanso, Kitoko se marchó al banquillo con problemas en el recto, dando entrada Campos a un Carlos Moreno que fue de lo mejor del UCAM en el choque partiendo desde el lateral derecho. Sin embargo, el Villanovense recobró fuerzas durante el hemisferio, premisa que le permitió volver a asfixiar la salida de balón universitaria, siendo así de fácil neutralizar al equipo murciano: apretar y recibir.

Pero en apenas tres minutos, se pasó de una alegría contenida a un partido que pudo acabar en una catástrofe mayor. En el 58´, Javi Barrio derribó en el área a Marc Fernández tras la salida de un córner, y el capitán Góngora, como de costumbre, asumió responsabilidades. No obstante, el lateral malagueño resumió su particular realidad tras las primeras quince jornadas de Liga: Góngora no está bien. Lanzó a media altura engañando a Leandro, pero mandó el balón fuera. Apenas tres minutos después, el batacazo pudo ser triple, pero solo fue doble. Del fallo de Góngora a la expulsión por doble amarilla de un Dani Pérez que placó a Arroyo dentro del área. Sin embargo, Germán estuvo afortunado, ya que el mal lanzamiento desde los once metros de Dieguito posibilitó su parada. Desvió el balón con los pies ante el disparo centrado del rival.

Tras quedarse con diez el UCAM, el Villanovense dio un paso atrás. Tan sorprendente como inexplicable, los locales ganaron profundidad gracias al citado Carlos Moreno, pero, como es obvio, un lateral derecho no puede desatascar un partido por sí solo. No obstante, Jacobo lo intentó con una magnífica chilena que rozó el palo, y ya en el añadido, Annunziata no llegó a rematar para alivio de La Condomina.

En resumen, otro desenlace nefasto en el estadio universitario, que deja una muestra clara de lo que puede ser el verdadero problema de este UCAM Murcia: tiene más trabajo por delante el directo deportivo, Pedro Reverte, que el nuevo entrenador, José Miguel Campos.