Vuelve el duelo regional por excelencia, el que dicta sus propias leyes. Factores como el historial, el palmarés, presupuesto o la masa social de cada club no son tan decisivos como debiera. Si bien el Real Murcia, sobre todo el del pasado siglo, fue siempre favorito, también el todavía dormido y añorado Efesé le plantaba cara y no fue nunca, tanto como en el Armajal como en el Cartagonova, fácil contrario. Se fue creando una rivalidad secular, desde el romanticismo arqueológico, en la que por un lado a los portuarios les bastaba derrotar al rival para cubrir el expediente, mientras que a los de la capital la búsqueda de la consolidación como equipo de la Región, su mayor potencia, era el objetivo y fue la norma. Los granas se llevaron los buenos resultados y los ascensos a Primera, a salvo de títulos, y los albinegros aspiraban a resistir con empuje y obstinación a la presión capitalina, máxima cuando los recorridos de ambos lo hicieron, más de lo debido, en categorías diferentes. Aún cuando la rivalidad se mantuvo siempre a pie de calle, fenómeno excepcional de difícil explicación y en donde la épica se trasciende a generaciones con ideologías y resultados dispares.

Curiosamente en la última década del pasado siglo y el discurrir del actual, el Murcia, con Jesús Samper al frente, comenzó a sufrir rivalidades, unas nuevas y recuperación y perpetuación de otras. A nivel capitalino, el Ciudad de Murcia de Quique Pina, le plantó cara en cuestión futbolera, donde en cuatro temporadas en Segunda incluso se clasificó, en alguna ocasión mejor, pero no pudo con la colaboración social ni institucional, que siempre votó grana. La salida de Murcia del Ciudad, si bien le reportó a Quique un buen pellizco, parece haber blindado la entrada del murciano a la casi centenaria entidad, aunque siempre haya repetido hasta la saciedad el amor que siente por la ciudad que lo vio nacer. Contrariamente el Cartagonova (1995), fundado por Florentino Manzano y Carlos Conesa, ha mantenido la llama del cartagenerismo y conseguido lo que otro club de la región nunca ha conocido: mantener aunque solo sea por un año (2010-11) militar en superior categoría que el Real Murcia.

Con tres temporadas en Segunda y quince en la categoría de bronce es la demostración de que en la tradición moderna el Cartagena intenta ser - como mínimo- una consolidación albinegra en el siglo XXI. El factor cancha no parece, como con otros rivales, decidir el duelo. El Cartagonova, el estadio que ha albergado todos los partidos entre el FC Cartagena y el Real Murcia, arroja tres partidos ganados por los locales, por dos de los visitantes y un solo empate, el encuentro con que se inició la lista de duelos. Todas las jornadas que se jugaron cerca del final, como ocurrió sin ir más lejos en los últimos duelos en Segunda B, en las semanas 32ª y 36ª del campeonato, cayeron de lado local. Una de ellas en Segunda, cuando entre los dos de juramentaron conseguir la mayor cantidad de goles entre los dos (3-2) y uno de los más emocionantes. La mejor racha local, la mejor en autoridad albinegra, coincide con la etapa de mayor estabilidad cartagenera, y en donde precisamente la primera victoria grana coincide con el descenso a Segunda Bde los aladroques. Categoría a donde fue desterrado el Murcia y en la que volvieron a encontrarse.

El goleador sigue siendo Toché, con una pareja de goles. A expensas de aparecer un nuevo bigoleador, Chavero puede igualar aún cuando sea con distinta camiseta. Igual situación la que presentan Salva Chamorro y Llorente. Intercambios de cromos, pese a que algunos reniegan de su orígenes más que otros, que no pueden escapar de su pasado.