A finales del mes de agosto, y teniendo en cuenta el vertiginoso mercado de fichajes que llevaba el Real Murcia, todas las miradas estaban puestas en Elady Zorrilla. Ni las personas más próximas al jienense confiaban en su continuidad en la plantilla murcianista. La falta de fichas sénior y el gusto por las compras de Deseado Flores dejaban al atacante en una situación complicada. Su aportación en la segunda vuelta de la campaña pasada tampoco ayudaba, sin embargo, Elady no solo sobrevivió a la quema sino que dos meses después se ha convertido en el salvador del Real Murcia, en el jugador que ya está en las oraciones de todos los aficionados murcianistas.

Si ante el Granada B consiguió los dos goles que permitieron sumar los puntos y hacer olvidar un pésimo partido; ayer, frente al Jumilla, el extremo volvió a convertirse en decisivo. Tanto que, cuando el electrónico ya daba por sentado que nadie iba a ser capaz de modificar el siempre aburrido 0-0, el de La Puerta de Segura, con la colaboración de Cifu, perforó con un golazo la escuadra de la portería defendida por Mandaluniz. Era el minuto 81, pero, después de lo ofrecido por el Real Murcia anteriormente, bien podría decirse que el choque para los granas empezó y acabó en ese momento.

Aunque, dando por sentado que el entrenador del Real Murcia no es ningún desconocido después de su paso por el UCAM, a nadie le sorprende que el equipo confeccionado con los mejores ingredientes del mercado y proyectado para servir cocina de autor haya girado la tortilla a las primeras de cambio para pasarse a la comida basura, también conocida como 'fast food'. Y, lo mejor para los cocineros, es que después de tres partidos la gente no solo no ha presentado una hoja de reclamaciones sino que se marchan a casa con los estómagos llenos.

Los únicos que ayer se subieron al autobus con una sensación extraña fueron los futbolistas del Jumilla. Los de Pato, a los que ni le temblaron las piernas al saltar al césped de Nueva Condomina ni se lamentaron por las bajas que acumulaban y por su mala situación en la tabla, supieron detectar desde incluso antes de que el colegiado pitase el comienzo dónde está la principal debilidad murcianista.

Con el apoyo de Borja García, elegido para sustituir al sancionado Fran Moreno, Cifu y Miquel apuntalaron el centro del campo, dando una lección de tranquilidad y control, y ganando constantemente cualquier batalla que se abriese en la medular.

La sobriedad del equipo jumillano contrastaba con la debilidad cada vez más notable de una pareja como la formada por Armando y David Sánchez, cuyo amor está en horas bajas. Una de esas preguntas que ha dado para miles de artículos y para infinitos estudios es la que intenta descifrar cuánto dura el enamoramiento. Los más pesimistas hablan de un año; los siempre optimistas lo alargan hasta cuatro. Al murciano y al andaluz las mariposas en el estómago les han abandonado en apenas seis meses.

Ese déficit, como le gusta repetir una y otra vez a José María Salmerón, permitió al Jumilla vivir una primera parte de lo más tranquila. Pese a contar con bajas importantes, los vinícolas, a los que solo probó Santi Jara con un disparo que se marchó cruzado, se comportaron como si fueran anfitriones, intentando decidir en cada instante a qué se jugaba.

Solo Álvaro González, en el lateral derecho, notó el aliento murcianista, pero Pato anduvo rápido y en el minuto 27 ya había tapado cualquier grieta, aunque para ello tuvo que sacar a un jugador que no se creía lo que estaba viendo. El resto tuvo siempre las ideas más que claras. Mientras que Andrés Sánchez 'cortaba cabezas' por la banda izquierda, Neftalí y Catalá cerraban espacios complicando la existencia a Elady y Pedro Martín, inéditos prácticamente todo el encuentro. Con Álvaro Domínguez retrasando su posición también se acabaron las concesiones por la derecha.

Lo único de lo que carecieron los de Pato fue de la mecha que encendiese la pólvora. Ese trabajo bien hecho, que les permitió disfrutar de varias acciones a balón parado, acababa cuando tocaba encarar a una línea defensiva en la que Ortiz y Orfila volvían a primera línea ante la baja de David Mateos. Ni Borja García, más preocupado en ganar batallas que en diseñar estrategias, ni Txomin, perdido para tranquilidad de Juanra, fueron capaces de conectar con Caye Quintana.

La vuelta de vestuarios no cambió absolutamente nada en el campo. En la grada, por su parte, los cuerpos de los aficionados granas se removían en sus asientos intentando no dejar patente la tan mal vista indignación. Pocos aumentaron su confianza cuando Chamorro saltó al terreno de juego en el minuto 68. Tampoco Jordan había mejorado al desaparecido Molinero. Aunque al tercer intento Salmerón lo consiguió. La salida al terreno de juego de Fran Carnicer, ya recuperado de su lesión, unido al paso atrás del Jumilla, cada vez más cansado y con pocos recursos ofensivos en el banquillo, permitió al Real Murcia empezar a acechar el área. Mientras David Sánchez y Jara desperdiciaban dos situaciones ventajosas a balón parado, la presencia de Chamorro tranquilizaba a Mandaluniz.

Pero como a perro flaco todo son pulgas, el Jumilla, que ya se conformaba con el 0-0, sintió todo el peso de la desgracia cuando en un acción aislada Elady sacaba el compás para dibujar un arcoíris que se coló por la escuadra tras tocar en Cifu. El jienense se otorgaba el papel de protagonista en una semana perfecta, en siete días en los que se han sumado nueve puntos de nueve, sin embargo no podrá estar en el Cartagonova al ser expulsado en el minuto 93, en una acción en la que también vio roja el vinícola Cifu.

La tangana final fue lo más emocionante de un partido tedioso en el que el Jumilla deberá aprenderse el guión de un Real Murcia cuyo librillo hasta ahora solo tiene un capítulo, el que dice que el resultadismo ha llegado a NC para quedarse.