Ha necesitado dos meses para aclimatarse a la ciudad de Cartagena y al organigrama de Alberto Monteagudo, pero Kuki Zalazar ya empieza a ofrecer lo que se esperaba de él. Cabe recordar que solo tiene 19 años y es complicado poner demasiada presión sobre los hombros de un futbolista que apunta alto desde muy joven pero que no deja de ser un adolescente. Sin embargo, la exigencia en tierras albinegras es máxima, y sus primeras actuaciones no convencieron a la grada. Poco a poco, en parte por las ausencias en la parcela ofensiva, Monteagudo le ha encontrado un hueco en el once titular en las últimas semanas, y el joven mediapunta está recuperando la confianza que antes le faltaba.

El canterano del Málaga, nacido en Montevideo (Uruguay) en 1998, llegó a la ciudad con el cartel de promesa por pulir y con el talento en los genes. Llego acompañado de su padre, José Luis Zalazar, mito del Albacete e internacional por Uruguay a finales de los ochenta y principios de los noventa. Algunos quisieron ver en Kuki su alter ego, pero aún tiene mucho camino por recorrer. Al fin y al cabo, su único bagaje eran los catorce tantos que había anotado el curso pasado con el Atlético Malagueño, en Tercera División.

Debutó en las últimas citas de la pretemporada, donde anotó algún que otro tanto y fue recibido con una ovación atronadora en el Trofeo Carabela de Plata. Pero en partido oficial, solo jugó ocho minutos en la primera jornada ante el Recreativo de Huelva. Luego se lesionó, anduvo un par de semanas renqueante, y regresó en La Condomina para jugar otra vez los minutos de la basura. Al domingo siguiente, ante el Villanovense, Monteagudo le puso por primera vez titular. Pero lo cierto es que no estuvo a la altura de las circunstancias. Se le veía perdido sobre el césped, sin confianza y un punto por debajo de sus compañeros en el plano físico. El partido terminó con empate a cero.

Zalazar, que está cedido por el Málaga, no volvió a jugar de titular hasta que hubo pasado, contra el San Fernando. Esta vez, las cosas fueron distintas. En los 75 minutos que disputó, se asoció permanentemente con Cristo y fue una pieza importante en la remontada del conjunto cartagenerista ante los isleños. En Granada, Monteagudo la alineó de nuevo en el once titular, al igual que contra el Sevilla en Copa del Rey, sumando así tres partidos seguidos de inicio.

La continuidad es un factor determinante. Kuki, que al principio jugaba minutos contados o muy excepcionalmente era titular, ahora se siente parte importante del equipo. Y por ello, se atreve a hacer cosas que antes no hacía. Por ejemplo, no había transcurrido un minuto del partido ante el Sevilla cuando levantó al público de sus asientos con una genialidad. Ahora pide el balón constantemente, se mueve entre líneas, se asocia, traza diagonales y asiste a los delanteros.

Tendencia a jugar por dentro

El hispanouruguayo, por sus condiciones, ha jugado hasta ahora por detrás del punta o tirado a una banda. No es un delantero centro, aunque en la cantera del Málaga ha marcado bastantes goles (aún no se ha estrenado vestido de albinegro). Es rápido, pero no es un extremo. Por tanto, cuando Monteagudo le ubica en la banda, tiende a trazar diagonales y juntarse con Cristo en zonas interiores. Si es capaz de entenderse con el canario, entre ambos pueden crear una asociación temible.

Por tanto, su mejor posición es claramente la de segundo punta, con el diez a la espalda. Desde esa ubicación llega más al área y puede buscar el último pase. Sin embargo, es muy complicado desplazar a Cristo de ese lugar, y en las bandas, con Álvaro González y Hugo Rodríguez a pleno rendimiento, el técnico manchego cuenta con dos balas que aportan mucho al juego del equipo. Por tanto, Zalazar aún tiene mucho por demostrar para seguir derribando la puerta de la titularidad en el Cartagena y ganarse los minutos que ha venido a buscar a la ciudad.