Los organizadores del Tour de Francia desvelaron ayer en París el recorrido de la edición de 2018, que dará comienzo el 7 de julio y concluirá el 29 del mismo mes, con una complicada contrarreloj de 31 kilómetros en el País Vasco francés en la penúltima jornada como posible juez para el podio final y otras variadas dificultades a las que se tendrán que enfrentar los favoritos. Pero la carrera francesa será diferente el próximo año, puesto que no entra en los planes del ciclista murciano Alejandro Valverde, quien desde 2005 no se ha perdido ni una sola edición salvo entre 2009 y 2011. «No se puede dar por perdido nada en esta vida, pero con los fichajes que ha hecho el equipo este año, con Landa, con Nairo ahí... No quiero Tour. Creo que el año que viene lo que tengo que hacer es dedicarme más a hacer Giro, Vuelta y Mundial. El año que viene el Mundial sí que es duro, muy duro, en Austria», desveló en una entrevista concedida a Carlos Arribas en El País el veterano corredor del Movistar.

De hecho, Eusebio Unzue, dijo ayer en la presentación de la carrera que Nairo Quintana tendrá en 2018 un calendario más reducido que los dos últimas temporadas y centrado en estar a su máximo nivel en el Tour, mientras que todavía no han decidido qué carreras disputarán Mikel Landa y Alejando Valverde. En la misma entrevista, el murciano también decía que «si el director me dijera, hazte tú el calendario, le diría, clásicas, Giro, Vuelta a España y Mundial. ¿Por qué? Ya me quedan pocas oportunidades para ganar el Mundial. Tengo seis medallas, pero de oro, ninguna. Y en Innsbruck es muy, muy duro. Y si todo va bien... Bueno, a ver qué tal me recupero de esto de la rodilla. Todo va bien por ahora, pero hasta que uno no empieza a correr y se ve ahí no sabe», apuntaba un Valverde que está ya en la recta final de la recuperación de la lesión que sufrió en la salida del pasado Tour.

Una carrera vertiginosa

La carrera de 2018 apuesta por el vértigo, el que los ciclistas tendrán que afrontar frente al viento en Bretaña, en los adoquines del norte del país, en el desnivel récord del Alpe d'Huez y en una etapa de montaña de solo 65 kilómetros en los Pirineos con un final tan duro como inédito.

Desde su salida, los ciclistas afrontarán 21 etapas con seis de alta montaña, tres llegadas en alto, una contrarreloj por equipos y otra individual, la víspera de la llegada triunfal a los Campos Elíseos.

La novena etapa discurrirá por sendas de la París-Roubaix, incluidos 15 tramos adoquinados y un total de 21,7 kilómetros sobre esa superficie, sinónimo de caídas y averías, una jornada que se correrá el mismo día que la final del Mundial de fútbol. Para animar esa primera semana, los organizadores han incluido una bonificación especial de 3, 2 y 1 segundos para quienes pasen en cabeza un punto específico de los últimos kilómetros de la etapa.

Tras una jornada de descanso el Tour afrontará los Alpes, con tres jornadas, dos de ellas con final en alto, en el inédito Rosière, 17,6 kilómetros al 5,8 % de pendiente media, y en el clásico Alpe d'Huez, cuyas 21 curvas míticas se afrontarán tras haber pasado los también legendarios Madeleine y Croix de Fer y haber completado un desnivel récord de 5.000 kilómetros.

La etapa reina tendrá en esta edición solo 65 kilómetros, la distancia más corta en alta montaña en 30 años, pero serán de alto voltaje, con ascenso a Peyragudes, al Val Louron y, sobre todo, al desconocido Portet, definido por Prudhomme como 'el nuevo Tourmalet', cuya cima está a 2.215 metros, cien más que esa mítica montaña.