Sería peor la futbolosis, que vendría a ser un desgaste de su fútbol -me perdonará mi concolumnista el doctor Gutiérrez que asimile su jerga médica- y tiene mala cura, pero una inflamación futbolera por determinados excesos es habitual en la temporada; el famoso bache. En este caso sería una futbolitis exitosa prematura por acelerar tanto en verano.

Estos días asistimos a un sinfín de análisis de causas y motivos más o menos razonables, con las subjetividades que acarrean las distintas querencias. Y los más acertados explican que en tres partidos en casa los merengues han rematado sesenta y tantas veces y solo han marcado 3 goles, mientras que los contrarios han marcado uno más con la cuarta parte de opciones; goles son amores aunque el Madrid mereciera más. Por el contrario, el Barça ha estado más acertado con el simpar Messi batiendo marcas. Ahí está la clave, porque ni los jugadores blancos se han olvidado de jugar ni las fuerzas les han abandonado, así como tampoco los blaugranas han mejorado tanto; juegan todo lo bien que saben excelentemente dirigidos por Valverde, tomado ya el pulso al equipo y a la situación de su plantilla. Lo demás es tan discutible como azaroso, porque la suerte, por fortuna para el fútbol, es un factor condicionante y consustancial. Si no fuera por ella el fútbol perdería incertidumbre, que es parte de su atractivo.

Luego, sí hay factores que también juegan. Por ejemplo, alguien debería recordarle a Zidane que las montoneras son para otras cosas y no para marcar goles; amontonar delanteros es apelar a la suerte porque juegas con más papeletas, pero nunca garantía de más finura ni acierto. Contra el Betis se pasó de barullo arriba quitando medios que propician ocasiones, y descuidó su zaga seguramente por la engañifla de que el Madrid debe ganar siempre en el Bernabéu por decreto o intercesión divina; el contrario también tiene en Primera argumentos goleadores de peso y los verdiblancos lo demostraron.

Y vuelve la burra al trigo arbitral. Es cierto que al Barça le pitaron a favor un penalti de pitiminí contra el Éibar, con la importancia de abrir el tarro, pero luego le metió cinco goles más. Y puede que al Madrid le escamotearan alguno contra el Betis, pero Adán, que es un porterazo desde que estaba en las bases blancas y fue internacional siempre con las inferiores de España, hizo un partido extraordinario y abortó varios goles que el Madrid seguramente merecía. El fútbol es así y tiene muchas caras, de ahí nuestro término futbolitis referido a los males del Madrid. Reiteramos que los árbitros se equivocan y que el Barça no puede quejarse, pero el Madrid tampoco. Hace meses publicamos un análisis estadístico histórico pormenorizado de los penaltis a favor y en contra de merengues y culés, incluyendo las últimas temporadas, y del mismo se desprende que aun siendo ligeramente favorables al Barça en sus años de gloria, al contrario de antes, han seguido así en las últimas temporadas triunfales blancas, luego los árbitros no son tan determinantes como algunos proclaman. ¡Ay!, si se hiciera de ambos contra los equipos pequeños. Y eso es lo malo, que te acostumbras a lo facilón y luego escuece remar contra corriente. Cuando escuchen a un personaje merengue o culé quejarse de los árbitros es que carece de la grandeza de su club. Tal excusa solo es una especie más para darle sabor a la gustosa salsa de los aficionados.

Contamos que Pasieguito decía hace décadas en La Condomina, el que entrenara al mejor Sporting de Gijón que se recuerda, que contra los buenos marcajes existen los mejores desmarcajes, aludiendo al excelente partido de la defensa grana para impedir que lucieran sus delanteros, en especial su goleador Quini, propiciando la victoria del Murcia con un gol del recordado nueve cabeceador archenero Abenza.

Esto es el fútbol, y aun contra alguna decisión arbitral los futbolistas del Real Madrid están capacitados para ganarle a cualquiera en el Bernabéu. Pero como decíamos, la grandeza del fútbol también reside en su incertidumbre; si fuera ciencia o desarrollara partitura fija moriría de hartazgo y aburrimiento.

Así que hace bien Zidane en tranquilizar a los suyos. La futbolitis es pasajera si no se hace crónica; su verdadero reto. Y saldrán adelante, sin ninguna duda. Esto acaba de empezar y como se dice de otros menesteres más placenteros, el cirio de algunos puntos es demasiado corto para la luenga procesión que nos espera.