Las malas sensaciones ofrecidas por el equipo del UCAM Murcia hace diez días ante el FC Cartagena eran sinónimo de cambio y de una revolución necesaria. El choque del sábado ante el Real Murcia, todo un duelo de la capital en Nueva Condomina, ponía a prueba la capacidad de reacción y, sobre todo, reclamaba la aparición del rigor táctico, técnico y psicológico de su entrenador, Lluís Planagumá.

Pues todo sea dicho, al técnico del UCAM le salió la jugada redonda. Si bien tuvo la fortuna de contemplar como su equipo se adelantaba de forma temprana en el marcador, y de jugar además con un futbolista más muchos minutos del partido tras la expulsión de Santi Jara, el planteamiento y las variaciones experimentadas por el equipo universitario fueron notablemente satisfactorias.

El UCAM informó, media hora antes del choque, que por lesión no podría contar con la garra de Kitoko y la chispa de Urko Arroyo. Si con esos contratiempos ya eran obligadas dos rotaciones, el técnico universitario Lluís Planagumá añadió hasta tres más: sentó a los pesos pesados, Arturo, David López y Marc Fernández, para dar la alternativa a tres jugadores con trayectorias dispares hasta la fecha.

Por un lado, Isi Ros gozó de su primera oportunidad como titular, algo que venía reclamando desde hace varios partidos; Jony Ñíguez dio muestras de lo que es, un líder dominador en el centro del campo; y Alberto Quiles, que no acumulaba ni media hora jugada en Liga, se salió con dos goles de verdadera clase en un partido 'de los grandes'. Además, las citadas bajas de Kitoko y Urko propiciaron la entrada de Chevi, un futbolista que ni había debutado en Liga y al que le ha costado horrores adaptarse tanto a su nueva ciudad como al propio UCAM, y la incursión en el once de Víctor García, un extremo zurdo con buen centro y, especialmente, muy trabajador en los apoyos a su lateral, Góngora. Además, también fue especialmente plausible la labor de Vivi en la medular, un jugador al que por momentos le cuesta templar sus nervios sobre el terreno de juego y que en Nueva Condomina rayó a un gran nivel.

Añadido al buen hacer de la defensa universitaria, que el sábado cumplió con seguridad y garantías especialmente ante las transiciones rápidas del Real Murcia, el centro del campo ofreció sensaciones de superioridad aplastante en algunas fases del partido. Eso sí, ahora toca evaluar esa mejoría ante un rival que cuente con sus once efectivos sobre el césped.

La acumulación de efectivos por dentro, aunado a la movilidad de Quiles e Isi Ros en la punta de ataque, permitió imponer su ley al UCAM en Nueva Condomina, credenciales que no consiguió mostrar ante el Cartagena y, en menor medida, en otros encuentros. Ahora bien, la pelota vuelve a estar en el tejado del técnico, Planagumá.

El dilema: dar continuidad a un once que ha demostrado estar más que listo para ganar a un equipo fuerte; volver al once que cosechó las primeras victorias del curso; o, por último, conjugar lo mejor de todos esos jugadores para crear un bloque temible. Planagumá, después de fracasar ante el Cartagena, supo reaccionar tan solo siete días después para apuntar un tanto a su favor y, de paso, devolver a su UCAM Murcia a los puestos de privilegio de la clasificación.