El inicio de la temporada en el Grupo IV de Segunda División B ha hecho que las sonrisas veraniegas hayan desaparecido por la vía rápida en Nueva Condomina. La seguridad que transmitían los responsables granas en la presentación de los numerosos fichajes realizados y la sabiduría mostrada a la hora de hablar de las características que debía tener una plantilla confeccionada para arrasar en el campeonato liguero han durado lo que el balón ha tardado en comenzar a rodar. De hecho, tras cinco jornadas disputadas y cinco puntos sumados, las buenas expectativas se han transformado en vacilaciones y desconfianzas.

Si la derrota de la jornada inicial en casa ante el Écija se entendió como un despiste, y los empates a domicilio frente a Recreativo y Melilla como resultados válidos; el traspié en Nueva Condomina frente al UCAM Murcia ha hecho que definitivamente salten todas las alarmas entre los aficionados murcianistas, que consideran que los cinco puntos que hasta el momento han sumado los granas no son suficientes para un equipo que está confeccionado a golpe de talonario y cuyo objetivo no es otro que liderar la clasificación.

Los números realizados en otras temporadas tampoco sirven de consuelo a los responsables murcianistas, y es que el inicio liguero del Real Murcia de Sanlúcar y Deseado Flores es el peor de las últimas ocho temporadas. Hay que remontarse a la campaña 2009-2010, cuando el equipo murciano militaba en Segunda División, para ver unas cifras de puntos peor a la actual. Aquella plantilla, entrenada por José Miguel Campos, solo pudo lograr cuatro puntos en los cinco encuentros iniciales -cuatro empates y una derrota-. Desde ese curso de mal recuerdo para el murcianismo -se acabó descendiendo a Segunda B-, los granas no firmaban un arranque tan pobre como el actual, donde los de Sanlúcar -con una victoria, dos empates y dos derrotas- llevan cinco puntos.

Desde septiembre de 2009 hasta la actualidad han pasado ocho temporadas, y en cada una de ellas, los números del arranque han sido mejores a los que ahora mismo aparecen en el casillero del Real Murcia. El más rápido para hacerse con los mandos de su plantilla fue Iñaki Alonso. Con un equipo confeccionado para ser primero de grupo, el de Durango cumplió con el objetivo de devolver al club al fútbol profesional por la vía rápida, y, aunque con sufrimiento, su inicio fue de notable. Once puntos firmaban los murcianistas en las primeras cinco jornadas.

Tampoco se arrugó Julio Velázquez en la campaña 2013-2014. En este caso, pese a estar en Segunda y a tener un equipo con pocos nombres, el actual técnico del Alcorcón sumó 10 puntos -tres victorias, un empate y una derrota- en el mismo periodo. Al final de aquel curso, el Real Murcia jugaría la fase de ascenso a Primera, aunque fue eliminado en la primera ronda frente al Córdoba.

Con la vuelta a Segunda B, José Manuel Aira cogió el testigo, y en sus dos campañas en el banquillo de Nueva Condomina firmó mejores números que los que ahora tiene Sanlúcar. En la 2014-2015, con una plantilla realizada en apenas una semana después de la espantada por el descenso administrativo, los granas cerraron la jornada 5 con 9 puntos -solo habían disputado cuatro partidos porque el choque de la primera jornada se jugaría unas semanas después al ser aplazado por todo el lío de la caída en los despachos-. Un año después, el conjunto dirigido por el leonés haría siete puntos en las cinco jornadas iniciales, misma puntuación que la pasada campaña hizo Paco García. El actual preparador del Mar Menor llevaba a estas alturas dos victorias, dos derrotas y un empate.

Pero el principal problema del Real Murcia actual no solo está en los resultados de un inicio de campeonato que se alargará hasta el mes de mayo. Y es que a los cinco puntos hay que unir la mala imagen dejada por el equipo semana tras semana. Ni el técnico Manolo Sanlúcar, la apuesta de Deseado Flores pese a que nunca había formado parte de un equipo con la presión y las obligaciones del Real Murcia, ni los futbolistas, cuyas nóminas doblan la media de la categoría, están cumpliendo con las expectativas. Tampoco está dando sus frutos el trabajo de la dirección deportiva, y es que por ahora las lagunas a la hora de confeccionar la plantilla están siendo evidentes.

De hecho, a la escasez de piezas en la línea defensiva se ha sumado los fallos garrafales que se cometen durante cada partido, poniendo en el centro de la diana a futbolistas como Fornier, Orfila y Álex Ortiz. En el centro del campo las cosas no van mucho mejor. Se vio en Melilla, donde en la segunda parte no se tuvo el control, y se confirmó el sábado ante el UCAM. La apuesta por los extremos tampoco está dando resultados por ahora. La suma de todo ello está mostrando sobre el césped un equipo sin una idea de juego y con los delanteros sufriendo al tener que actuar muy lejos de sus compañeros.