¿Cómo y cuándo comenzó en la hípica?

Siempre fui muy deportista. En el colegio estaba en los equipos de fútbol, gimnasia y hockey, y los caballos me gustaban, pero llegué por casualidad. Un día de verano que íbamos a ir a la playa se puso a llover y entonces mi padre, Pedro Sánchez Borreguero, nos llevó a Carrascoy. Me subí en un caballo, me dieron una galopada y cuando me bajé le dije a mi padre que ahí es donde me tenía que llevar.

¿Y recuerda su primer caballo?

Sí, se llamaba Pinocho. Era un pequeñito, con mucha sangre, que no lo podía montar nadie. Al único que no tiraba era a mí.

Se han cumplido 25 años de los Juegos de Barcelona. Usted estaba en el equipo español pero no llegó a competir. ¿Qué pasó?

Me la jugaron. Yo hice toda la preparación con el equipo y llegué a correr la prueba inaugural. Éramos cinco y solo participaban cuatro. En la inaugural hice un cero y me dejaron fuera. Para mí fue injusto, pero lo peor es que había un premio económico que recibiríamos al cumplir los 50 años al que yo no he tenido derecho. Por méritos y resultados tenía que haber corrido, pero es cierto que íbamos todos muy bien preparados.

¿Le dejó muy tocado?

No, porque estuve después en Atlanta 96 y yo fui valiente y me quedé en Bélgica. Nunca lo he hablado, pero durante mucho tiempo intenté ser el zorro justiciero de las causas perdidas, pero llegó un momento en el que opté por callarme. Tuve dos años muy buenos y llegué a Atlanta, pero allí me la jugó un patrocinador que dos días después de ser campeón de España me dejó.

¿Para estar en alta competición hay que ser rico?

Sí, porque la hípica se está convirtiendo un deporte de ricos de verdad, que era lo que no queríamos. Para estar en alta competición hace falta un dineral, porque hay que mantener dos deportistas, y uno de ellos, el caballo, es muy delicado.

¿Cuánto tiempo le lleva preparar un caballo?

Si yo tengo dos millones de euros, me voy ahora mismo, compro un caballo y estoy compitiendo. Pero yo siempre me la he tenido que jugar con caballos jóvenes. Hoy en día sigo luchando y cualquier persona del sector dirá que estoy loco, pero mi objetivo es ir a otra olimpiada. No me preguntes cómo, pero voy a por ella.

¿Sigue con ganas?

Sé que estoy en el momento, porque estoy en forma y nunca he perdido el físico. Además, tengo experiencia y estoy más maduro. Estoy para hacerlo y necesito volver a la alta competición porque tengo la sensación de que me he dejado muchas cosas en el tintero.

¿La hípica no tiene fecha de caducidad?

Hasta que ves que no puedes guardar el equilibrio puedes estar montando, pero fíjate que el campeón olímpico en Río, Nick Skelton, tiene 60 años.

¿Después de Atlanta a qué se dedicó?

Me volví a España porque me quedé sin patrocinador y se murió un caballo muy importante que tenía. Siempre he sido competidor y tal vez me faltó una cosa, haber puesto en marcha un centro hípico como han hecho otros muchos jinetes. Pero es que estaba de miércoles a domingo y tenía que hacer hasta de camionero. De hecho, cuando entraba en los restaurantes de la autopista me daban el ticket de camionero para comer.

¿Le costaba ver hípica cuando lo dejó?

Sí, de hecho no era capaz de ver un caballo sin verme encima compitiendo. He pasado momentos muy malos moralmente; la vida del deportista cuando se acaba es muy dura, hasta el caso de que muchos se suicidan.

¿Tuvo la sensación de que todo el mundo se olvidó de usted al acabar su carrera deportiva?

Sí, desde que vine de Atlanta nadie me ha llamado desde la Federación ni de ningún sitio. Pero ahora quiero volver a mi manera porque hay una realidad clara, que estoy bien y que puedo hacerlo.

Shelly Ramírez me ha contado que su hijo también viene pegando fuerte.

Sí, Alejandro está corriendo el campeonato de Alemania porque su madre es alemana. Y se va a dedicar a esto porque monta muy bien, lo lleva en la sangre. Tiene un don especial y ya ha estado en un Europeo.

¿Pero qué hay que tener para ser un buen jinete?

Una sensibilidad especial, como ocurre casi en todos los deportes. A los caballos les hablas continuamente con las piernas y las manos, porque la comunicación es a través de sensaciones. Está claro que hay algo innato que se debe tener y que solo se siente cuando te montas un tiempo, porque al principio lo que tienes es miedo.

¿Murcia es buena Región para la hípica?

No es buena. Por localización estamos apartados de la zona de competición pese a que hemos ganado mucho, pero faltan profesionales y escuelas.

¿No ha pensado dedicarse a la docencia?

Lo estoy haciendo y seguiré, pero también quiero volver a competir. Si me pongo solo a dar clases lo dejaría en tres meses. Me han ofrecido muchas cosas, pero no me han convencido. Sé perfectamente lo que hay que hacer porque he vivido mucho tiempo en Alemania, donde están mucho más avanzados que nosotros.

¿Y por qué en este deporte compiten hombres y mujeres sin distinción de sexo?

Es una de las cosas bonitas que tiene la hípica. Hay un factor, que es la fuerza, que no es determinante y estamos con un animal. Hay caballos que incluso son mejores para mujeres que para hombres. De hecho, muchas veces me piden ´caballos de chica´, que son diferentes porque tienen otra sensibilidad.

¿Ha evolucionado mucho la preparación?

La primera evolución es la cría de caballos y en España hay iniciativas particulares muy buenas. Antes caballo y jinete era al 50%, pero ahora es un 80% el animal.