El Real Murcia de la nueva temporada, tras catorce fichajes acompañados de una inversión económica muy superior a la media de la categoría, se esperaba como una especie de artículo de lujo confeccionado con las piezas más cotizadas del mercado. Sin embargo, tras noventa minutos jugando ante un Écija que hace tres meses militaba en Tercera División y después de perder el partido, el nuevo proyecto grana parece, tras este partido, un Murcia más de todo a cien que esa boutique que todos los aficionados deseaban visitar.

La fragilidad defensiva de una plantilla que sigue llorando la marcha de Golobart y Josema, un número de imprecisiones nada propias de jugadores que en su mayoría tienen hasta experiencia en Segunda y no tener ningún tipo de plan sobre el campo fueron los motivos que condenaron a los pupilos de Manolo Sanlúcar a empezar una temporada ilusionante de la manera más cruel, con una merecida derrota ante un rival de mucha menor entidad, lo que hace que escueza un poco más.

Que llegara un rival recién ascendido a la Nueva Condomina aumentó las ganas del equipo grana de comenzar a lo grande y los primeros minutos, sin ocasiones eso sí, fueron de mucho empuje por parte de un Real Murcia al que no le duró tanto la gasolina como esperaban sus seguidores. Tras un cuarto de hora de partido, Víctor Curto casi alcanza un centro de Santi Jara y Fernando Llorente casi acierta tras una buena jugada que no acabó bien, como la inmensa mayoría por otra parte.

El problema llegó a la media hora de partido aproximadamente, cuando el Murcia se dio cuenta a la perfección de que el Écija había olvidado sus complejos de inferioridad y comenzó a hablarle de ´tú´ en lugar de ´usted´ a los murcianistas. El técnico grana, Manolo Sanlúcar, introdujo muchos jugadores de toque en el centro del campo aunque el plan no surtía el efecto deseado, ya que los andaluces cada vez se acercaban con más confianza a la meta defendida por Biel Ribas y evitaban la presión del Murcia con la misma facilidad que un niño pisotea un charco en un día de lluvia.

En apenas dos minutos, con el Murcia dejando clara que su principal arma va a ser vivir de contragolpes rápidos que dejen descolocado al rival, a ocho minutos del descanso, llegaron las tres mejores ocasiones de la primera mitad. Los granas, de haber afinado la puntería Llorente, se habrían puesto por delante tras una serie de rechaces dentro del área que terminaron en los pies del exjugador del Cartagena, que falló. Acto seguido, un Écija que quizá con menos velocidad que el Murcia pero con la misma convicción, se lanzó a probar las debilidades de la pareja de centrales locales y Reina puso a prueba a Biel Ribas en un disparo que llevó cierto miedo a la grada por lo poco ortodoxo del despeje del cancerbero grana, quien tampoco se mostró con el nivel de seguridad que se espera del ex del UCAM.

Aquí los visitantes ya estaban claramente crecidos y en una jugada colectiva, de no haber sido por la rápida intervención de David Forniés para despejar el balón en última instancia, los locales se habrían marchado con el marcador en contra ante uno de los rivales más modestos del Grupo IV de Segunda B. El visitante Delgado dejó en evidencia al central Álex Ortiz y Forniés, el jugador llegado de la Cultural Leonesa, evitó el primer disgusto de la temporada. El Murcia apostó por plagar el centro del campo de jugadores de toque, pero quizá faltó algo más de contundencia en el centro, ya que Carnicer y Llorente parecieron muy desubicados por momentos, sin que nunguno en concreto supiera prestarle la ayuda necesaria a un Armando que necesita un buen escudero para poder ayudar de verdad al equipo.

El paso por los vestuarios no dejó mejores sensaciones, aunque el Murcia no se mostró tan frágil como en el primer intervalo. Al margen de un par de internadas de un Santi Jara que parece ser el jugador con más chispa de la plantilla, ningún jugador del Murcia hizo méritos suficientes como para raspar ni tan siquiera el aprobado.

Los malos presagios y el nerviosismo del público de Nueva Condomina no eran casualidad. En el minuto 66, una falta demasiado lejos del área grana como para ser determinante, se convirtió en el merecido tanto del Écija. Carmona aprovechó el rechace de Biel Ribas tras estrellarse el balón en el larguero y dejó mudo a un estadio que pensaba que tanto «trabajo, trabajo y trabajo» durante el verano se iba a traducir en algo mucho más alegre que lo que tuvo que soportar el público, que no tuvo más remedio que dedicarle a sus nuevos jugadores la primera pitada del curso. Una remodelación tan profunda en la plantilla con catorce fichajes, por muy buenos que sean, no garantizan nada, por lo que Sanlúcar está obligado a pegar un grito en el vestuario para que, en lo que queda de curso, el Murcia no vuelva a ser desnudado por un rival que, con un empate ayer, ya se habría marchado de fiesta y mucho más que satisfecho.