Dieciocho meses después del fallecimiento de Jesús Samper, la propiedad del Real Murcia sigue en manos de Gestora Deportiva Murciana. El anterior consejo de administración, con Guillermo Martínez Abarca como presidente, acometió el paso necesario para dar una vuelta al accionariado del club grana. La ampliación de capital puesta en marcha en mayo y que se alargó hasta el mes de noviembre era la clave. Cualquiera que invirtiera unos 2,5 millones de euros desbancaría a GDM y tomaría el control de la entidad. Así lo dejó preparado Jesús Samper antes de su muerte y así lo respaldaron los hijos del empresario madrileño, en cuyas manos quedó la mercantil que controla el 73% de las acciones del Real Murcia. Pero Raúl Moro Martín diseñó una estrategia distinta, y, de momento, cada vez que aprieta el gatillo, la bala sale desviada. Le ocurrió en noviembre, cuando tras invertir 400.000 euros no consiguió que Gonzalo Samper le cediese todo el control, y le volvió a pasar hace unos días, concretamente el 23 de junio, en una junta de accionistas que, pese a ser diseñada para salir ganador, le dejó de nuevo a la espera.

La relación entre Raúl Moro y el Real Murcia comenzó el 15 de noviembre. El último día de la ampliación de capital, el extremeño compraba 400.000 euros en acciones, lo que le permitía controlar un 11% del club, sin embargo la cifra era insignificante si se la compara con Gestora Deportiva Murciana, que seguía teniendo una amplia mayoría (73%). Por ello, el equipo del inversor grana centró sus movimientos en la figura de Gonzalo Samper. Confiados en que el madrileño querría desvincularse cuanto antes de una entidad que acumula 43 millones de deuda, los colaboradores de Moro invirtieron primero y llamaron a la puerta del apoderado de GDM después para ofrecerle un trato, sus acciones a cambio de una cantidad económica.

El 'no' de Gonzalo Samper les dejaba en una situación extraña, habían ingresado 400.000 euros, pero no tenían ningún poder de decisión, eso sí, el madrileño, que no tiene ningún interés en el Real Murcia y que veía como Martínez Abarca y algunos de sus consejeros ya habían anunciado que dimitirían, encontró la solución perfecta: cedía la gestión y seguía controlando la propiedad hasta que decidiese qué hacer con la herencia de su padre. Fue el 28 de diciembre cuando se produjo el cambio y la entrada del nuevo consejo de administración, un día que para Moro era el principio de un camino que le llevaría a convertirse en dueño de la entidad. Sin embargo, seis meses después, el escenario abierto es muy distinto al que dibujó el equipo del extremeño, no solo porque siguen sin tener la mayoría de las acciones, sino porque en los últimos tiempos Gonzalo Samper ha decidido cambiar de papel, dejando de lado el segundo plano por el que optó tras la muerte de su padre.

Sin ningún interés en una sociedad que debe 40 millones de euros y en la que no tiene el respaldo de la afición, nada más fallecer Jesús Samper, sus herederos intentaron buscar una solución rápida para apartarse. Para ello no necesitaron ni pisar Murcia. Su tío Juan Antonio Samper se encargó de convencer a Guillermo Martínez Abarca, a Víctor Alonso, a los accionistas minoritarios y a Miguel Martínez como representante de las peñas para que lideraran un consejo encargado de llevar a cabo la transición del club a través de una futura ampliación de capital. Con todo cerrado, Gonzalo y su hermana Patricia remitieron una carta en la que se comprometían a ceder todas sus acciones cuando solucionasen el tema de la herencia. Además, solo dos meses después -marzo de 2016-, enviaban a José Ángel Serantes a Nueva Condomina para que, en nombre de Gestora Deportiva Murciana, votase a favor de la ampliación de capital. En ningún momento Gonzalo Samper se opuso al trabajo de Martínez Abarca y el resto del consejo, demostrando que su único objetivo era abandonar cuanto antes el Real Murcia.

Pero la entrada en el accionariado de Raúl Moro y su error de cálculo al invertir 400.000 euros que realmente no le otorgan ningún poder dentro de la sociedad han permitido que el apoderado de Gestora Deportiva, respaladado además por las ganas del equipo del extremeño de seguir sea como sea en el club -desde el primer día ofrecieron dinero para quedarse con el paquete de acciones mayoritario-, lleve a cabo su propia estrategia.

Los últimos movimientos del madrileño así lo demuestran. En marzo se conocía que Gestora Deportiva Murciana había solicitado un concurso de acreedores y en la mencionada junta siguió un camino distinto al de 2016. Mientras que en 2016 Gonzalo Samper daba el visto bueno a una ampliación de capital que de completarse le haría salir prácticamente del accionariado, en junio de 2017 ha estropeado todos los planes de Raúl Moro al votar 'no' al lanzamiento de nuevos títulos, ensombreciendo además una junta que según el equipo del extremeño había sido diseñada milimétricamente para ganar la partida al dueño, de ahí la fecha elegida -pensando que el Real Murcia se jugaría el ascenso en la última ronda, el consejo fijó la reunión justo dos días antes de que se supiese si había salto a Segunda- y las declaraciones de días anteriores, en las que tanto Deseado Flores, consejero delegado, como Miguel Martínez, vicepresidente, dejaban claro que a los administradores de Gestora no les quedaba otra que aceptar su propuesta, que además iba acompañada de dinero, una cantidad exigida por el máximo accionista para, según su gente de confianza, pagar a los acreedores de la mencionada mercantil.

Pero nada salió como esperaban. E incluso tuvieron que ver como Gonzalo Samper, que desde antes de la muerte de su padre no pisaba Nueva Condomina, se sentaba frente al consejo para votar claramente 'no' a la ampliación de 400.000 euros con la que pretendían quedarse con el club a bajo coste. Sin embargo, con el máximo accionista delante, nadie protestó ni hubo dimisiones como Miguel Martínez había dejado entrever. Todo fueron buenas caras, incluso Moro salió en defensa del madrileño, quien quiere esperar a ver qué ocurre con el concurso de Gestora para tomar una decisión. «Quiero hacer las cosas como dice la ley», explicaba a esta redacción el mismo día de la junta. ¿Tiempo? Todo dependerá del Juzgado Mercantil número 1 de Murcia. Mientras tanto, y una vez gastada la bala de una junta en la que el propietario demostró al consejo quién toma las decisiones en el club, a Moro solo le queda esperar.