Si el arte es emoción, las ilusiones son vida. Como dice mi amigo Gras, hay que tener siempre algún proyecto ilusionante, y en el camino se hallan las emociones. En el fútbol se concitan ambos estados del alma; de ahí el enganche que genera.

Acaban las emociones de una temporada y llega la ilusión por la siguiente. Nuevas metas y nueva vida. Messi hizo del fútbol arte en la final de Copa y emocionó a los suyos. Aparte de la belleza de su juego dio la impresión de ganar cuándo y como quiso. Y de resolver el partido a su voluntad y manera. Les decía a unos amigos que no he visto nada igual; si acaso a Pelé. Como en los toros cuando un torero emociona, en el fútbol ha puesto a todo el mundo de acuerdo: es el mejor del mundo. Y, como lamentaba Federico García Lorca en su llanto por la muerte del torero Sánchez Mejías, pasara mucho tiempo para que nazca, si es que nace, otro futbolista parecido.

Como pasarán lustros para que aparezca un goleador como Cristiano Ronaldo. Enseguida tendrá la ocasión de recordárnoslo en otra final de Champions. Si Messi emociona con su juego, ya casi total, el portugués lo hace con sus goles. Son dos genios que los futboleros de varias generaciones tenemos la suerte de disfrutar en vivo y en directo, y cuando no estén y pase el tiempo los añoraremos; serán evocados como Pelé, Di Stéfano, Kubala, Puskas, Maradona, Cruyff y compañía.

Cincuenta y tantos goles lleva el culé esta temporada y más de cuarenta el merengue, jugando mucho menos y cuando ha tenido que reinventarse hacia el centro, hasta el punto de que muchos lo ven acabado. ¡Vaya tela! Hace tiempo recordé y enumeramos en estas páginas que los mejores goleadores históricos de las ligas fuertes hacían entre treinta y cuarenta goles en sus mejores años, y estos dos llevan un decenio superando los cincuenta. Y los que les quedan. Volviendo al principio, si se pudieran condensar en un tarro las emociones que han proporcionado a sus seguidores, y a los futboleros en general, podríamos elaborar un elixir de vida. Y no digamos las ilusiones que desbordan en quienes tienen la suerte de verlos cada jornada en el Nou Camp o en el Bernabéu.

Aventuramos hace meses que la Liga sería para el Madrid y la Copa para el Barça, y albergábamos dudas sobre la Champions. Incluso le dábamos al Atlético del nuevo Simeone las posibilidades que no le veíamos en España, aunque quizás nos traicionó el subconsciente por la justicia deportiva que hubiera supuesto; Europa le debe una, al menos, desde hace demasiados años. Pero ahora, viendo la magnífica gestión que Zidane ha hecho en el Real durante toda la temporada, puesta en evidencia en el último tramo, y aun reconociendo las enormes dificultades que le opondrá la Juventus de Buffon, nos ilusiona el partido de Cardiff. Y estoy convencido de que a los madridistas les emociona por la ilusión que se percibe en los jugadores blancos, hechos una piña en torno al doblete que se resiste desde el año 1958.

Llegan todos a esa quinceava final europea como un tiro; ahí reside el éxito de Zidane como técnico.

Y para emociones, las que vivieron en el Artés Carrasco los lorquinos el sábado con el ascenso del Lorca FC a Segunda. Nuestras felicitaciones a sus aficionados, jugadores y cuerpo técnico, con un recuerdo especial para David Vidal, sin olvidar a Julio Algar, que llevó al Lorca hasta el sprint final de este ascenso, y para el gestor deportivo Paco Zaragoza, viejo conocido de nuestras también emocionantes vivencias en el Real Murcia cuando se manejaba en la información deportiva radiofónica murciana. Han hecho un trabajo extraordinario y estoy convencido de que afrontarán con renovadas ilusiones la próxima temporada en el fútbol profesional. Conocimientos no les faltan, y acierto esperemos que tampoco para afrontar la igualadísima y procelosa división de plata. Les aguardan emociones fuertes con clubes históricos: Osasuna, Sporting, Granada, Zaragoza€

Y esperemos que también al UCAM, que tiene una final contra el Alcorcón esta semana en la Condomina. Un triunfo y a preparar la próxima campaña. Confiamos igualmente en que los entusiastas gestores universitarios, con la indisimulada y noble ambición deportiva de José Luis Mendoza como faro, nos deparen ilusiones diferentes.

Las de los nuevos fichajes de nuestros clubes sustituirán en verano a la emoción del buen juego y los goles.