A la hora de la verdad, cuando el futuro de una entidad, de una afición y de una ciudad está en juego, salen a la palestra aquellos que de verdad sienten los colores y que casi han nacido con la camiseta albinegra puesta. Ha sido un curso plagado de altibajos para los tres futbolistas cartageneros de la plantilla, exceptuando a Gonzalo Verdú, que no ha bajado del notable en todo el curso. Sin embargo, el domingo coincidieron los tres en el once inicial y tiraron del carro en busca de ese gol que no llegó pero que bien merecieron.

En cada momento de la temporada del Cartagena, un futbolista ha sobresalido por encima de los demás. En los primeros meses del curso, Juanlu Hens era el hombre sobre el que giraba todo el fútbol del equipo. Luego Cristo Martín se hizo con los mandos del juego hasta que Llorente, recién fichado en enero y tocado por una barita mágica, se erigió como el salvador a base de goles. Después de unos meses en la depresión se apoderó de toda la plantilla y nadie alcanzó tal nivel, los tres jugadores nacidos en la ciudad portuaria son los que llegan a los partidos a vida o muerte en mejor estado de forma, y así lo demostraron el pasado domingo contra el Alcoyano.

Aún persiste la sequía de cuatro meses de Arturo. El punta cartagenero no logra ver puerta desde finales de enero, pero Monteagudo confía ciegamente en él y espera que cualquier día su trabajo y sus condiciones se traduzcan en goles. Ha pasado por la frustración de fallar penaltis y ocasiones imperdonables, pero viéndole ante el Alcoyano parece un futbolista totalmente distinto a aquel que deambulaba por el campo desesperado por reencontrarse con el gol. El domingo lo intentó de todas las maneras posibles: peleó cada balón, tiró al palo y provocó un penalti que solo el colegiado no vio. En la primera parte fue, con diferencia, el hombre más peligroso del cuadro cartagenerista y todo indica a que será titular de nuevo en El Collao.

Después de una larga travesía por el desierto, los vaivenes de Sergio Jiménez a lo largo de todo el curso parecen tocar a su fin. Comenzó la temporada como el futbolista más en forma de la plantilla, pero luego la irregularidad y las lesiones lastraron la temporada del mediocentro de Los Belones. Pérdidas de balón que costaban goles, expulsiones en momentos clave e imprecisiones en la distribución del juego provocaban que Monteagudo echara en falta el futbolista que era el curso pasado, el ancla en la medular que aportaba el equilibrio necesario.

La irrupción de Gonzalo como pivote defensivo le relegó a la suplencia en más de una ocasión, hasta tal punto que en el partido crítico ante el Recreativo, con el pase para el play off en juego, Monteagudo sacó a Juan Antonio Ros en los últimos minutos mientras que Sergio vislumbraba el final del choque sentado en el banquillo. Sin embargo, el domingo, con el insólito número siete a la espalda, se vio al Sergio Jiménez de las mejores tardes. Es cierto que el cambio de esquema le permitió jugar más arropado, pero no cometió los errores de antaño y tuvo la clarividencia con el balón en los pies que otros días le faltó.

De la temporada de Gonzalo Verdú poco se puede añadir. De central o de medio centro, ha demostrado ser un verdadero comodín para el técnico albinegro y en las dos posiciones ha rendido al nivel exigido. Probablemente haya sido el futbolista más regular a lo largo de todo el curso, y cuando el camino se empina asume los galones como el verdadero santo y seña del club sobre el césped. El domingo jugó incrustado en una defensa de tres centrales, adoptando el papel de líbero para que Ceballos y Zabaco marcaran a los dos delanteros del Alcoyano. Con esa función expuso una vez más sus cualidades: la contundencia, la sobriedad y el desplazamiento en largo.

Como el rendimiento de Gonzalo se da por descontado, Monteagudo comentó en rueda de prensa que su objetivo era recuperar el fútbol de Sergio Jiménez y los goles de Arturo para que el Cartagena compitiera en los play-offs. En el partido de ida, aunque los tantos del punta albinegro no llegaron, se marcó el camino para que el técnico cumpliese con su anhelo.