Empezó con el judo y un buen día se pasó al squash. ¿Cómo y por qué ese cambio?

Mi madre nos metió desde pequeños a mi hermano y a mí en actividades deportivas. Íbamos al gimnasio de Ángel Pedro a hacer judo y como él también llevaba squash, un día me animó a que probara. Me metí en la pista y me di cuenta de que eso de correr y darle a la raqueta me gustaba.

Pero me han dicho que el judo se le daba muy bien y que un día ganó un torneo de chicos.

Eso es verdad, te lo ha tenido que chivar Ángel y ocurrió así; nos quedamos todos sorprendidos. Los chicos ya no me miraban muy bien después de aquello. Pero también jugué al baloncesto, natación, tenis, demasiadas cosas, y llegó un momento en el que no podía llevarlas todas. Al final me quedé con judo y squash, pero con 13 años tenía que pasar a otro club de judo, dejar mis amigos y decidí quedarme solo con el squash.

¿Y qué tiene que le hace especial en el squash?

Para llegar lejos en cualquier deporte debes tener cualidades, pero un factor muy importante es el talento. No me gusta definirme, pero se puede decir que técnicamente sé poner la bola en cada momento donde toca, donde hace mucho daño al contrario.

¿Ha tenido que renunciar a muchos placeres de la vida juvenil por el deporte?

No lo veo como una renuncia. Yo he elegido un camino que no todo el mundo tiene la oportunidad de vivir. No me gusta la palabra renunciar porque no me ha costado ningún sacrificio. No me ha supuesto ningún trabajo porque me gusta mucho el deporte, disfruto jugando al squash, no saliendo a tomar una cerveza. Quizás si me gustara más tomarme cervezas con los amigos habría cogido otro camino.

¿Le costó trabajo irse con 16 años a vivir a Madrid?

No te creas porque cuando empecé con 9 años en el squash me llamaron para jugar con la selección un torneo y cumplí los 10 años en Alemania. Siempre me ha gustado viajar y siempre he dicho que cuanto más lejos de mis padres, entre comillas, mejor. Siempre he querido aprender por mí misma, equivocarme y aprender. Viajar te hace madurar muchísimo, porque te tienes que buscar la vida en otro país y me ha aportado mucho.

¿Nota que su infancia se ha desarrollado a una velocidad muy alta?

Sí, porque ir siempre con mi hermano, que tiene tres años más que yo, me ha hecho juntarme siempre con gente más adulta, y gracias a todas esas personas ahora soy como soy. En lugar de estar jugando con las muñecas y las casitas, me iba a tomar una coca cola. Siempre me ha gustado juntarme con gente que sabe más que yo, que me pueda enseñar algo. Por eso no me costó nada trasladarme a Madrid. Desde pequeña siempre decía que mi sueño era vivir fuera de España, y ahora lo estoy haciendo en una ciudad muy grande.

¿Es una de las más jóvenes en el ránking mundial?

De las europeas sí, pero Egipto es otro mundo porque hay chicas de mi edad que están en el ´top 50´.

Es la número uno de España en un deporte muy minoritario. ¿No piensa qué tendría si se dedicara a otro deporte?

Me da pena que el deporte al que me dedico esté tan poco valorado y que apenas tengamos ayudas, pero lo he elegido yo. No pienso que si hubiera sido campeona de España de tenis estaría ganando millones, porque a mí me dan igual los millones, hablando claro. La fama no me gusta y casi prefiero que el squash no sea conocido por eso, porque la fama hace mucho daño. En la Blume conozco muchos deportistas que son muy buenas personas que han cambiado por todo lo que hay alrededor. Mis padres me han dado bastantes ´leches´ para que no se me suba a la cabeza y si alguna vez me pasa, vendrán a darme unas cuantas más. Pero hablando en serio, el problema es que nuestro deporte no puede crecer porque no tenemos ayudas. Fuera de España sí que te puedes ganar la vida y no me importaría vivir fuera, que es uno de mis sueños.

Y con tan pocas ayudas, ¿cómo se mantiene?

Pues gracias a papá y mamá. Este año he recibido ayudas para pagar la mitad de la matrícula de la universidad, también me han dado una beca del Ayuntamiento y otra de la Comunidad Autónoma, pero los he recibido este año, porque los de atrás nada. También la Federación me da algo, pero hablamos de 300 0 400 euros, que no me dan ni para un viaje al extranjero a un torneo. Y los patrocinadores me proporcionan material.

¿Cuánto le dieron por ser campeona de España?

627 euros para ser exacta, que no me dan ni para ir a un campeonato a Suiza. Cuando voy a los torneos, como tengo que pagarlo yo todo, me voy a albergues o apartamentos, aunque sean cutres. Las profesionales viajan dos o tres días antes, pero yo voy a lo mínimo, un desastre, a lo pobre, pero es lo que hay.

Veo que es una muy activa en las redes sociales.

Me muevo bastante, pero ya no es por mi imagen, sino porque me da rabia que el squash lo conozca tan poca gente, y las redes sociales son un buen escaparate. Me interesa que me conozcan a mí, pero sobre todo el squash femenino, que en España tiene buen nivel.

Pero veo que para usted no existen temas tabú, como para otros deportistas.

Es que en las redes sociales la gente da una imagen que no es. A mí no me gustaría que conocieran a una Cristina diferente, sino tal como soy. ¿De qué me sirve poner un comentario que no viene a cuento o meterme con gente? Por desgracia hay mucho postureo.

Por último, este año ya ha sido campeona de España y de Europa sub-19. ¿Qué le queda?

Pues mucho aún. En breve tengo el Europeo absoluto por equipos con el objetivo de mantenernos en Primera. En mayo tengo un torneo profesional en Suiza y después finalizo mi etapa júnior en Galicia. Y en julio voy a los World Games de Polonia como representante española.