Alejandro Valverde Belmonte lo ha conseguido casi todo en el ciclismo. Ha ganado una Vuelta a España, ha subido al podio del Giro de Italia y el Tour de Francia, pero este mes de abril ha agigantado aún más su figura en las clásicas belgas. Invicto, invencible, extraterrestre, son algunos de los calificativos que se ha ganado el ciclista de Las Lumbreras por las actuaciones que ha protagonizado en los últimos 30 días, en los que ha ganado la Vuelta al País Vasco y dos carreras míticas, la Flecha-Valona y la Lieja-Bastoña-Lieja, la decana, la prueba que Eddy Merckx , una leyenda de los años setenta, convirtió en suya, como ahora ha hecho un ciclista que con 37 años de edad vive una eterna juventud, que rejuvenece conforme suma temporadas en el pelotón.

Valverde ´bebe´ de un elixir que le permite mantenerse fresco. Por un lado está su pasión, esa que mantiene intacta pese a haberlo ganado casi todo (solo le falta ser campeón del mundo, aunque este año, en Noruega, sabe que tiene una gran oportunidad, quizás la última, aunque con él nunca se sabe); por otro, los genes, esos que le permiten ponerse en forma todos los años a mayor velocidad de la que esprinta en esas empinadas cuestas donde se muestra imbatible; y por último, esa madurez que ahora le hace correr sin presión, sabiendo que ya no le tiene que demostrar nada a nadie, ni siquiera a sí mismo: «Se nace así, pero está claro que me cuido mucho, que no me cuesta trabajo entrenar y corro sin presión porque lo he conseguido casi todo en el ciclismo», dice.

El murciano está acostumbrado a brillar en los inicios de temporada gracias a esa capacidad que tiene de coger rápidamente la forma. Pero en 2017 ha roto todas las estadísticas, con 11 victorias en 10 semanas de competición. Y es que la báscula no es un problema para él, todo lo contrario que para otros ciclistas. No le cuesta trabajo mantenerse entre los 62 y 63 kilos, todo un prodigio. Justo cuando se esperaba que comenzara su declive, ha vuelto a ser el número uno del mundo con 37 años cumplidos el pasado día 25. Mientras que otros deportistas de su generación han colgado ya la bicicleta, él no se marchita, rejuvenece. Y es que en abril prácticamente no ha dejado nada para sus rivales. «Tendré que esperar a que se retire para ganar la Flecha-Valona», decía resignado la semana pasada Daniel Martin, el segundo clasificado en el Muro de Huy, el ´Muro de Valverde´, como lo llaman los belgas, país donde el murciano no puede andar por la calle sin que a cada metro se tenga que parar para dar un autógrafo a un aficionado o hacerse una foto.

Hace un año aventuraba que una buena edad para la retirada sería los 39 años, es decir, en 2019, pero ahora nadie apuesta a que sea así. De hecho, el médico de su equipo, Jesús Hoyos, que conoce al murciano desde hace ya diez años, es incapaz de aventurar cuándo perderá esa chispa que le hace ganar carreras con suma facilidad porque «Valverde no está mejor que nunca, está como siempre. Creo que tiene cuerda para rato, al menos hasta los 40 sin problema a este nivel», dice sobre un ciclista que igual alza los brazos como triunfador en una etapa de alta montaña del Tour de Francia como en un esprint.

El murciano, que es padre de cuatro hijos de dos relaciones diferentes, vive un momento dulce en plena madurez personal y deportiva. Esas dudas que mostraba en su juventud se han convertido en una seguridad abrumadora, casi insultante, como demostró el pasado domingo en Lieja. «Tener un equipo a tu lado como el Movistar es una garantía», afirma un ciclista agradecido, muy querido entre sus compañeros de pelotón y también entre esa gran cantidad de aficionados de la Región con los que comparte entrenamientos, como si fuera uno más, sin aires de grandeza, con una sonrisa siempre dibujada en el rostro. ¿Será ese el secreto?

Vacaciones en el Hotel Hard Rock Tenerife antes de volver a la carga

Después de un intenso inicio de temporada, Valverde se ha tomado una semana de vacaciones junto a su mujer, que ha pasado en la localidad tinerfeña de Arona, en el Hotel Hard Rock. En los próximos días volverá a la carretera para entrenar de cara a sus próximos retos y se marchará a Andorra para entrenar junto a José Joaquín Rojas. Regresará a la competición a primeros de junio en la Dauphiné Libéré y tendrá el Tour de Francia, donde será el gregario del colombiano Nairo Quintana. Aunque ya aparece en las quinielas para la carrera francesa, él lo tiene claro: «Nairo es el jefe e intentaré echarle una mano para estar lo más cerca de él en las subidas. Yo voy a que él intete ganar el Tour», dice.