Bióloga y corredora popular. Inmaculada Pérez Sánchez (Santomera, 4 de noviembre de 1978) es bióloga del servicio de cardiología del Hospital de La Arrixaca, madre de tres hijos y corredora popular. En su juventud era una de las pocas chicas que hacían deporte en su pueblo, pero a ella nunca le importó. Ahora es una asidua a los podios de las medias maratones, como en Murcia, donde fue segunda.

¿Cómo y cuándo empezó a correr?

Empecé a los 12 o 13 años, aunque era algo que siempre se me había dado bien. Estando en 7º de EGB llegó al colegio un maestro, Alfonso Martínez Ruiz, que se quedaba a correr por las tardes. Un día nos dijo a un grupo que quien quisiera se podía quedar a hacer deporte con él. Y así fue como empezó el Club Atletismo Santomera, del que fui la socia número uno. Eso fue en 1992, aunque el club desapareció porque Alfonso no podía con todo, pero yo sí que sigo con el mismo entrenador.

¿Y con la maternidad, no dejó de correr?

He tenido en mi vida idas y venidas. Primero fue con la Universidad, y después, con la maternidad, pero siempre he seguido corriendo entre embarazo y embarazo. Ahora mismo llevo dos temporadas consecutivas.

Conozco a una chica que hasta el sexto mes de embarazo siguió corriendo. ¿Usted hizo lo mismo?

No porque me daba miedo, pero recuerdo que llegué a una carrera sin saber que estaba embarazada. Fue una Media Maratón de Elche, no sabía qué me pasaba, pero me encontraba muy floja y rarísima, y justo después me enteré de que estaba embarazada. Después también hice una carrera en Murcia de empresas en la que ya sabía que estaba embarazada.

¿No le costó volver después de los embarazos?

Hombre, tienes más lío porque cuesta más organizarte, pero no lo he notado. Lo único que he acusado es que he perdido velocidad, que era lo que siempre se me daba bien, porque yo corría 800 y 1.500 metros, pruebas en las que fui campeona regional y logré la clasificación para varios Campeonatos de España.

Pero ahora tiene fondo, ¿no?

Claro, por eso me he dedicado a prepararme medias maratones y carreras más largas, que no son pruebas tan exigentes. No he notado que rinda menos, sino que he perdido la velocidad que tenía antes.

Pues para haber perdido velocidad, sus resultados son bastante notables, como en la Media Maratón de Murcia, en la que fue segunda.

Pues en la Media de Murcia esperaba hacer mejor tiempo, porque venía de correr en Orihuela, donde había sido un minuto más rápida y era una marca que pensaba mejorar. Para lo poco que entreno, estoy contenta porque siempre suelo quedar entre las tres primeras.

¿Cómo se las apaña para llevar adelante la familia, el trabajo y el deporte?

Es complicado, pero te acostumbras a ese ritmo. En los colegios he dado charlas a chicas adolescentes sobre eso, pero en mi caso, empezar a hacer deporte tan pronto, es algo que me ha ayudado a saber organizarme mejor. Quizás no me cuido como debería porque no tengo tiempo, pero es lo que hay. Mi límite es el tiempo y siempre saco algo para entrenar. Tengo también a mis padres y mis suegros, que me ayudan mucho, y a mi marido, que corre maratones, por lo que nos entendemos para cuadrarlo todo.

¿Y no se pelean para elegir la carrera?

Pues a veces sí que nos cuesta. Muchas veces miramos quién ha corrido el año anterior para variar. Nos vamos turnando también para los entrenamientos y que el otro se quede con los niños.

¿Las amigas no le preguntan por qué corre?

Mis amigas de toda la vida siguen siéndolo ahora mismo, y cuando éramos jóvenes ya entendían que yo tenía carreras los fines de semana. Incluso cuando teníamos que organizar un cumpleaños, se adaptaban a mis horarios. En el atletismo he conocido mucha gente, pero aún así, mis amigas, que no han hecho nunca deporte, no me han dejado de lado ni yo les he perdido la pista.

¿Cuesta más arrancar ahora a la gente joven?

Antes se veía más raro que una mujer corriera. Donde yo vivo, que es zona de campo, no estaba bien visto que una mujer corriera, porque entonces no existían las actividades extraescolares de ahora. Además, las carreras ahora son más populares, quizás no hay tanto nivel, pero sí más gente, con mayor proporción de mujeres. Cuando yo empecé era muy raro ver a una mujer corriendo.

Vamos, que hemos evolucionado.

Sí que hemos evolucionado. Antes estaba mal visto que las mujeres corriéramos. De hecho, muchas veces tenía que engañar a mi abuela cuando salía a entrenar porque no veían bien que me fuera sola.

¿Sus padres le apoyaron?

Sí, siempre me llevaban a las carreras. Ahora piensan que voy demasiado estresada, pero es que yo me siento bien. La satisfacción que noto cuando termino un entrenamiento es mayor que el cansancio porque para mí es una desconexión, es el único momento del día que me dedico a mí.

¿Y sus niños, hacen deporte?

Tengo tres. Celia, de 9 años, Diego, de 6, y Álvaro, de 3. La mayor sí que se viene ya a entrenar conmigo a Monte Romero y el otro día se quedó primera en la carrera San José de la Montaña.

Pues pronto pasará de correr a llevar a los niños.

Sí, es verdad, en el momento que superemos la etapa actual, nos ocurrirá, aunque no se puede obligar a los niños, porque cuando son adolescentes les cambia el cuerpo y tienen más vergüenza.

¿Usted vivió esa edad del pavo?

No sé por qué, quizás por mi personalidad, pero nunca dejé de correr aunque ninguna de mis amigas hiciera deporte. Ahora lo pienso y me doy cuenta de que soy un caso raro. Recuerdo que quizás tenía vergüenza a ponerme las mallas, algo a lo que ahora no le doy importancia, pero es que entonces me fijaba en esos detalles.

Pero hay carreras que son pases de modelos.

Es cierto, porque antes corríamos con camisetas feas y anchísimas, y ahora no vale cualquier cosa. Como hay tantos complementos... Yo, por ejemplo, soy demasiado dejada, quizás porque mi marido es quien controla el tema de zapatillas y todo eso. Y en cuanto a ropa, creo que soy normal, antepongo la comodidad a la estética.