El Real Murcia se parece cada vez más a la protagonista del cuento de la lechera. Por más planes semanales que hace, por más sumas que ensaya en el cuaderno, la realidad siempre le deja en el mismo sitio, que no es otro que fuera de los cuatro primeros clasificados. Ni Vicente Mir, en su primera ocasión de conseguirlo, fue capaz de superar una maldición que ya condenó a Paco García. La situación era inmejorable. Con un empate entre Melilla y Villanovense, una victoria hubiera dejado a los murcianistas, por primera vez en la temporada, en los puestos de privilegio. Pero el Real Murcia volvió a convertirse en una trituradora de oportunidades. Y si la tormenta despejó fue porque en el minuto 90 Sergi Guardiola no desaprovechó el penalti forzado por Elady Zorrilla. Un punto insuficiente, pero que tal como pintaba la tarde, con un 1-0 en contra y con un jugador menos por la expulsión de Golobart en el minuto 72, fue valorado como positivo tanto por Vicente Mir como por sus jugadores.

Fue el maquillaje que salvó una tarde que fue de mal en peor. Porque a la sorpresa por la alineación del técnico valenciano se unió el gol que adelantaba al Marbella en el minuto 15, cuando Añón remataba a placer un córner lanzado por Kike Márquez y, en solo un zarpazo, lograba emborronar la libreta de Mir, que a partir de ese instante, como cuando un vaso de agua cae sobre un papel, quedó más que inservible.

Y es que al valenciano, en la jornada clave, en la que ganar era la única posibilidad, le dio por innovar. Y no lo hizo mirando arriba. Todo lo contrario. Lo hizo saturando la alineación de tantos futbolistas de corte defensivo que cuando el marcador se puso en contra ni ellos mismos sabían muy bien cuál era el camino a seguir. Porque, tal y como ya avisaban algunos aficionados del Hércules cuando Mir fue anunciado como entrenador del Murcia, el preparador mostraba ayer su verdadera cara.

Para empezar tres centrales -Borja Gómez se unía a Josema y Golobart-, para seguir aparecían dos laterales, a los que podemos llamar carrileros, aunque la baja forma de Juanjo no le daba para recorrer ni unos metros, y para cerrar el círculo, la creatividad de Benito se quedaba en el banquillo para apostar por un doble -por no hablar de triple- corsé, en el que Armando y Adrián Cruz hacían de escudos de David Sánchez. Y, claro, arriba, sobcomo en una isla desierta, Sergi Guardiola y Víctor Curto estaban tan necesitados de balón que a la vez que salían a buscarlo, hacían un favor a una defensa del Marbella que, salvo en los primeros minutos, en los que tuvo que recurrir a Manu, apenas sufrió.

Viendo cómo comenzó el partido nadie esperaba que al Murcia le acabaría pasando demasiado factura la falta de recursos ofensivos. Y es que a los doce minutos, Sergi Guardiola ya tenía pesadillas con el meta Manu. Sin el acierto del catalán, clave con sus goles tempraneros ante el Linares y el Cartagena, los granas se estrellaron al cuarto de hora con un Añón que entró a rematar un córner como un velocista en la última zancada de los cien metros.

A la misma vez que el Real Murcia tenía que remontar un gol, los granas debían ser capaces de entender un esquema que incluso les pesaba más que el tanto de Añón. Sin un jugador capaz de sacar la cerilla y encender la mecha, Víctor Curto y Sergi Guardiola se desesperaban. El murciano, pese a las ocasiones falladas, seguía muy activo, trabajando sobre todo en la banda derecha, donde intentaba encontrar una salida al callejón en el que sus compañeros habían sido atrapados. Ahí fueron sumándose córner y córner, aunque en esta ocasión no hubo petróleo, y algunos centros que, con futbolistas como Rayco, Isi, Roberto Alarcón y Elady en el banquillo, se conformaban con encontrar a Pumar y a Borja, cuyo instinto asesino dejó mucho que desear.

Los carrileros de Mir tampoco funcionaban. Pumar subía, aunque posiblemente centró menos que nunca, mientras que Juanjo, quien tiene la titularidad asegurada pese a que físicamente está demasido lejos de José Ruiz, bastante tenía con aguantar en pie tras correr unos cuantos metros. Incluso David Sánchez, que siempre sabe en qué momento hay que agitar la batuta, se veía superado por las circunstancias.

A la vez que las ocasiones dejaban de llegar, el Marbella se sentía cada vez más cómodo. Y ni así, con el agua al cuello, fue Mir capaz de lanzar un flotador desde la banda. Al contrario, cada cambio era como una losa sobre las espaldas murcianistas. Isi ocupó el puesto del lesionado Víctor Curto, pero la inferioridad ofensiva seguía siendo evidente; mientras que en el segundo movimiento, pese a que la necesidad de ganar seguía ahí, no quiso arriesgar y puso a una pieza por otra -un gris Juanjo dejaba su sitio a José Ruiz-. Ahí seguían los tres centrales y un trivote que solo se rompió cuando Elady sustituyó a Adrián Cruz en el 77. Desde cinco minutos antes los granas jugaban con diez por la expulsión de Golobart.

Hubo que esperar hasta el minuto noventa para ver un pequeño rayo de luz, pero si el Murcia llegó vivo hasta ese instante fue más por los errores del Marbella que por los aciertos de los granas. Porque Zé Turbo desperdició hasta dos clarísimas ocasiones para batir a Simón (57´ y 78´).

El guineano, pese a lucir en el pecho el escudo del Marbella, se convirtió en el mejor jugador del Murcia. Solo le compitió el trofeo el jumillano Sergi Guardiola, al que no le tembló el pulso cuando en el minuto 90 el colegiado señalaba penalti por un agarrón a Elady dentro del área.

El delantero murciano, que en esta ocasión no tuvo que discutir con Víctor Curto, cogió el balón, vació su mente de las pesadillas de la primera parte y engañó a Manu para poner un punto que solo el tiempo dirá si es suficiente o no. Lo único seguro ahora mismo es que el Murcia sigue sin pisar el play off.