¿Cuándo empezó a hacer deporte?

Empecé cuando era pequeña. En Italia hacía atletismo desde los 7 años hasta los 16, que fue cuando lo dejé porque había que entrenar mucho, los fines de semana siempre había carreras y no podía salir.

¿Pero llegó a ser buena?

Sí que lo era, tengo un montón de trofeos en Italia. Me dedicaba al campo a través, a correr por el monte, y las distancias estaban entre 4 y 10 kilómetros.

¿Y cuándo decidió volver a hacer deporte?

Hace unos tres años o cuatro años porque siempre me ha gustado, me relaja mucho y así suelto adrenalina. Además, como mi hijo hace triatlón, aprovechaba cuando él iba a las carreras para apuntarme yo también.

Pero se volvió a frenar cuando le detectaron un cáncer de mama. ¿No es así?

Sí, fue en abril de 2016, el 28 de abril. No se me olvidará nunca el día.

¿Cómo vivió ese momento?

Imagínate, pensaba en todo y en nada, un desastre. Fue una noticia horrible y más cuando tienes un niño, se me vino todo encima. Pero luego asumes que es lo que hay, y fui adelante con todo lo que tenía que hacer. Me dijeron que el cáncer no estaba muy extendido, que solo me tenían que quitar un trocito, pero luego vieron otro bulto que era peor del que habían detectado, y entonces me comunicaron que me tenían que hacer una mastectomía total. Lo acepté a la fuerza, porque hay que aceptarlo. Me operaron, empecé con la quimioterapia y acabé en septiembre. Lo pasé muy mal y no se lo deseo a nadie porque te deja echa un desastre, echa polvo.

¿Cómo se lo dectectaron?

Tenía un bultito desde hacía un año y medio, pero iba a hacerme radiografías y ecografías y me decían que no era nada. Pero empezó a crecerme y mi doctora de cabecera me mandó a la Unidad de Mama del Morales Meseguer, y ahí fue donde me lo detectaron.

¿Psicológicamente cómo se quedó?

Tocada, porque son muchas cosas las que tienes que aceptar en muy poco tiempo, te cambia la vida totalmente. Del día a la noche lo ves todo diferente.

¿Lloró mucho?

Sí, en los peores momentos sí que lloré mucho, pero se me pasó enseguida, y otra vez adelante.

Y a escondidas de su niño, claro.

Siempre, siempre a escondidas porque no quería que le afectara. Ya lo pasó fatal por todo lo que ha visto, que no era bonito, pero bueno, ya está.

Pero ha vuelto con fuerza.

Sí, cuando terminé la quimioterapia salió que se disputaba la Carrera de San Jorge y le pregunté a mi oncóloga si podía empezar a correr. Eso fue a fnales de septiembre, acababa de terminar la quimioterapia y me dijo que tenía que esperar por lo menos hasta diciembre. Entonces me planteé el objetivo de estar bien en febrero para poder volver a correr. En enero, cuando acabaron las fiestas, empecé a entrenar, pero claro, no es lo mismo correr con diez kilos más porque con la quimioterapia he engordado y el cuerpo pesa muchísimo, pero al final lo he conseguido.

¿Qué sintió cuando acabó la carrera?

Fue como haber escalado el Everest, una gran satisfacción, no sé, mucha felicidad, me dije a mí misma que aquí estoy otra vez. La misma carrera ya la había hecho en 2016 y esta vez solo me planteaba realizarla andando, pero al final me animé a correr y la terminé ocho minutos más tarde que en la edicón anterior, por lo que no fue una exageración.

Estoy muy contenta.

¿Qué es lo más importante cuando se pasa por un trance como el suyo?

Tener gente que te anime, que te diga ´vamos adelante´ y que no te deje pensar mucho, porque hay que despejar la mente.

¿Se quedó muy débil?

Sí, sobre todo a los tres o cuatros días de empezar con la quimioterapia. Y tras la segunda sesión me tuve que ir al hospital porque estaba muy mal, creía que me iba a morir, pensaba que no iba a salir del hospital porque nunca había tenido unos dolores tan fuertes.

¿Cuál es su próximo reto?

Hace un triatlón. No tengo ninguna prueba decidida, prque primero quiero perder más peso. Ahora estoy en 67 kilos y antes de detectarme el cáncer pesaba 61. Estoy dándole caña y también me he apuntado a un gimnasio para recuperar tono muscular.

¿Ahora es más fuerte?

Muchísimo más. Ahora aprecio más el tiempo, las tonterías ya ni las miro, y las prisas tampoco, porque te das cuentas cuando estás ahí que con las prisas no vas a ningún sitio, que no hace falta estresarse tanto.

Y por la experiencia que ha vivido, ¿qué le recomendaría a una mujer en su situación?

Que piense en positivo, nunca en negativo, porque si no, te hundes en la miseria. Sobre todo que se ocupe con algo, que no se quede en casa, porque eso es lo peor, y que esté siempre rodeada de gente, porque si te quedas encerrada es un desastre. Encerrarte o tener vergüenza es lo peor. Yo me miraba al espejo tras la quimioterapia y me preguntaba quién era esa persona, no me reconocía, pero tienes que aceptarte como eres. Yo lo pasé falta, pero la psicóloga me dijo que tenía que pensar que ahora era así, que me olvidara de cómo era antes. Ya está, no hay más. Recuerdo que después de una cena con amigos me pasaron las fotos y me entró angustia, las borré todas y me puse a llorar porque me veía horrible.

¿Cuándo se aceptó?

Cuando hablé con la psicóloga. Ella me ayudó a dar ese paso. Aparte, la Unidad de Mama del Morales Meseguer es impresionante, pienso todos los días en la suerte que he tenido de que me haya pasado aquí, porque los médicos y las enfermeras tienen una anteción, una forma de decirte las cosas, con un cariño, espectacular. Gracias a ellos he visto las cosas diferentes.