Deseado Flores tenía señalado en rojo el nombre de Víctor Alonso desde que aterrizó en el Real Murcia de la mano de Raúl Moro. Aunque el extremeño es el presidente de la entidad y el encargado de invertir los 400.000 euros que le permitieron acceder al accionariado de la entidad, el hostelero ha asumido todos los poderes en Nueva Condomina, no solo en la dirección deportiva, sino también en tareas de gerencia y administrativas.

Si antes de tomar el control del consejo de administración, Flores reiteraba una y otra vez a gente de su confianza que Víctor Alonso, director general del club desde 2010, tenía las horas contadas en la centenaria entidad, insistiendo en su salario y en su relación con el ya fallecido Jesús Samper, nada más coger el poder y ocupar su lugar en las oficinas del Real Murcia, el albaceteño y su equipo se han encargado de marginar al madrileño, tal y como relatan algunos de los empleados que forman parte de la estructura murciana.

A principios de febrero y pese a no tener días pendientes, Víctor Alonso recibía una comunicación por escrito en la que se indicaba que al día siguiente debía tomarse quince días de vacaciones. Una medida que dejaba entrever las intenciones de Raúl Moro y su equipo y que en el día de ayer se confirmaba, cuando el Real Murcia emitía un comunicado en el que se hacía oficial el despido del madrileño, quien llegó al club en el año 1999 para asumir tareas de comunicación, y que en el año 2010, tras el descenso del equipo grana a Segunda B, pasó a ser director general, cargo que ha ejercido hasta su despido.

Siempre en un segundo plano, lejos de las cámaras y de los titulares, Víctor Alonso se ha convertido en uno de los hombres más importantes de la entidad murcianista en la última década. Pero su lealtad a la entidad centenaria quedó sobre todo reflejada en enero de 2016. Apenas unos días después del fallecimiento de Jesús Samper, el madrileño, sabedor de que era el momento de dar un paso al frente para evitar la liquidación del club, aceptó un puesto del consejo de administración presidido con Martínez Abarca. Gracias a su gestión, en la que apostó por una economía de guerra que permitió ir cumpliendo con los pagos del día a día, el Real Murcia pudo ir sobreviviendo, superando cualquier barrera que se anteponía en el camino de una entidad con importantes problemas económicos por la elevada deuda. Bajando al barro, con el absoluto apoyo del resto de trabajadores del club, negociando con acreedores y sacando ingresos de donde no existían, Víctor Alonso, conocedor absoluto del funcionamiento de un club en el que ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional, fue el aliado perfecto de Martínez Abarca. Tras fracasar en el objetivo de dar el salto de categoría y pese a la falta de apoyos de las instituciones públicas, el consejo de administración grana no solo volvió a poner en marcha otro proyecto deportivo sino que además consiguió un hito fundamental: el reconvenio de acreedores, que permitía a la entidad quitarse la soga al cuello y no tener que afrontar los pagos fijados hasta que no se ascienda de categoría. Y el encargado de negociar con los acreedores, especialmente con el uruguayo Paco Casal, fue un Víctor Alonso que, según relatan sus compañeros en las oficinas, estuvo durante un mes levantándose a las tres y las cuatro de la madrugada para poder contactar con Uruguay y obtener un OK que hizo posible que la juez diese el OK a la modificación del convenio.

Sin embargo, la entrada de Raúl Moro en el accionariado y la llegada de Deseado Flores a las oficinas de Nueva Condomina, quien incluso ha desvelado datos del contrato del madrileño, no solo relegaron a Víctor Alonso a un segundo plano, sino que además le fueron anuladas todas sus funciones. Ayer, después de 16 años de servicio y de lealtad al Real Murcia, el madrileño recibía la carta de despido.