El color rojo, el de la cartulina que vio el pasado domingo Sergio Jiménez en el Cartagonova, el mismo que vieron antes Arturo Rodríguez y Jesús Álvaro en la jornada anterior y el propio Sergio Jiménez hace tres semanas, paraliza a los jugadores albinegros. Si bien es cierto que los pupilos de Monteagudo no han sido un modelo de equipo que se cae por inercia cuando las cosas van mal, sí que afecta a las ambiciones y los objetivos de un plantel que está mermado de efectivos cuando el oponente conserva a todos sus jugadores sobre el campo.

No deja de ser curioso que este FC Cartagena se haya convertido en uno de los conjuntos más limpios del campeonato durante las 22 primeras jornadas -ningún expulsado-, mientras que en las tres últimas han sido hasta cuatro veces las que el colegiado del encuentro ha enseñado la cartulina amarilla a sus jugadores.

El bloque albinegro no ha comenzado con la misma fortaleza en la segunda vuelta respecto a la primera. Tan sólo ocho puntos conquistados frente a los quince de los primeros encuentros, lo que hace que toda esa renta anterior se haya ido disipando en favor sobre todo el Lorca y del Marbella.

Las circunstancias de las amonestaciones, el momento de recibirlas o el ánimo de los jugadores influye mucho en la trayectoria de los equipos. Reconocía el propio Alberto Monteagudo que las dos expulsiones de Sergio Jiménez, tanto hace tres jornadas frente al El Ejido como la última contra el Mérida eran fácilmente evitables, por lo que el canterano cometió dos errores de bulto, especialmente el segundo, al dejar a su equipo con uno menos durante 80 minutos de partido.

El técnico cartagenerista aprovechó el pasado domingo, tras el encuentro, para dar un toque de atención al jugador. Es el momento de estar al 100%, con todos los sentidos puestos en el terreno de juego y la concentración puede jugar una mala pasada si no está a pleno rendimiento. Ya le sucedió en la jornada vigésimo tercera con una cartulina amarilla -su segunda-, cuando el equipo ya caminaba con una cómoda renta de 2-0 y no afectó en nada al triunfo final.

Pero sí provocó demasiados inconvenientes la expulsión de Arturo a los 28 minutos del enfrentamiento ante La Roda del pasado 5 de febrero, que supuso ir por detrás en el marcador y modificar la estrategia en el juego del equipo, en un campo en el que la victoria era uno de los objetivos casi ineludibles. A esa amonestación se le sumó la expulsión de Jesús Álvaro -por protestar- a doce minutos del final, que le restó al equipo cualquier posibilidad de reacción y remontada.

En los dos últimos partidos el FC Cartagena ha sumado solo un punto de los seis en disputa. Esta situación no ha sido habitual esta temporada. El bloque albinegro ha salido airoso la jornada posterior a la de un tropiezo en la mayoría de las ocasiones. Hay varias excepciones, como las de las jornadas siete y ocho -tras perder en casa contra el Lorca llegó un empate ante el Melilla- y en las vigésima y vigésimo primera -después del tropiezo ante el Linares, derrota frente al Córdoba B-.

El FC Cartagena no ha perdido dos partidos de forma consecutiva en toda la temporada, pero sí que ha visto cómo en las jornadas jugadas en la segunda vuelta su frecuencia para encadenar derrota y empate se ha repetido en dos ocasiones

Si bien las expulsiones se convierten en algo ocasional y que llegan, la mayoría de las veces, motivadas por circunstancias propias del encuentro, en otros momentos son fácilmente evitables. Si el Cartagena cae en este tipo de situaciones, o en el subconsciente de los futbolistas se queda el hecho de que los árbitros están influyendo de manera determinante en sus partidos, será muy difícil acabar con estos errores que han provocado que el equipo albinegro baje el nivel que había exhibido hasta hace bien poco.