Alba Carrillo Marín (Murcia, 6 de marzo de 1996) tiene cara de niña buena. De hecho lo es, aunque en la pista, cuando empuña una raqueta de tenis, se transforma. Esa sonrisa que siempre que dibuja en su rostro se transforma en una mirada penetrante, capaz de derretir la bola. Esta joven murciana se ha empeñado en llegar a la élite del tenis y lo está consiguiendo con pasos cortos pero seguros. No es fácil la misión que se ha encomendado. Todo lo contrario.

Muy pocas chicas en el mundo lo consiguen. La mayoría se quedan en el camino, pero Alba Carrillo tiene muy claro lo que quiere y en 2016 ha dado un salto hacia adelante, cogiendo impulso para un 2017 lleno de retos.

Carrillo ha acabado la temporada en el puesto 679 del ránking mundial. A los profanos en la materia es un dato que les puede parecer irrelevante; sin embargo, significa mucho, ya que le permite acceder a torneos que hasta hace menos de 365 días eran inalcanzables para esta murciana que comenzó con seis años a jugar al tenis. «Me inicié por culpa de mi vecino. Me gustaban todos los deportes, pero jugaba al tenis en la calle. Me dijeron de apuntarme a un curso, probé y me encantó, pero antes había hecho fútbol, ballet, natación, mil cosas, pero lo que más me gustó fue el tenis», recuerda la murciana, quien acaba de concluir el curso con su presencia en los octavos de final del Campeonato de España.

«El año ha acabado por encima de mis expectativas», apunta Carrillo, quien antes de saborear las mieles del triunfo en Portugal el pasado mes de septiembre, cuando ganó el torneo de Ponta Delgada, en las Islas Azores, pasó unos meses en casa, entrenando y sin competir. «En los cuatro primeros meses del año, mientras todas mis compañeras estaban viajando y jugando torneos, decidí hacer una pretemporada más larga de lo normal, de enero a abril. Solo me dediqué a entrenar y a cambiar cosas de mi juego. Hice como un reset y eso me permitió afrontar el verano con la cabeza más fresca, con ideas nuevas y aires nuevos. El verano fue fantástico, muy bueno, pero sobre todo por la sensación mientras jugaba, ya que ganase o perdiese, disfrutaba muchísimo y hacía mucho tiempo que no experimentaba eso. En definitiva, 2016 ha sido espectacular porque se han combinado las dos cosas», explica la tenista murciana, quien recuerda también que « a principios de verano hice mi primera final profesional en Portugal, en un partido en el que tuve bolas de partido para ganar, pero al final me llevé un golpe duro porque se me escapó de las manos. Pero en septiembre fue cuando hice campeona y semifinales, y todo en Portugal, un país que se me ha dado bastante bien», apunta.

Las ‘vacaciones’ competitivas que tuvo a principios de año considera que resultaron clave: «Lo necesitaba; si no hubiera parado y cambiado cosas, a lo mejor ahora mismo no estaba ni jugando al tenis porque había entrado en una dinámica en la que no disfrutaba del juego dentro de la pista, y cuando ves que no disfrutas con lo que haces, tienes que parar y buscar soluciones. Y eso hice», comenta.

Carrillo sabía dónde fallaba: «Pensaba demasiado, le daba muchas vueltas a las cosas y entraba a la pista con la cabeza como una olla exprés. No podía jugar, me agobiaba y todo cambió cuando me dejé llevar. Cuando menos pienso es cuando mejor fluye mi tenis, cuando no pienso que tengo ganar. Ahora salgo de un partido y evalúo si me lo he pasado bien; es difícil llegar a ese punto porque lo que luce y vende son los resultados, pero es que llegar a ser profesional es muy difícil», opina. Sin embargo, nunca pensó en arrojar la toalla y dejar el tenis: «No, nunca, ni siquiera cuando pasé la etapa regular el año pasado, cuando me agobié con los resultados. Ni siquiera en ese momento me planteé dejarme el tenis porque confiaba en que me quedaba mucho juego por dar. Mientras que sienta que puedo dar más, que es lo que noto ahora mismo, voy a seguir», dice pese a que los costes en estos momentos de su carrera son altos, y los ingresos muy bajos. «Todo sale de la economía familiar, corre a cuenta de mis padres y del esfuerzo que están haciendo ellos. Es duro porque al final es una presión, ya que tienes que conseguir un poco de dinero para seguir jugando».

Sin embargo, después de los resultados obtenidos en 2016, el futuro se presenta despejado: «Me encuentro ahora mismo en una posición muy buena para seguir subiendo en el ránking, ya que hasta mayo no tengo prácticamente puntos que defender. Todo lo que haga hasta ese momento va a ser sumar. Es una buena oportunidad para escalar, pero todo sin prisas, porque cuando te entran las prisas, malo. No es cuestión de jugarlo todo porque de esa forma te quemas. Hay que saber parar, cuándo entrenar y plantear un calendario inteligente».