La despedida de José María Salmerón, técnico del UCAM Murcia, va a producirse de la forma más cruel posible. El preparador almeriense afrontaba el partido frente al Huesca tras ser ratificado en su puesto a principios de semana, e intentó soportar esa presión de la manera más positiva posible, intentando encontrar la motivación.

Pero pese a esos factores, y al planteamiento conservador con el que aconteció en Huesca, su UCAM salió vapuleado, y el propio Salmerón, listo para su sentencia del estadio El Alcoraz.

Al menos, la predisposición del técnico para afrontar esta décimoctava jornada era la de cortar la hemorragia defensiva que su equipo vivió en casi todas las jornadas precedentes. Intentó buscar el remedio acumulando jugadores en la línea de zagueros, con un planteamiento 5-4-1 a la hora de defender, y un 5-3-2 para buscar el contragolpe a la hora de atacar. En este caso, fue peor esa medicina que la propia enfermedad.

Renunciar al esquema que había hecho que el UCAM, con menos éxitos de los merecidos, estuviera ´vivo´ en su debut en Segunda fue la culminación de una muerte preanunciada, renunciando al balón y amparándose en rápidas transiciones. La ´era Salmerón´, salvo sorpresa, concluirá con la mayor goleada del UCAM bajo la dirección del almeriense en el banquillo. Cinco goles, una ´manita´ especialmente dolorosa que engloba una realidad: jugadores, cuerpo técnico y miembros de la dirección deportiva, todos, son culpables de una caída tan estrepitosa.

El partido ante el Huesca, que hizo realidad el desgraciado desenlace, fue la viva imagen de la impotencia, de la falta de unión y de la escasa confianza que nubla las cualidades del equipo. Unas fortalezas a día de hoy inexistentes y que, salvo sorpresa, propiciarán el adiós del técnico que más alegrías ha dado a la parroquia universitaria. El objetivo de salvarse pasa por la remodelación de un mal trabajo hecho desde verano en la planificación de la plantilla, por lo que los cambios se antojan necesarios y serán probablemente numerosos, siendo el primero el del entrenador.

Prácticamente nada le salió bien al equipo universitario. Al Huesca, por su parte, la tarea le quedó bien facilitada por el UCAM, más allá de un sublime acierto de cara a portería. En el minuto 6, el mediapunta Samu Sáiz daba el primer aviso, pero Biel Ribas, que volvía a la titularidad en Liga en detrimento de Fernando y que aguantó la tormenta en la primera mitad con siete intervenciones, atajó con seguridad.

No obstante, en la siguiente jugada de peligro, llegaba el primer tanto de los locales. En el 9´, un despeje defectuoso de Fran Pérez tras centro desde la derecha era recogido por el propio Samu Sáiz. Fintó ante Tekio y, desde la frontal, envió el balón hacia el fondo de las mallas con un toque suave a media altura. El cúmulo de jugadores en el área solo sirvió para dificultar la visión a Biel Ribas.

Sin embargo, el UCAM arrojó algo de luz al partido tan solo tres minutos después. Pese a que ese planteamiento de acumular defensas se iba al traste en los compases iniciales, el balón parado permitió enviar jugadores al área del Huesca.

Tras un despeje, Albizua recogió en banda derecha, sirvió un centro raso desde la línea de fondo, y cedió a Jona para que igualara la contienda anticipándose en el primer palo a toda la defensa. Era un halo de luz que duró treinta minutos.

Pero más que luz, el empate se fusionó con la niebla que arreciaba sobre El Alcoraz. El UCAM, gracias a las mencionadas intervenciones de Biel Ribas, se mantenía vivo. El Huesca entraba con una facilidad pasmosa por las bandas, especialmente por la derecha, y movía la pelota en tres cuartos de campo sin dificultades.

Pero justo antes del descanso, el único que hacía por mantener en el alambre al UCAM en el choque fallaba de forma espantosa. A Biel Ribas se le escapó de las manos en el 42´ un pase de la muerte de Samu Sáiz. El balón cayó, en la frontal del área pequeña, a un Borja Lázaro que no perdonó el regalo. Era la peor forma posible de afrontar el descanso.

Y si algo intentó corregir Salmerón durante el hemisferio del choque, de nada sirvió. En el minuto 52, Vadillo botaba desde la derecha un saque de esquina que Melero transformó en el tercer tanto. Se elevó sobre todos los jugadores del UCAM y cabeceó hacia el palo largo, dónde no pudo llegar Biel Ribas.

No obstante, los universitarios quisieron arreglar el estropicio durante los siete minutos posteriores. Collantes redujo distancias en el 54´, materializando en el mano a mano ante Herrera tras un pase sublime de Pere Milla. El UCAM, con el 3-2 en el luminoso, se volcó sobre el área del Huesca, encerrando a los locales y probando fortuna de cualquier manera. Ese arreón no se tradujo en ocasiones clarísimas, y un nuevo fallo defensivo, en este caso, enterró la leve mejoría antes del fallecimiento.

En el minuto 60, Kitoko controló mal en campo contrario, facilitando la recuperación al Huesca y dejando vendidos a los dos jugadores del UCAM que cerraban filas. Samu Sáiz, un auténtico quebradero de cabeza, la filtró desde la derecha a Vadillo, que llegó a la frontal del área y con la puntera del pie batió a Biel Ribas por debajo de las piernas.

Con media hora por delante, el UCAM bajó los brazos y el partido quedaba visto para sentencia. Una rúbrica que llegaría diez minutos después. Melero, que ya había marcado de cabeza el 3-1, firmaba su doblete con otro testarazo. Remató un nuevo saque de esquina, esta vez completamente solo en el área tras errar Guichón en el marcaje, y culminó la goleada con el quinto tanto para el conjunto oscense.

Y hasta aquí, el partido se precipitó dejándose llevar por el capricho del reloj. Ninguno de los dos equipos volvió a inquietar en el área rival, el Huesca no quiso hacer más destrozos en la herida, ya había hecho muchísimos a un abatido UCAM.

Una veintena de remates refrendan la superioridad del Huesca en el partido. Cinco tantos que, además, elevan actualmente al conjunto oscense como el más goleador de la categoría. Cinco goles que dejan al UCAM como el equipo con más tantos encajados de toda la Segunda División -27 en 18 partidos-, y penúltimo en la tabla con dos puntos más que el colista, el Nástic.

La realidad, que el equipo ha tocado fondo y, a peor, no puede ir. Falta saber cuál será el desenlace en el banquillo a expensas de lo que suceda hoy, y el futuro de una plantilla que sufrirá cambios en pocas semanas. La certeza, más allá de las exigencias desmesuradas que han castigado deportivamente al UCAM, habla de la sangría defensiva que ha sufrido el equipo en casi todas las jornadas. Ayer se dio la más ostensible de todas, ya que el conjunto universitario tenía su tope de goles encajados en un partido en tres, los sufridos en Zaragoza en la primera jornada de Liga.

Salmerón trató de amarrar cualquier resultado positivo, fuera el que fuere, acumulando a sus jugadores en su propia área. La idea se volvió en su contra, dando a entender que la culpa en estos casos no es del entrenador, sino de los jugadores. Quedó claro en Huesca que acumulación de efectivos no es igual a solidez defensiva, ya que el Huesca jugó a su antojo y arrolló sobre la portería defendida por Biel Ribas. Ni esa premisa se cumplió, más allá de la calidad de los futbolistas.

Lo que sí quedó refrendada es la falta de seguridad de un plantel del que a día de hoy pocos se salvan. Sea cual sea la consecuencia, la realidad es que siempre es más fácil echar al entrenador que a los 25 jugadores que defienden el escudo en el barro en cada partido.