El técnico José María Salmerón recibió ayer una 'vida extra' en forma de buena noticia después de la reunión que mantuvieron, entre otros, el presidente del UCAM FC, José Luis Mendoza, y el director deportivo del club, Pedro Reverte, en la que el preparador almeriense obtuvo la confianza suficiente, como mínimo, para dirigir el sábado al equipo en su visita a Huesca. El principal tema del día era analizar la mala racha de un conjunto que acumula seis derrotas en los últimos nueve partidos, pero el verdadero tema a tratar en la reunión es cuánta confianza se iba a depositar en un técnico que apostó por revolucionar el equipo que ascendió a Segunda el pasado verano y que, después de diecisiete jornadas, está clavado en los puestos de descenso desprendiendo malas sensaciones.

Tal y como el propio Reverte reconoció ayer en distintas entrevistas, tanto su punto de vista como el del presidente coinciden en que la exigencia del equipo es la salvación y que hay que darle una oportunidad más al técnico almeriense. No obstante, la ratificación oficial por parte del club es precisamente lo que más nervioso debe poner a un Salmerón que, de no ganar el sábado en el campo del Huesca, de poco servirá que fuera ratificado ayer, por enésima vez, por el presidente Mendoza.

Además, si ya de por sí los resultados en el plano deportivo no pueden defenderse de ninguna manera y no son los esperados, encima de todo se ha creado un clima en La Condomina que, desde hace algún tiempo, viene centrando las iras de los aficionados en la figura de un Salmerón que, como todo los técnicos, va perdiendo crédito a un ritmo de vértigo al mismo tiempo que se van sucediendo las derrotas. Dependiendo de quién analice los partidos y de qué circunstancias se produzcan, todo hace indicar que un nuevo tropiezo puede provocar que la figura de Salmerón sea la primera baja de una plantilla que, pase lo que lo pase con el futuro del entrenador, va a reforzarse en el mercado de invierno.

Y es que, como admitió el propio Reverte en una entrevista que concedió ayer en la Cadena Ser, la directiva ya está a expensas de que se juegue el choque de vuelta de Copa del Rey en Balaídos ante el Celta de Vigo para comenzar a hablar con algunos jugadores a los que se les va a enseñar la puerta de salida. El hecho de que con tanto tiempo de antelación se hayan aventurado las salidas de la entidad universitaria ha provocado mucho malestar dentro de un vestuario amplio y con todas las fichas cubiertas en el que, salvo los intocables para el entrenador, también hay más de uno soñando con un relevo en el banquillo, ya que hay miembros de la plantilla actual, sin estar lesionados, que ya saben por mucho que trabajen no van a jugar ni un minuto el fin de semana y que su única oportunidad pasa por encontrar una salida en diciembre.

La crisis deportiva del UCAM es tan grande que hace algunas jornadas, sin esperarlo nadie, Salmerón decidió 'cargarse' a Biel Ribas como portero titular para darle el premio a un compañero que el curso pasado no fue capaz de dejar la portería a cero casi nunca jugando en Segunda B. Las críticas a Salmerón sí que se vienen repitiendo desde hace tiempo, pero el sábado, en la derrota contra el Lugo, también sorprendió, por ejemplo, que los aficionados reconocen perfectamente qué jugadores no están dando el nivel. El ejemplo más claro es que antes de saltar al césped, el delantero Natalio, quien por otra parte solo ha conseguido un gol después de diecisiete jornadas, se convirtió en el foco de las críticas de unos aficionados que, por mucho que el objetivo sea la permanencia, esperaban mucho más de un equipo sin problemas económicos, que ha podido reforzarse con cierta comodidad y que encima no tiene ninguna presión.

La cuestión que divide a la joven afición universitaria es si la plantilla confeccionada para el fútbol profesional está capacitada para ofrecer algo más vistoso que lo que están viendo los espectadores, además de cambiar las derrotas por victorias claro está, o si por el contrario se han cometido errores en la planificación deportiva que ahora se están traduciendo en malos resultados.

La Segunda División es una competición excesivamente larga, pero el UCAM necesita obtener ya cierta regularidad en lo que a puntos se refiere antes de que las prisas y la tensión terminen por marcar el rumbo de un equipo que, si no es capaz de dar un paso al frente, lo va a tener difícil para salir del pozo de la tabla.