Tras la derrota del sábado ante el Lugo y con las críticas que cada semana se vuelven más feroces en La Condomina contra el entrenador universitario, José María Salmerón, el técnico aprovechó la sala de prensa para defenderse de la última manera que le queda: «Toda España sabe que el UCAM va a estar abajo, menos los de aquí».

Así quiso defenderse el máximo responsable del banquillo del UCAM y un técnico que, con los números en la mano, se encuentra en una situación complicada que tiene preocupados a los dirigentes del club que debuta este curso en Segunda División. El problema de Salmerón, al margen de su apuesta futbolística, es que su equipo acumula seis derrotas en los últimos nueve partidos, números que ponen en el alambre a un entrenador que tampoco cuenta ya ni con el respaldo de su propia afición, la que pidió su marcha el sábado un poco más fuerte que la semana anterior después de ver al equipo perder otra vez en La Condomina y regresar a unos puestos de descenso que tanto miedo provocan en una directiva que hará lo que tenga que hacer para tratar de conservar la valiosa plaza en la categoría de plata.

Y es que la afición del UCAM solo ha celebrado dos triunfos de sus jugadores en las últimas once jornadas disputadas. La victoria ante el Rayo Vallecano de la jornada 13 y el triunfo por 3-2 de hace dos semanas ante un Numancia que vio cómo perdía en La Condomina por unas decisiones arbitrales que, en esta ocasión, fueron beneficiosas para que los locales sumaran el triunfo, son pocas alegrías como para que la autocrítica siga brillando por su ausencia en la libreta del técnico universitario.

El presidente, José Luis Mendoza, lleva ya un mes ratificando al entrenador andaluz, uno de los síntomas que más deben preocupar a un José María Salmerón que, después de 17 jornadas disputadas en Segunda, no ha conseguido que el UCAM encuentre un poco de tranquilidad en el fútbol profesional.