Sentado en el duro y frío hormigón del graderío del Municipal de La Hoya, cuando faltaban 40 segundos para la conclusión del encuentro, gran parte de los aficionados albinegros que me rodeaban estaban claramente fastidiados por el fútbol que había ofrecido su FC Cartagena ante un Jumilla más perspicaz hasta ese momento.

Un minuto más tarde ya nadie se acordaba de ese encuentro gris del líder porque Fernando -o al menos así dice el árbitro en el acta del partido-, con la ayuda en el despeje del portero jumillano Jero, hacía el 0-1 cuando tan sólo unos segundos restaban para que el partido acabara. La victoria llegaba como un caramelo, un regalo dulce que saborea afición y equipo y que permite marcar distancias con los que están inmediatamente por debajo. Seguro que supone un refuerzo moral para Alberto Monteagudo, que ha conseguido ya cinco victorias a domicilio: ahí es nada.

Sin embargo, la victoria a domicilio, la primera derrota del Jumilla en su campo, no debe tapar algunas lagunas que exhibió el bloque cartagenerista en el campo del quinto clasificado.

Los albinegros fueron de más a menos y a pesar de dominar el balón en la primera parte, apenas dotaron de ofensividad su fútbol de ataque. El Cartagena se mostró endeble de medio campo hacia arriba, incapaz de buscar alternativas al perfecto posicionamiento de la zaga local, que apenas sufrió en los 90 minutos los embistes de los delanteros albinegros.

Ni con fútbol vertical ni bajando el balón al suelo dio la sensación ayer el equipo cartagenero de ser superior al oponente, ejercer de líder del grupo y demostrar los motivos por los que está ahí. Eso sí, no perdió la esperanza y vio su momento cuando el colegiado echó a Morgado en el minuto 85 por doble cartulina amarilla. Ahí, los de Monteagudo afilaron sus colmillos e hincaron los dientes en el momento justo, cuando nadie se lo esperaba, para que su oportunismo les diese la victoria y un golpe moral al resto de sus oponentes, incluido el Jumilla que era el equipo más firme en su campo.

El FC Cartagena disparó en dos ocasiones entre los tres palos y las dos oportunidades llegaron en los últimos cinco minutos. La primera un libre directo de Gonzalo Verdú que atajó Jero al ir el balón más colocado que fuerte, y la segunda el centro desde la derecha dentro del área de Ramírez, con un Cartagena volcado en el área rival, que el guardameta local no pudo resolver cuando Fernando encaraba para rematar. Parece, por tanto, normal el enfado del entrenador del equipo del Altiplano, Pichi Lucas, y la terrible decepción de su escasa y animosa afición, que no veía recompensada ni mucho menos la superioridad que ofrecía su equipo en determinados momentos del encuentro, sobre todo en la segunda parte.

Pero el fútbol, como todo seguidor sabe, sea más o menos aficionado a esto, no entiende de justicia sino de goles, y eso fue lo que ocurrió, que se premió la eficacia ofensiva y la fortaleza defensiva. Se hizo bueno aquello que el técnico del conjunto de la ciudad portuaria afirma, que dice que si dejas tu portería a cero las opciones de sumar la victoria son mayores a las de salir derrotado.

En la primera parte los blanquinegros se aprovecharon de una casi inexistente presión del Jumilla para tocar y tocar a su antojo en medio campo. El Cartagena recuperaba con facilidad y lo intentaba sin posibilidad. El Jumilla se defendía con dos líneas de cuatro en un margen no superior a los 15 metros, cortando todas las vías de pase en los carriles y abortando los balones lanzados en largo, en los que Robles y Neftalí ejercían su autoridad.

Si bien el Jumilla no salía con vehemencia, sí que tenía más o menos dominada la situación, porque los jugadores dirigidos por el preparador visitante no encontraban la fórmula para ver el hueco justo donde poner el balón entre los tres palos. Cristo no actuaba como carrilero y Rico no encaraba en su banda. Además, los laterales tampoco se incorporaban en ataque, por lo que no había desdoblamientos y la zaga local no tenía que controlar esa situación de dos contra uno que tan buenos resultados suele dar a los albinegros. Rivero y Jiménez, en medio campo, estaban demasiado constreñidos, sin recorrido y con balones que tenían su fin en las botas de los futbolistas locales con demasiada frecuencia.

Aún así, y sin llegar las ocasiones, el Cartagena no sufría en estos primeros 25 minutos, pero un disparo de Titi al borde del área, que se marcha fuera por poco, ayudó a que los de Pichi Lucas dieran un paso adelante y sujetaran mejor al Cartagena de medio campo hacia atrás. Julio de Dios pudo hacer el 1-0 con un balón suelto en el segundo palo que remata mal, da en la red y confunde a la parroquia local que cantó gol.

Los jumillanos pudieron hacer el 1-0 nada más arrancar el segundo tiempo, cuando Morgado superaba a los centrales cartageneristas y encaró a Limones. Su disparo raso pero poco ajustado lo sacó el meta albinegro y evitó un gol que parecía cantado por lo claro que se veía.

El equipo cartagenerista no era capaz de reaccionar y se dedicó la mayor parte del tiempo a achicar los espacios, evitar el peligro que venía de un trabajador Titi, un correoso Perona y un intensó Julián Domínguez, con balones largos que poco ayudaban a Chus Hevia o Sergio García para poner en aprietos al portero Jero.

Mucho patadón y poco recorrido que desesperaba a todos. Incluso los cambios de Monteagudo -dio entrada a Fernando, Quintana y Juanlu Hens- eran criticados por algunos aficionados, algo desilusionados por la imagen que transmitía su equipo en el Municipal de La Hoya. El balón les duraba poco en los pies y además se encontraban con un Jumilla que cada vez confiaba más en sus posibilidades. El equipo local pidió penalti en una acción de Titi, que fue obstaculizado en el área visitante, pero que el colegiado no observó como tal.

A falta de media hora para el final el entrenador albinegro puso en el campo a Fernando y posteriormente a Quintana y Hens. Dice el técnico que esta vez los cambios le funcionaron y aunque Borja lo intentó en el minuto 75, con un disparo ajustado que salía fuera del marco defendido por Limones, la expulsión de Morgado activó al Cartagena, al que entonces sí le entraron las prisas y lo intentó con más ahínco. Tras una clara opción de Rico para disparar y el libre directo de Verdú, llegó esa última ocasión con el tiempo a punto de expirar. Ramírez centra y Fernando ayuda a que el Cartagena sea más líder y más feliz.