Aunque sin ninguna duda la victoria fue lo más importante, la presencia del nuevo accionista del Real Murcia, el empresario extremeño Raúl Moro Martín, que desembolsó 400.000 euros el último día de la ampliación de capital y quien sigue negociando con los herederos del fallecido Jesús Samper para conseguir el paquete completo de acciones de la centenaria entidad, se convirtió en la ´comidilla´ de una grada que se ha dividido claramente entre los que ven al hombre que ha llegado de la mano del empresario Deseado Flores como el salvador del Murcia, mientras que otros siguen poniendo en duda la capacidad económica de un empresario que no tiene ninguna relevancia pública ni social en las ciudades en las que dice tener negocios, como Jaén y Sevilla por ejemplo, donde no existe una foto suya en las redacciones de ningún periódico.

Ni el anuncio del día de antes por parte del propio Moro a través de las redes sociales de que acudiría al partido, tampoco supuso el impulso necesario para un club que ayer apenas superó los 4.500 espectadores, cuando en la calle hay despachados más de 7.000 carnés.

Acompañado por su grupo de colaboradores, el mismo que ha llevado al extremeño a un terreno que se presenta plagado de arenas movedizas, Moro fijó la atención de los espectadores cuando un sector del núcleo más duro de los aficionados murcianistas comenzó a corear su nombre, cuando el partido llevaba tres minutos disputados, un gesto que obligó al nuevo segundo máximo accionista de la entidad a levantarse tímidamente para mandar un saludo al fondo sur de Nueva Condomina, el espacio donde se ubican los peñistas y donde se desarrolla la zona de animación de las distintas agrupaciones de los aficionados granas.

También sorprendió mucho otro detalle que no se había visto todavía en el palco. Desde que Guillermo Martínez Abarca accediera a la presidencia del club tras el fallecimiento de Jesús Samper, el abogado murciano no había faltado todavía al palco de autoridades. Ayer, sin embargo y con mucha casualidad, el presidente se tuvo que ausentar por un compromiso en Sevilla, mientras que otro grupo de los peñistas lució una pancarta gigante antes de comenzar el choque en la que podía leerse ´El mejor consejo es el que te salva de la muerte.

Gracias presidente´, en un mensaje dedicado a un Abarca que ayer, por otras cuestiones, no pudo vivir en primera persona uno de los pocos agradecimientos públicos que ha recibido desde que tomó las riendas de la presidencia del Real Murcia.

Los peores pensados, entre los que se incluye un servidor y decenas de abonados granas, creen que la gota que ha colmado el vaso ha sido que Martínez Abarca se enterara por los medios de comunicación de que algunos miembros del consejo de administración hayan negociado el traspaso del club a sus espaldas, algo que por mucha templanza que tenga el letrado murciano, le ha dolido hasta el espinazo.

Debido a que este tema interesa mucho más al murcianismo que el capítulo deportivo, la realidad hasta ahora mismo es que Raúl Moro no es por ahora el dueño de nada, ya que siguen abiertas las negociaciones en las que el hijo del desaparecido Jesús Samper, Gonzalo Samper, parece que está tratando de sacar la mayor tajada económica posible de una venta de acciones en las que, a pesar de la llegada de Moro, nadie se atreve a descartar que no haya detrás otra persona que sí tenga la firme intención de pasar a controlar la entidad deportiva más importante de la Región.

A pesar de estar en un palco VIP, alejado un poco de las interferencias externas y arropado por un equipo que lo agasaja constantemente, el propio Moro dejó por unos instantes esta zona privada de Nueva Condomina para saludar uno por uno a los actuales miembros del consejo de administración grana. Moro tiene a su favor que mucha gente ha depositado todas sus esperanzas en su figura, aunque se trata de una peligrosa espiral en la que el nuevo ´Mesías´ del murcianismo debe andar muy despacio y con pies de plomo.