¿Por qué fue gimnasta?

Empecé con tres años porque mis dos hermanas mayores ya practicaban gimnasia rítmica. Ellas llegaban de sus entrenamientos y probaban conmigo, que era como el juguete de la casa. Y en cuanto cumplí los tres años, que era la edad mínima, mi madre me apuntó. Vamos, era algo que llevaba en la sangre porque en la barriga de mi madre ya iba a competiciones.

¿Y cuándo vieron que apuntaba alto?

Yo estuve en el club Cordillera hasta los ocho años, pero fue entonces cuando vieron que podía competir con más nivel y me fui al club Gymnos.

Usted se quedó a las puertas de ser olímpica en Londres. Menudo palo debió ser no llegar.

Estuve en el equipo en todo el ciclo de la preparación de Londres. Participé en el preolímpico y el trabajo fue para todas las gimnastas igual. Yo estaba de reserva y hasta el último día me estuve entrenando por si alguna se lesionaba. La preparación fue dura y sabía que mis compañeras se iban a Londres y yo no. Me dio mucha pena, pero en ese momento lo asimilé y ya está.

Es que es muy duro asimilar ciertas cosas a edades tan tempranas.

La verdad es que sí. Yo me fui con 14 años al CAR de Madrid, que es una valentía, pero no me lo pensé porque era un sueño estar en la selección española. Fue muy duro el cambio porque no conocía a nadie; no sabes lo complicado que es hasta que estás allí. Hacía un trabajo exigente, al que no podía faltar e incluso con fiebre, pero lo agradezco porque me he hecho muy fuerte y volvería a repetir.

¿Le costó asimilar que tenía que volver a Murcia sin cumplir su sueño de estar en los Juegos?

Sí, mucho, sobre todo de cabeza. Hay que ser fuerte para asimilarlo. Recuerdo mi viaje de vuelta, que me tiré las cuatro horas y media del tren llorando. Me dejaba allí a mis amigos y abandonaba mi sueño. Hay que tener mucha cabeza para marcarte nuevos retos.

Pero veo que usted ha encauzado bien su vida.

Me costó porque al principio me sentía rara, no sabía qué hacía aquí. Echaba de menos la gimnasia, la disciplina, no tener tiempo libre. Al principio no era yo, pero me fui acomodando, empecé a estudiar Medicina y vi que hay vida, que no todo es deporte.

Por lo que veo, no inició un camino fácil, sino que se fue a hacer una carrera dura, como la gimnasia.

Parece que soy un poco masoca en ese sentido. Medicina es la carrera más equiparable a lo que yo buscaba. No sé por qué, pero busqué algo duro. Desde pequeña me gustaba, veía las series de médicos, pero no era algo que me planteara.

Vamos, que debe ser una empollona.

No, cuando estás dentro te das cuenta de que no es de coco, sino de echarle horas, lo mismo que la gimnasia rítmica. La constancia y el esfuerzo ya lo llevaba generando desde pequeña y me ha ayudado.

En la rítmica siempre está la controversia de las puntuaciones. ¿Eso es inevitable?

Nunca va a cambiar y es una injusticia porque la rítmica es injusta. No son unos 100 metros lisos en los que quien llega el primero gana. Cuando estaba en Murcia creía que era algo de aquí, pero no, es a nivel mundial. En Río, el único equipo que no falló fue España, pero ya se las arreglaron las jueces para que Rusia ganara. Mis compañeras, porque eran las mismas con las que yo coincidí cuando me fui con 14 años, estaban muy contentas de lograr la plata, pero el oro era suyo.

Ahora entrena usted a niñas ¿Qué les inculca?

Sobre todo la disciplina, que tiene que ser constantes, porque todo no es talento y flexibilidad. Lo más importante es ser trabajadora y respetar a las entrenadoras. Es difícil porque son pequeñas y no todas tienen cabeza, pero en este deporte las niñas maduran antes porque tienen un trabajo muy duro.

¿Y cómo puede defender a la gente que piensa que es inhumano someter a niñas tan pequeñas a esos entrenamientos tan intensos?

A mí me dijeron que quizás me equivocaba yéndome a Madrid con 14 años, pero fue lo mejor que pude hacer. Gracias a la rítmica puedes llegar a alcanzar muchas cosas en la vida porque adquieres constancia en el trabajo y madurez. A mí me ha ayudado mucho, pero la gente piensa lo contrario es que no tiene ni idea.

¿Y los niños, cada día hay más en la rítmica?

Cada día hay más y los admiro mucho. Para muchos el fútbol es un deporte de chicos, pero lo practican muchas chicas. En mi club ya hay muchos niños apuntados y me alegro de ello.

Usted era muy futbolera. ¿Sigue siéndolo?

Claro, por supuesto. Yo era socia del Real Murcia antes de irme a Madrid, donde perdí un poco la conexión con el fútbol porque no tenía tiempo libre. Pero recuerdo que allí viví muchos momentos con el fútbol, como irme a Gran Vía a ver los jugadores tras ganar el Mundial. Sigo siendo futbolera y del Real Madrid.

¿Y de Casillas?

Lo defiendo muchísimo. Quizás se ha equivocado en cosas al irse del Madrid, pero es que nunca sabes cuándo te tienes que retirar, por mucho que diga la gente. Siempre va a ser mi ídolo y me gustaría conocerlo.

Las gimnastas se retiran muy jóvenes, ¿por qué?

Porque los dolores son inaguantables, sobre todo en los pies y en la espalda, y el cuerpo no aguanta más. Yo he tenido momentos de retirarme y volver, y eso es lo peor. En la gimnasia, con 14 años, ya eres senior y estás compitiendo al más alto nivel, mientras que en otros deportes eres infantil. Normalmente en Murcia se suelen retirar las gimnastas a los 18 años.

¿Sabe en qué se va a especializar en Medicina?

Me gusta mucho traumatología, siempre me ha llamado la atención por estar muy ligada al deporte, pero también me gusta la cirujía.