Pocas conclusiones positivas se pueden extraer del último mes de competición. Al menos, en Liga. El UCAM Murcia se encuentra sumido en una pequeña crisis de resultados en el campeonato doméstico que le aproximan hacia el abismo, ya que actualmente está situado a un único punto de los puestos de descenso. No obstante, y pese a que esta misma temporada ya ha acumulado una racha negativa idéntica, las sensaciones para salir de ella fueron bien distintas.

El equipo universitario arrancó el campeonato con tres empates y una derrota que, sin embargo, fue revirtiéndose a base de actitud y convencimiento. El inicio en Zaragoza no fue el esperado, y los primeros augurios de la parroquia universitaria fueron excesivamente alarmantes. A base de esfuerzo, tesón y acoplamiento de las piezas, el UCAM fue subiendo sus prestaciones y firmaba en el primer mes de competición unos números que no casaban con la mejoría vista en el campo. Eran tres puntos de doce posibles, con un bagaje goleador de cuatro goles a favor y seis en contra.

La primera victoria llegó en la quinta jornada, dejando la racha sin ganar en cuatro encuentros, casualmente el mismo número que se aborda en la actualidad. La eficacia defensiva permitía al UCAM sumar no una, sino dos victorias en apenas cinco días superando a Valladolid y Almería: dos triunfos merecidos, con cinco goles a favor y ninguno en contra, y la sensación de que la escuadra azul y dorada podría soñar con una temporada sin excesivos sobresaltos. De hecho, la goleada por 4-0 frente al equipo almeriense se convirtió en el encuentro de mayor materialización goleadora de la ´era Salmerón´.

Pero tras dejar de ganar, el equipo inexplicablemente se ha dejado llevar, especialmente en defensa. El último mes se ha refrendado con una caída libre que sí preocupa, más allá de por los números, por las actuaciones. En Mallorca y ante el Mirandés, conjuntos ante los que se empató, se pudo ganar, una cuestión que venía incidiendo en el mencionado arranque liguero. Pero la situación se torna preocupante tras las dos últimas derrotas, en Getafe y en casa ante el Reus, en las que el equipo ofreció concesiones terroríficas en defensa y bajo palos, no supo plasmar a partir del centro del campo su idea del juego, y por supuesto, no consiguió efectuar prácticamente jugadas de peligro.

Tres tiros a puerta en los últimos 180 minutos avalan esa última afirmación. Seis goles encajados, por dos a favor en el último mes, refrendados sobre el césped con dos puntos de doce posibles. El aura que rodea al plantel del UCAM, comenzando por el propio entrenador, que es la cabeza visible del barco, no es el meramente positivista y confiado que aplacaba con su sensación de seguridad en el inicio de Liga.

Sin ser extremistas, la calidad que ya ha hecho grandes cosas sigue estando ahí. La fortaleza moral y sobre todo el convencimiento de superar este bache se reclaman con ahínco. Ni se levantaron campanas al vuelo antes, ni se da a nadie por muerto con 32 jornadas de Liga aun por disputarse. Y sin temer a la clasificación de una Segunda División que está patas arriba, ya que el UCAM, siendo decimosexto, tiene más cerca los puestos de play off de ascenso a Primera que el farolillo rojo.