Esta vez sí, a la tercera fue la vencida. El UCAM Murcia, tras los intentos fallidos de las dos últimas temporadas por alcanzar la ronda de dieciseisavos de final de la Copa del Rey, pudo firmar una nueva y alegre página en su historia tras superar al Mallorca en el tercer cruce del torneo del KO, y a domicilio, con dificultad añadida.

Y paradojas del destino, aunque hubo muchos jugadores del equipo universitario que rayaron a gran nivel, Jesús Imaz fue el destacado, el encargado de poner a los pies de San Antonio uno de los capítulos más célebres de la breve trayectoria de la entidad azul y dorada. Y es una paradoja, porque hace dos semanas el propio atacante catalán perdonaba en Liga un par de ocasiones de gol clamorosos, en el mismo estadio y ante el mismo rival, que bien pudieron otorgar el triunfo al UCAM. Imaz se redimió ayer con una definición absolutamente extraordinaria.

Como suele ser habitual en Copa del Rey, todos los entrenadores de los equipos participantes mantienen dos máximas innegociables en los días previos al choque: 'Que les gusta la Copa', o 'que van a luchar por ella'. Eso sí, las alineaciones de estas eliminatorias del torneo demuestran lo contrario, y es que más bien son para rotar, realizar probaturas y otorgar minutos a los menos habituales (incluso a algún jugador del filial).

En el caso del UCAM, no fue menos. Fernando en la portería, Kitoko en el lateral derecho, Morillas como central, César Remón, Sergio Mora, Juanma... múltiples novedades en el once titular, algunas más exitosas que otras, pero en líneas generales alcanzando la etiqueta de 'cumplidor'.

La primera parte, en líneas generales, fue un volcán de ocasiones, de un intercambio de golpes en el que el UCAM salió muy bien parado pero en el que se mantuvo en pie gracias a un sublime Fernando, al que se le puede adjudicar como mínimo la etiqueta de 'portero de la Copa'. En la fase anterior dejó mucho que desear ante el Oviedo, pero ayer justificó su fichaje con creces, con paradas correctas y evidentes en un guardameta de su talla, y con dos intervenciones extremadamente sensacionales. El 'pero', como suele ser habitual en él, las salidas por alto, aunque durante el duelo solventó casi todas esas acciones con seguridad.

Juanma Delgado se convirtió en otro de los nombres propios del UCAM. Ha podido jugar en tres encuentros distintos, y ya ha firmado dos goles con su sello.

Ayer en Mallorca, en el minuto 4, convertía el primer tanto de la eliminatoria con un disparo cruzado desde el vértice izquierdo del área pequeña mallorquinista. Aprovechó un rechace larguísimo tras disparo de Collantes, controló el esférico con clase y batió con mucha sangre fría a Cabrero. Era un golpe directo a la boca del estómago bermellón.

Pero aunque posteriormente el propio Juanma dispuso de una ocasión de delantero tanque, de fajador y luchador, en la que Cabrero sí estuvo acertado al repeler con su cuerpo, el UCAM solo dispuso de leves acercamientos y rápidas combinaciones para fabricar peligro, pero sin llegar a materializarlo. Collantes trabajó incansablemente en banda derecha durante los 86 minutos que estuvo sobre el césped: desborde, combinación, centros al área... Basha fue la brújula que brilló en el centro del campo universitario ante la poca presencia de Sergio Mora y la labor más defensiva realizada por César Remón. Imaz intentó dotar del último pase a sus compañeros, actuando desde la banda zurda, y sumándose en labores defensivas.

Pero el Mallorca, pese a esos aspectos tan positivos, estuvo comandado por el extremo zurdo Salomao y asedió durante la segunda mitad del primer tiempo. A partir del 25', dispuso de cinco ocasiones claras de gol, dos de ellas totalmente manifiestas, en las que siempre encontró la misma respuesta: la parada de Fernando.

El guardameta murciano se dejó los complejos a un lado y demostró que tiene capacidades de sobra para medirse a los mejores atacantes de Segunda División. El propio Salomao, en un mano a mano, o Lekic con un cabezazo, se estrellaron contra el ex murcianista. Pero además, hubo dos paradas sublimes más. Ante Damiá, repeliendo un lanzamiento elevado en el que Fernando sacó su manopla, y en un remate a bocajarro de Lekic dentro del área pequeña, en el que Fernando achicó espacios y atajó el disparo con el pecho.

El descanso se precipitaba sobre Son Moix con una renta muy escasa para el UCAM. Los murcianos, tras el hemisferio, salieron con buena predisposición. El descanso sirvió para disminuir la voracidad del conjunto local, pero fue en una jugada aislada cuando el Mallorca firmaba la igualada.

Salomao, el mejor de los suyos en facetas ofensivas, recogió en tres cuartos de cancha sobre el costado izquierdo. Se adentró y llegó hasta el semicírculo del área, y aunque el balón se le despegó de su zurda cerrada, armó la derecha para enviar un obús teledirigido a la escuadra de la portería de Fernando. El portugués firmaba la tranquilidad para el Mallorca, y hundía física y sobre todo anímicamente al UCAM.

Los universitarios, salvo por alguna arrancada de Basha por el carril central, no fluían ofensivamente ni tampoco se ofrecían para buscar alguna jugada rápida. Encerrados, y esperando la contra, llegaron los primeros cambios. El comodín Morillas, que llegaba al UCAM como lateral zurdo, actuó primero como central y luego pasó al lateral derecho para dejar su sitio a Fran Pérez. El carrilero diestro de ayer, un Kitoko que rindió a buen nivel, pasaba al medio del campo. Y en una jugada aislada, el UCAM volvía a elevar su moral y casi, casi, a abrazar la clasificación para la siguiente ronda.

Se ve que Jesús- Imaz sintió celos del anterior golazo de Salomao. En una jugada similar a la del primer gol universitario, Imaz recibió un saque de esquina larguísimo botado desde la derecha. El catalán controló en el vértice del área opuesto, dejó botar la pelota, y de un latigazo que abrió una ligera parábola hacia afuera, enviaba el cuero directo hacia la escuadra. Un obús que puede ser el mejor tanto de la tercera ronda. Hubo tiempo para más, ya que restaban veinte minutos para el final del choque.

El Mallorca dispuso de dos ocasiones clarísimas. Primero, un disparo dentro del área de Salomao que iba bien dirigido hacia la base del palo. De forma milagrosa, apareció Kitoko para meter la punta de su bota y evitar un gol casi cantado; la segunda, ya en el descuento, en la que Lekic aprovechó la estrategia para plantarse ante Fernando solo, aunque escorado. El guardameta murciano detenía y se encumbraba como héroe del partido. Un honor que, a su vez, compartirá con Imaz para siempre en esta novela universitaria.