¿Cómo llegó al arbitraje?

Empecé muy tarde, con 28 años. Jugué al fútbol en Tercera División y después estuve en fútbol sala en Primera Nacional A, y cuando todo eso se acabó, me dediqué a jugar ligas locales. Y la culpa de que sea árbitro es de mi mujer, a la que estoy muy agradecido.

Explíquese, que tiene que ser interesante eso.

Mi mujer fue a verme jugar un partido del que salí muy descontento con el árbitro y me dijo: «Si tú sabes hacerlo mejor, métete». Y dio la coincidencia de que al salir del pabellón de San Pedro del Pinatar estaba el cartel del curso de árbitros. Ella me preparó los papeles y los envió. La verdad es que me ha ido bien, soy un privilegiado, la Federación me ha ayudado y he aprovechado las oportunidades que he tenido.

Y tanto que le ha ido bien, porque encima es pareja arbitral del número uno, Alejandro Martínez.

Soy un privilegiado, no hay duda. Tener un compañero como él no tiene precio. Si como árbitro es bueno, como persona es mejor. Convivimos mucho tiempo y nunca hemos tenido problemas.

Hombre, alguna vez discreparán.

Sí, pero siempre llegamos a un acuerdo y sacamos el lado positivo. Nos conocemos tanto, que sabemos cómo vamos a actuar en una situación concreta.

Cada día llegan jóvenes más preparados al arbitraje, esto ya no es como antes.

Pero la culpa es de las federaciones, que cada vez están más encima de nosotros, nos exigen unas pruebas físicas importantes y el trabajo que están haciendo con los árbitros es impresionante. Siempre tenemos con quién consultar cualquier duda.

¿No hay envidias entre ustedes?

Yo creo que no.

Es que si se tiran piedras ustedes mismos, con todas las que les vienen de fuera?

Ya tenemos bastante con lo que nos llueve de fuera. Entre nosotros no hay envidias, rivalidad sí, porque todo el mundo quiere subir, pero es una rivalidad sana. Entre nosotros nos los consultamos todo.

¿Nunca se ha arrepentido de ser árbitro?

No, aunque hubo un momento de indecisión en el que pensé dejarlo, pero mi mujer fue la que me abrió los ojos. Entonces dije que cuando me cueste trabajo hacer la mochila para irme a arbitrar y pierda la ilusión, lo dejaré. De momento no me ha ocurrido y por el tiempo que me queda -dos temporadas hasta que se retire por edad-, ya no ocurrirá. Cuando lo deje intentaré recuperar el tiempo que he perdido con mis hijas.

En el fútbol no dejan hablar a los árbitros, vamos, que no puedo hacer entrevistas a colegiados de Primera o Segunda. ¿Usted lo entiende?

Somos personas. En la pista tenemos que hacer cumplir las reglas y el árbitro que diga que no se equivoca, no es árbitro, porque en un partido tienes que decidir en décimas de segundo. Posteriormente lo ves por televisión y te das cuenta de que te has equivocado, pero en el momento tienes que pitar lo que ves.

Pero la mayoría de jugadores van a engañarlos.

Eso siempre ha estado y estará, y cuando se acabe eso, se acabará el fútbol sala. Cuando se ponga tecnología en el fútbol o el fútbol sala, dejará de ser deporte, porque el fútbol en la calle genera la opinión de mucha gente. El problema es que solo decide uno, pero esto es así.

¿Usted protestaba mucho a los árbitros?

Bueno, vamos a dejarlo ahí. Nunca he llegado a límites extremos, pero era un jugador caliente, tanto en fútbol como en fútbol sala. Y creo que para ser árbitro se necesita haber jugado antes, porque te ayuda a conocer mejor las reacciones del jugador. Pienso que se puede y se debe hablar con los futbolistas. Cuando empecé no lo hacía, pero me he vuelto más dialogante.

¿Se ha encontrado alguna vez un jugador con el que es imposible de dialogar?

No me he encontrado ninguno. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos en la pista, pero como dicen los jugadores, eso se queda en la cancha.

¿Su madre critica a los árbitros?

Si, pero a su hijo no.

¿Y no sufre?

No porque en Primera hay mucha seguridad.

¿El jugador más educado que se ha encontrado?

Fernandao, del Barcelona. En un partido le mostramos una tarjeta amarilla y al descanso vino a preguntar por qué solo le habíamos amonestado cuando deberíamos, según él, expulsarlo. Mi compañero le dio la explicación, pero él seguía pensando que le teníamos que haber sacado roja.

Jugador y árbitro. ¿Ahora entrenador?

Tengo el curso de monitor de fútbol y me propusieron llevar un equipo en Dolores de Pacheco, pero no puedo, no tengo tiempo para tanta cosa.

¿De qué jugaba al fútbol?

Empecé jugando de defensa y terminé de delantero

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Veo que usted lo hace todo al revés.

Cuando terminé de juveniles me empezaron a poner de mediapunta y en el Torre Pacheco me colocaron de delantero. Después, cuando me fui al Pinatar, fui un comodín. He jugado de todo menos de portero.

¿Y sus hijas, también hacen deporte?

Hacemos deporte todos. La mayor está iniciándose en el triatlón y quiso meterse al fútbol, pero ahora está en el club de San Pedro 30740, al que pertenecemos toda la familia. Nos hemos iniciado en correr.

¿Participa en carreras populares?

Sí y sigo haciéndolo. El año pasado hice la Ruta de las Fortalezas con unos compañeros del club.

¿Y repetiría en la Ruta?

Sí, claro que repetiría. De hecho, mi reto personal para este año es hacer los 101 kilómetros de Ronda. Y mi mujer se ha apuntado ya a la Maratón de Ibiza. Estoy físicamente muy bien porque he encontrado gente con la que prepararme.