El gran trabajo que exhibía en la noche de ayer el portero albinegro Limones, ayudó a evitar la derrota del FC Cartagena en el Álvarez Claro de Melilla. El cancerbero cartagenerista puso la mano, casi con el tiempo cumplido, donde el balón ya se introducía al fondo de la red, para evitar el 2-1 que hubiera supuesto la derrota ante el equipo norteafricano. Pero su buen trabajo, además del gol que conseguía Chus Hevia en la segunda parte, suponen un punto en un campo que sigue siendo maldito para los cartageneristas, pero que en esta ocasión se puede dar por bueno después de ver la actuación de unos y de otros.

El Melilla fue un equipo incisivo, constante y presionante, algo que bien sabía el técnico cartagenerista, quien no tuvo más remedio que renunciar al toque, triangulación y pase, y optar por la verticalidad que tan escaso resultado le suele dar a los cartageneristas. Los albinegros sufrieron mucho en medio campo, pero el buen trabajo en la segunda parte obtuvo la recompensa y Hevia equilibró el partido después de que Nacho Aznar hubiera puesto por delante a los melillenses al borde del descanso y de penalti.

El equipo albinegro salió algo descolocado en el arranque del partido y vio como al final de la primera parte una falta de Óscar Ramírez sobre Kiu le hacía marcharse al vestuario con un gol en contra. Lo cierto es que en esa primera parte, los albinegros tuvieron alguna opción de adelantarse en el marcador, pero siempre llegaron fruto de contragolpes finalizados por Sergio García, ayer titular en detrimento de Óscar Rico.

La presión a la que sometía el rival la salida del balón y el estado del césped, bastante lento, hacían que el sistema que utiliza Monteagudo variase, lo que no facilita ni mucho menos que los cartageneristas puedan desarrollar ese juego de toque que les ha hecho ganar la mayoría de sus encuentros.

En este duelo de fútbol vertical que practicaban uno y otro, está claro que el que tenía las de ganar es el Melilla, más ducho en estos aspectos y con jugadores que se encuentran más cómodos que los oponentes en la noche de ayer.

El Cartagena, con su once de gala, veía cómo el balón circulaba de su defensa al ataque sin solución de continuidad en medio campo. Rivero, Sergio Jiménez, Cristo Martín o Arturo se dedicaban más a labores defensivas que a tener el balón en los pies y tratar de buscar la portería contraria.

Limones, por contra, un jugador al que se ha puesto en duda en jornadas precedentes, fue quien ayudó a que el marcador no fuese más abultado en los primeros cuarenta y cinco minutos. La primera intervención llegó a los 15 segundos, cuando los locales, en una contra, culminaban con un disparo de Rubén Sánchez, que el cancerbero albinegro mandaba a saque de esquina.

Luego el FC Cartagena conseguía desperezarse de esta presión inicial de los norteafricanos y metía algo de miedo, eso sí, en acciones con balones en largo, por medio del veloz Sergio García. En la primera, minuto 11, Sergio controla y avanza solo hacia el área rival, pero al ver la presencia de un defensa decide disparar de manera algo precipitada y lejos, lo que hace que el esférico se marche alto. Cuatro minutos más tarde, un balón bombeado por Sergio Jiménez lo recibe de nuevo el zamorano, pero al llegar al área no se encuentra en la mejor posición para chutar debido a la presión de la zaga. Así que, algo forzado, chuta y manda el esférico desviado en la mejor opción de los albinegros para anotar.

En los últimos 20 minutos de la primera parte, el Melilla volvía a tomar las riendas del encuentro y metía al FC Cartagena en su campo. Los de Monteagudo daban un paso atrás, lo que aprovechaba el equipo melillense para gozar de más y mejores oportunidades.

Kiu, de libre directo al borde del área, hace estirarse a Limones para evitar el primer gol de los locales cuando soprepasaba el minuto 26 de partido. David Vázquez hacía de nuevo emplearse a Limones con un chut desde la frontal, que el portero albinegro detenía en dos tiempos.

En el minuto 37, llega la mejor ocasión hasta este instante de los melillenses, en una buena triangulación al borde del área que David Vázquez culmina con un buen disparo. Limones, atento, repele con las manos y el balón impacta en el larguero.

Mientras tanto, Alberto Monteagudo se desgañitaba desde la banda porque quería que su equipo estuviera más adelantado, menos pegado a su portería. Sus instrucciones son siempre las mismas: el balón, cuanto más lejos esté de su área, mejor.

Sin embargo, una acción de Kiu, uno de los más activos en la noche de ayer, provocaba que Óscar Ramírez hiciera falta, con un codazo sobre el surcoreano que el colegiado vio. Nacho Aznar se encargó de convertir la pena máxima a un minuto para el descanso, un duro mazazo para los cartageneristas, que habían ido perdiendo fuelle conforme pasaba el partido.

En la segunda parte Monteagudo decidió que Chus Hevia debía entrar por un deslucido Juanlu, quien además anda algo tocado por problemas físicos. El asturiano ayudó mucho en el trabajo ofensivo a Arturo, quien estaba cansado y deprimido por la escasez de opciones que tenía durante casi una hora de partido.

Dos referentes arriba provocaron que el Melilla tuviera que emplearse con ahínco atrás y que sus centrales no gozaran de esa libertad de movimientos y desplazamiento como hasta ese instante.

La salida de Hevia fue providencial, porque tras cuatro minutos en el campo, una falta botada desde la izquierda la recogía Arturo, quien al primer toque mandaba al centro del área pequeña para que su compañero Chus se encargara de empujar el esférico al fondo de la red.

El empate cambiaba la dinámica pesimista de un FC Cartagena al que le costaba un mundo llegar al área de Dani Barrio.

A partir de entonces el partido se abrió y hubo alternativas en ambas áreas. Primero lo intentó el Melilla con un disparo de Nando desde fuera que paró Limones; después Óscar Ramírez sacaba bajo palos un chut escorado desde la derecha, con Limones ya batido.

El Cartagena lo intentó con un disparo de Chus Hevia tras una perfecta dejada de Arturo, que la defensa sacó a córner. En ese lanzamiento a balón parado Sergio Jiménez remataba un pelín desviado de cabeza.

El Melilla no cejó en su intento de ponerse por delante y cuando el partido ya languidecía, en el tiempo añadido, Limones puso la manopla para que el cabezazo de Rubén Sánchez no entrase: una intervención providencial.