Supercampeón. Con este calificativo puede decirse que arrancó ElPozo la temporada tras alzarse con la Supercopa venciendo al Inter por 1-3 e ilusionando con la profundidad de su juego y su acierto de cara al gol. Fue un partido complicado, mucho más de lo que reza el marcador final. Un choque intenso, de esos en los que hay que saber sufrir, y que mostró a un conjunto murciano muy rodado y con una gran pegada que, a tenor de lo visto, permite dejar volar la imaginación de los aficionados. Porque ElPozo jugó de forma seria, desgastando a un rival incapaz de desmontar su defensa y valiéndose de un potencial goleador que, de seguir en esta línea, sirve para mandar un serio aviso a sus rivales.

El juego directo y vertical frente a la elaboración de las jugadas como forma de llegar a la meta contraria. Fueron las propuestas que plantearon ElPozo y el Inter, respectivamente, en la final. Y la primera parte dio la razón a los murcianistas, que se marcharon con su portería a cero y dos tantos de ventaja.

En el inicio, la posesión era madrileña y las ocasiones murcianistas y, mientras que en los primeros se estilaba el toque del esférico en los segundos la máxima era el golpeo a puerta. Y el despliegue frontal hacia la meta contraria de la escuadra murciana dio sus frutos pues, aunque el peso del encuentro lo llevaba el Inter, ElPozo se adelantó merced a un zurdazo seco ajustado al palo de Miguelín. Tocaba gestionar la ventaja y ver si los fantasmas del pasado habían desaparecido. Los de Jesús Velasco, sin embargo, lejos de ponerse nerviosos y acelerar la circulación de balón, aumentaron la presión en la salida del esférico de los murcianistas y dieron pausa a su juego.

Comenzaron a llegar los interistas pero se encontraron con un Fabio que se hizo gigante para detener las embestidas de su rival, algo que seguiría haciendo hasta el final del choque. Fueron momentos de sufrimiento para los de la capital del Segura, que optaron por un tiempo muerto para tomar aire y frenar la dinámica de un encuentro en el que ElPozo, si bien estaba en ventaja, no arrojaba las mejores sensaciones.

Entonces, la escuadra murciana jugó como antaño hizo Inter. Empezó a forzar faltas, a desquiciar a su rival y a ganar metros. Y en el rechace de una falta, Miguelín hizo el segundo. Los de la capital del Segura estaban ganando en el marcador y en la faceta psicológica, mostrándose como un rival rocoso en defensa y muy peligroso e incisivo en ataque. Habían disparado poco a puerta, pero con ese acierto era más que suficiente.

Apostar al rojo era hacerlo a caballo ganador a tenor de lo visto en el primer acto. Y el segundo arrancó siguiendo el guión de los primeros veinte minutos. ElPozo buscaba el camino más directo hacia la meta contraria mientras el Inter serpenteaba y cuidaba la circulación de balón sin llegar a ser un conjunto que finalizase.

El juego vertical pasó a ser entonces la tónica del partido. Ambos conjuntos comenzaron a ir al choque, perdiendo el equipo de Duda al cargarse con cinco faltas, y se centraron en la faceta ofensiva dejando de lado la defensiva.

Comenzaron a notarse ciertos nervios en el Inter, que veía como se le escapaba el partido. ElPozo buscaba la calma, tratando de frenar el tempo del choque pues un gol de su rival complicaría la fase final del encuentro. La escuadra murciana cerraba con acierto los espacios desquiciando a unos interistas que veían imposible el gol. Y faltando cinco minutos, llegó una sucesión de golpes que dejó tocado moralmente al Inter. Marcó Ortiz reduciendo la ventaja pero, segundos después, Álex volvía a poner tierra de por medio. Le había costando lo indecible a los de Velasco perforar la meta rival y, cuando lo habían logrado, recibían otro mazazo.

Al final, esa defensa fue imposible de desmontar y, apoyado en un ataque efectivo, permiten que ElPozo sume su sexta Supercopa y dé razones para la ilusión.