El UCAM Murcia nos ofreció en la tarde de ayer tras su compromiso de la séptima jornada liguera la posibilidad de efectuar una doble lectura de su actuación frente al Mallorca. O bien los universitarios arañaron un punto de Son Moix tras ver las ocasiones marradas por el conjunto bermellón, o también que desperdiciaron la oportunidad de sumar un nuevo y vital triunfo después de que casi todas las oportunidades más claras de marcar fueron desperdiciadas por los murcianos.

Es por esto que el empate, aunque suene a tópico, fue lo más justo tras analizar lo acontecido. Una mitad para cada uno de los contendientes, ya que el Mallorca abrumó con sus ínfimas posesiones en el primer tiempo y dispuso de ocasiones de forma intermitente durante todo el partido. El UCAM, por contra, renegó del balón en los primeros cuarenta y cinco minutos y se soltó la melena tras el hemisferio, aflorando una mayor presencia en el partido y teniendo tres o cuatro oportunidades clamorosas para romper la igualada. Pero pese a esto, los dos conjuntos terminaron por solidarizarse entre ellos para compartir como buenos amigos su gatillazo goleador.

El encuentro no dejó indiferente a nadie, pese a que la primera parte resultó ser una mezcla de rigor defensivo por parte del UCAM y un soporífero monopolio de posesiones por parte del Mallorca que, salvo en un par de acercamientos, no sirvieron para nada. Además, el juego visto en Son Moix durante el primer acto realzó las características del UCAM que estamos acostumbrandos a ver fuera de casa, el lado más amarrategui que evita sorpresas tempranas y mantiene los partidos vivos y llameantes durante los noventa minutos.

No obstante, pese a que las rotaciones afectaron de forma significativa al once planteado por Salmerón -Morillas, Basha, Nono, Imaz y Juanma entraron respecto al choque frente al Almería-, no hubo paz para el Mallorca conforme transcurrieron los minutos. El Mallorca dejaba en un sonrojante 30% el dato de la posesión para el UCAM en los primeros veinte minutos del partido.

Pese a que los bermellones veían como se les hacía de noche conforme se acercaban a las proximidades del área universitaria, solo a partir de la media hora, y después de que Salomao pusiera a prueba a Biel Ribas con un excelente latigazo dentro del área, el UCAM se estiró y comenzó a sobrepasar la línea divisoria con mayor asiduidad.

De hecho voltearon otro apartado estadístico, el de los lanzamientos, una vez superado el ecuador de la primera mitad. Vullnet Basha, que ayer volvía al once tras tres suplencias consecutivas en Liga, acariciaba el esférico con su bota derecha para ver como el cuero se marchaba ligeramente desviado del arco defendido por Santamaría. Nono, por su parte, ejecutó un buen lanzamiento que el propio Santamaría se encargaba de despejar. Los guardametas, especialmente Biel Ribas, fueron clave en el marcador final del encuentro. El bagaje ofensivo de la primera mitad era irrisorio y generaba el tedio en las gradas.

Sin embargo, tras el descanso tuvo lugar el mencionado arreón del UCAM. Los universitarios fueron condensando sus posesiones con mayor criterio tras observar que el Mallorca, en su turno de ataques, no originiaba un excesivo daño. Juande ganó peso en el centro del campo, Tito contemporizaba el juego, Natalio -que entró en la segunda mitad por el aislado Juanma- ofreció movilidad arriba y, excepcionalmente Collantes con su velocidad y sus desmarques, variaron la cara del UCAM. La chica poco agraciada de la primera parte lavaba su imagen para dar lugar a unas insinuantes curvas en la segunda.

Unas curvas que Jesús Imaz no quiso palpar o saborear. Parece que estaba escrito que el atacante catalán no tenía que mojar ayer pese a que dispuso de dos ocasiones, la primera especialmente, realmente fáciles de materializar. El bueno de Imaz, visto lo visto, habría sido incapaz de descomponer el empate incluso a cabezazos. No fue su día y un par de apariciones en el segundo palo, tras sendos pases de la muerte de Nono y Collantes respectivamente, tenían el mismo desenlace. Balón a las nubes.

El UCAM hacía presagiar que el guión sería el mismo que la pasada semana en Valladolid. Su mejoría y su reacción llegaron antes de la recta final, y daba la sensación de que el equipo azul y dorado, ayer de blanco, regalaría un nuevo triunfo a sus aficionados. Pero nada más lejos de la realidad, ya que Biel Ribas se erigió de nuevo como héroe y confirmando que ya no es el villano de las primeras jornadas. El mallorquín -disputó un encuentro especial en su tierra- ha recuperado sus mejores sensaciones y ayer en Son Moix nos hizo a todos cerciorarnos de ello. Atajó con la pierna derecha un buen disparo cruzado de Roigé, que se internó por el lado derecho del área grande tras recibir un gran pase filtrado entre los centrales del UCAM. Biel estiró su extremidad y repelió el potente disparo. También avisó Culio poco después, ya que después de una sucesión de amagos y fintas en la frontal del área, disparó con la zurda buscando la escuadra, pero con menos precisión que Roigé en su ocasión anterior.

Pese a los chispazos intermitentes del Mallorca, el UCAM se rehízo y lo confirmó con otra ocasión clamorosa, aunque en este caso fue la madera la encargada de escupir un balón teledirigido de Morillas. El lateral zurdo, que ayer suplió a otro que tampoco dispara nada mal, conectó desde fuera del área y tras el rechace de un córner un latigazo apasionado, violento y excitado del aguileño que casi hace reventar la madera. Ayer no era el día para hacer goles.

Los minutos pasaron y el que achuchó al final del encuentro fue el Mallorca, que tuvo otras dos ocasiones que confirmaron, una jornada más, la preocupante falta de puntería de los hombres de Fernando Vázquez. Una internada de Moutinho, que sentó a Tekio en la izquierda, concluyó con el chut al lateral de la red tras internarse en el área y enfrentarse cara a cara con Biel Ribas. Pero hablando de ´cara a cara´, y pese a que el guardameta del UCAM no es un pistolero sino un guardián excelso, Biel Ribas ejecutó ante Juan Domínguez y en la recta final del choque la que, probablemente, sea la mejor parada dentro del top 3 de la jornada.

A Juan Domínguez le llegó, en la frontal del área pequeña, un balón botando que decía ´reviéntame´. El centrocampista no dudó y lo hizo algo centrado, pero Biel Ribas, desafiando a la gravedad, se alzó y se mantuvo en el aire, sacó el puño derecho tras estirar el brazo, y repelió el pepinazo.

El profeta volvió a su tierra para mantener al UCAM en el partido con su aleteo. No hubo tiempo para más, y el empate, según se mire, se antoja insuficiente o ha sido meritorio. Conclusión, la igualada fue merecida para ambos. El encuentro supuso una primera toma de contacto entre el Mallorca y los universitarios, que en apenas un par de semanas volverán a medirse en Son Moix con el pretexto de la Copa del Rey. Esperemos que para entonces el botín con el que el UCAM regrese a Murcia sea el de la clasificación a la siguiente ronda copera.