El UCAM Murcia refrendó en la noche de ayer que vive un momento dulce, y es que ya no solo comienzan a acompañarle los resultados y un poquito más la suerte, sino que también lo hace demostrándolo sobre el césped, con poderío, tensión e incluso mucho gusto. Eso sí, no debe pasar por alto que ayer el UCAM se convirtió en el titiritero que manejó los hilos de una marioneta errática, nerviosa y sin alma.

Eso fue el Almería dibujado por Fernando Soriano, técnico de los andaluces y que realizó sus experimentos particulares ante el rival equivocado. El UCAM, que como bien sabíamos venía de menos a más tras sus últimas comparecencias, ganó la partida tanto en el césped como desde el banquillo. José María Salmerón, técnico universitario, supo meter mano a sus paisanos, aunque Soriano se encargó prácticamente de entregarle su cabeza en bandeja antes del partido.

El propio Salmerón, a diferencia de Soriano, no dudó en alinear a todo lo que tiene sobre el tapete. Hugo Álvarez sustituyó al lesionado Fran Pérez en el centro de la zaga, y a partir de ahí, dispuso su trivote habitual para nublar toda la creación visitante y destrozar a la zaga con la presión del tridente formado por Jona (sustituido por lesión en el 34´), Natalio y Vicente.

El UCAM salió con la decisión que requieren en los primeros instantes. No se quedó a verlas venir ni amagó con esperar atrás, sino que aprovechó la inoperancia ofensiva del Almería para crear peligro desde los costados. Vicente y Natalio combinaban en un despliegue de movilidad pasmoso, haciendo intervenir al punta Jona y dejando todo el espacio del mundo a los laterales Góngora y Tekio en los costados.

De esta forma, el Almería se fue encerrando poco a poco en su campo, limitándose a enviar balones largos que no llegaban a ninguna parte. Ante esa pasividad, el UCAM arreció con virulencia en su primera llegada clara. En el minuto 13, Tito recibía un pase interior hacia el área que se encargó de filtrar Vicente. El centrocampista universitario, que ha ´mojado´ en dos jornadas consecutivas, ganó la posición a un Trujillo desbocado y que se puede decir que jugó para el UCAM. Tito la controló con la derecha, la pegó colocada hacia el palo largo, y batió a Casto con una precisión de delantero matador.

Natalio pudo ampliar la renta después de perdonar a un Casto que se quedó a media salida en una vaselina que parecía realmente sencilla en su ejecución. Entre tanto, el Almería era un manojo de nervios en su línea más atrasada, incluyendo al propio Casto. La salida de balón fue un cúmulo de despropósitos y regalos para el tridente universitario, que se comía por minutos a los visitantes.

No obstante, a partir de la media hora de partido el encuentro entró en una fase que descolocó al UCAM. Jona se marchó lesionado -le sustituyó Juanma-, y entre tanta interrupción, se vieron los únicos acercamientos del Almería en el partido. Un gol anulado por falta sobre Biel Ribas y un buen disparo, aunque centrado, de Fidel que atajaba Biel Ribas, presagiaban que el Almería podía resurgir de sus cenizas sin que el UCAM aprovechara la pájara anterior, una situación favorable en la que rara vez te encuentras a lo largo de la temporada.

Tras el hemisferio del encuentro, el juego prosiguió con la misma tónica. El Almería intentaba mantener el balón en su poder, pero la posesión era efímera y los regalos al UCAM, constantes. Fue entonces cuando el descanso surgió efecto en los locales, ya que comenzaron a bailar al Almería a raíz del 2-0. En el 57´, Natalio protegió el cuero dentro del área cuando Diamanka contactó con fuerza desde atrás, lo que servía para arrollar al delantero universitario. El colegiado decretó la pena máxima, lanzada por el capitán, Juan Francisco Góngora.

Como siempre, el malagueño no se puso nervioso y batió con una tranquilidad que vaticinaba el gol antes incluso de que lo lanzase. Engañó a Casto, batiéndole por bajo, y otorgaba a su equipo una serenidad y una templanza de la que no había gozado hasta entonces en Segunda División.

Las cosas mejoraron aún más cuando el colegiado expulsó en el 65´ al central Quintanilla por una entrada algo rigurosa a Vicente. Era la segunda amarilla para un debutante esta temporada al que ayer le salió todo mal. Tras esto, Salmerón quitó a Vicente para introducir a Morillas y adelantar a Góngora en el dibujo. Pero el UCAM se encontró con dos goles más, el tercero, un regalo al que le faltó el lazo.

En el minuto 64´, un envió largo de Albizua tras repeler el peligro de su propia área cruzó todo el campo. Trujillo, por segunda vez, volvía a pifiarla. No atinó a despejar y dejó el balón franco para Natalio, que partió desde la derecha, se adentró en el área para plantarse ante Casto, y le batió por bajo con un pase a la red. Era el estreno oficial de Natalio como goleador universitario.

Pero no fue el único atacante que se desvirgaría con la elástica azul y dorada. Ya sobre la bocina, y tras una sucesión interminable de control del juego del UCAM, Morillas irrumpió por la izquierda para colocarla en el primer palo. Juanma se anticipó, otra vez, a Trujillo en el primer palo. Con la puntera de la bota, metió el balón por el primer palo y rubricaba una sentencia anunciada.

Una goleada que extrae un sinfín de positivismo: el UCAM firmó su segunda victoria seguida y también sin encajar; es una goleada para los anales de su historia -el pasado año no superó los tres goles en ningún encuentro-, y la sensación de que lo mejor, está por llegar.